Eduardo Uriarte-Editores
Parto de la base y criterio personal de que me repugnan las artes demagógicas y mal educadas del populismo para atraerse adhesiones, las use Trump, Sánchez o Milei. La mala educación me disgusta, especialmente en política, y si la exhibe una autoridad mucho más. Por eso no me pareció digna de un ministro las imputaciones que Puente hizo del presidente de Argentina, ni la intervención que hizo en televisión el presidente de España relacionando el atentado al presidente de Eslovaquia con la violencia que dice ejerce Vox y el PP contra él (estiércol llamé a esta auténtica calumnia), ni tampoco las declaraciones que Milei acaba de hacer contra Sánchez y su señora en un mitin de Vox en Madrid.
Otra cuestión es que por doña Begoña el ministro Albares provoque una crisis diplomática (cuya trascendencia será resaltar el asunto para utilizarlo en la campaña de las europeas, nada más, y nada menos), cuando ha habido cuestiones muchos más serias con Marruecos, pues las fronteras de Ceuta y Melilla siguen cerradas), el asalto a la alambrada, o por el caso Pegasus.
Albares, que como todos los ministros se dedica a formar parte de la farándula propagandística de la Factoría Moncloa, se pone cascabeles en los calcetines y, acompañado de Montero con pañuelo a la cabeza, aretes en las orejas y pandero para acompasar al coro, eleva el enfrentamiento Milei Sánchez, que viene desde las elecciones presidenciales argentinas, a crisis diplomática. De oso hace Puente desde su debut en el Congreso.
Así, cual cañonazo inaugural en la semana grande donostiarra, “artillero dale fuego…”, se inicia desde las filas del sanchismo la campaña electoral a las europeas, ante el estupor del PP y el regocijo de Abascal. Y es que al PP, salvo a Ayuso, le cuesta moverse ante el tsunami populista que asalta la política en la actualidad. A Sánchez le viene bien todo lo que sea perturbar emocionalmente al electorado, y convertirse en el superhéroe contra la extrema derecha (a la que siempre incorpora al PP que no tiene ni arte ni parte) porque en una serena situación sus enormes contradicciones, mentiras, aberraciones antisistema, saldrían a la luz incluso ante las mente más obtusas y entregadas, dejando a la intemperie el erial en que ha convertido la gestión de lo público y el desguace institucional. El PP es culpable, cual el grito falangista para reclutar divisionarios para Rusia, aunque nada tenga que ver. La cuestión es garantizarse la permanencia en la Moncloa.
Así, casi cual Helena, Begoña se convierte en un caso de conflicto siguiendo la estela emotiva y sicológica de aquella epopeya. Encuadre perfecto para cualquier ególatra sin tara, Helena representaba el honor mancillado de todos los griegos, Begoña el de toda España, y desde aquí iniciar, de nuevo, una campaña de propaganda capaz de convertir en un aficionado al mismísimo Goebbels. Sánchez es un genio de la manipulación y convierte la situación comprometida de su señora en heroína de la epopeya por la que los griegos lucharon hasta morir. A la vez convierte una desastrosa política exterior, que no hace más que sumar enemistades y conflictos, en un canto heroico para su provecho.
O el PP sabe denunciar la manipulación de esta farsa saliendo de su estupor, o mucho hay que temer que el camaleón superviviente saldrá de nuevas adelante para seguir sumiendo al país en este caos. Si Sánchez con todos sus variopintos aliados que le apoyan alcanzan la mayoría en las europeas lo tendremos para rato.