Bego, tía, pasa de él. No te conviene. Es un tóxico, que dicen las modernas y las psicólogas argentinas. Si te quisiera de verdad, de verdad de la buena, en lugar de tomarse cinco moscosos y publicar una carta en Twitter (qué bochorno) diciendo que es un hombre enamorado, lo que habría hecho es interponer una demanda a los medios que te acusan de corrupción y solucionar esto de una vez. Que eso es lo que hacen los ciudadanos, los de infantería (como tú y como yo), cuando necesitan defenderse de algún atropello. Porque nuestra democracia ya articula las herramientas necesarias para que podamos hacer frente a intromisiones en nuestra privacidad, atentados contra nuestra honorabilidad, difamaciones o injurias. No necesitamos que venga nadie, mucho menos el poder ejecutivo, a trazar una línea roja diciendo qué es información y qué es bulo en base a su especial y particular sentir o interés. Bego, lo que no hace un hombre enamorado, uno que te quiera bien, es utilizarte. ¿Crees que alguien que te ama te expondría de esta manera? Tía, que hasta hace dos días, como quien dice, tú no eras conocida internacionalmente más que como «la señora de», como mucho, y ahora ocupas portadas en medios extranjeros como sospechosa de corrupción. Con tu nombre y tus apellidos, y bien de fotos. Que el ‘hashtag’ «Sánchez, controla a tu mujer» ha sido ‘trending topic’ en Argentina (diez mil kilómetros según bajas, un poco a la izquierda) después de lo de Milei. La que te está liando el guapo, maja. Y todo, insisto y te diga lo que te diga, no por amor a tu persona: por amor a la suya. Y al poder. Un poco ‘poweraholic’ lo veo, si es que existe el término (seguro que hay terapia, míralo).

¿Y qué me dices de lo de subir a la tribuna de oradores del Congreso de los Diputados a decir, así como por encima, como si no importase, que eres una profesional honesta, seria y responsable, como toda explicación? ¿Esas son todas las pruebas que va a esgrimir de tu honestidad, tu seriedad y tu responsabilidad, la mera afirmación? Mujer, que su palabra ahora mismo está tan devaluada que casi opera a la contra. Respétate y defiéndete tú misma, no dejes que pasee tu nombre y tus méritos (esos que desconocemos porque alguien se ha esforzado mucho para que no estén al alcance de nuestras manos) por el lodazal. Tú (tan profesional, tan honesta, tan seria, tan responsable… tan feminista) no necesitas que sea un hombre quien lo haga. Da las explicaciones pertinentes. Si todo es falso, si no existe una sola prueba en tu contra y todo es máquina del fango (qué pereza de sintagma), demuéstralo y acaba con esto. Te aseguro que nada nos hará más felices a los españoles que saber que la mujer del presidente no solo es honesta porque lo dice él, sino que lo es objetivamente. Porque parecerlo, lo que se dice parecerlo, Begoña, no lo parece mucho ahora mismo. ¿Sabes que ya hay quien te llama Vergonya?