Nadie defiende a Begoña Gómez. Nadie de sus filas corre en su ayuda, nadie amaga un gesto de auxilio, nadie le ofrece amparo. Nadie rebate acusaciones, ni refuta imputaciones. Nadie en la familia del progreso osa mencionar su nombre. Es la kriptonita del sanchismo, la quieren lejos, muy lejos, como si no existiera, su presencia debilita, agota, desgasta. Desde que apareció en el tinglado de las tramas basurientas de Koldo y compañía, ya va para un mes largo, tan sólo María Jesús Montero hilvanó unas palabritas de alivio: «Se tiene que ver con empresarios porque forma parte de su trabajo». Hasta hoy. Se ha convertido en un holograma inaprensible, como La invención de Morel, la narración fantástica de Bioy.
En la última sesión del control, hace siete días, el PP optó por ni siquiera rozarla. La estrategia del goteo, al parecer. Este miércoles sin embargo, aceleró el paso y la situó en el objetivo desde el minuto uno. Con insistencia y sin rodeos. Se apreció, eso sí, algún reparo al mentarla por su nombre, como si fuera tabú, o como si pronunciar las tres sílabas, Be-go-ña, acarreara alguna maldición.
De hecho, las fórmulas elegidas para aludirla resultaban algo ortopédicas. «El entorno más cercano» (Núñez Feijóo). «La propia esposa del presidente». (Cuca Gamarra). «Intermediarios familiares» (José Vicente Marí). «Familiares del Gobierno» (Miguel Tellado). Hubo que esperar a que los peones de brega entraran en función para dejarse de chácharas y meterse de lleno en ese bosquecillo pestilente por el que pululan los Hidalgo, Air Europa, Wakalua, el conseguidor del Maserati y la sombra de Ábalos/Koldo como telón de fondo.
¿Estaba al tanto Sánchez cuando votó la ayuda? Cátedras, fundaciones, contratos, viajes en primera…Dio un repaso al dossier negro de Air Europa, en el que entran «novios, maridos, familiares y llega hasta el corazón de la Moncloa»
Sofía Acedo (38, Melilla) se ha convertido en la diputada revelación de esta legislatura que apenas lleva tres meses en funciones y ya huele a cadaverina. Arrancó su fraseo sin preliminares bobos. A tope con la ‘cocaína y la prostitución’, piezas infaltables en las movidas socialistas, y se orientó luego hacia donde duele, con una fiereza que puso de los nervios a un Félix Bolaños que pedía a gritos algún tranquilizante. ¿Tenía información el Consejo de Ministros sobre los vínculos entre la esposa del presidente y la empresa que se iba a rescatar? ¿Estaba al tanto Sánchez cuando votó la ayuda?. Dio un repaso al dossier negro de Air Europa, en el que entran «fundaciones, cátedras, viajes, pasajes de primera, novios, maridos, familiares, y así hasta el corazón de la Moncloa». En suma, «todo quedaba en casa». Las nalgas socialistas se revolvían inquietas en sus asientos, las miradas eran de severidad, los comentarios entre la bancada sonaban a miserere.
Para entonces, Sánchez ya había abandonado su escaño. Suele evadirse del Hemiciclo en torno al minuto 29. Tuvo oportunidad, eso sí, de responder a las admoniciones de Feijóo, que subrayaba el inocultable estado de nervios de su adversario. Gesticulaba, cuchicheaba cositas con Emejota Montero, bisbiseaba agitado con Bolaños, sonreía con cara de odio y hasta le arrojó al líder del PP una amenaza de que ‘hay más cosas’, luego de una referencia a una ayuda de la Xunta a la empresa de su mujer Era la viva estampa de un Gobierno acoquinado por la corrupción, tembloroso por lo que está por llegar y dispuesto a todo, incluso a desbordar las líneas que perfilan el Estado de derecho.
Sánchez, Montero y Bolaños se sentaron juntitos, en una bancada casi vacía, como para guarecerse del chaparrón, ‘con cara de terror’, dijo Sergio Sayas, el diputado del PP que fue el primero en mencionar las tres sílabas imposibles. Había transcurrido más de una hora y media de la «vergonzosa y nada edificante sesión», al decir de Aitor Esteban, cuando finalmente se escuchó el nombre de Begoña Gómez, con todas las letras, que resonó en la sala como un estruendo. No se hundió el edificio ni a madame Francina le temblaron las guedejas, algo desprolijas. «Nos gobierna la camorra», fue la conclusión del diputado navarro, el más osado de su grupo.
Feijóo anunció una comisión parlamentaria y judicial sobre esta espesa trama, Begoña, Globalia y alrededores, con una frase preñada de veneno: «Si cree que ha dado carpetazo a lo que ha pasado en su casa, se equivoca»
La tropilla socialista se mostraba desvalida y profería gimoteos a lo huerfanita de Dickens. Patxi López, apenas decía mú. Se mordía los puños y fatigaba el entrecejo. El argumentario de Moncloa, ese manoseo interminable sobre la figura de Ayuso que se prodigó en esta sentada, tan sólo ha logrado reforzar a la presidenta madrileña. La otra baza, recurrir al 11-M, como han hecho estos últimos días, tuvo réplica contundente en la palabra de Cayetana Álvarez de Toledo: «Se trata del bulo más cruel porque se levanta sobre el cuerpo de 193 víctimas… Utilizaron una masacre para ganar el gobierno y ahora quieren utilizarlo para no perderlo». Tan desasistidos estaban los ánimos del partido más feminista del orbe que la ridícula intervención de la ministra de Igualdad, Ana Redondo, una filípica histriónica, estrambótica, fuera de sí, contra Jaime de los Santos, diputado del PP, quien osó adentrarse en la ciénaga begoñil, con una breve referencia a los manejos turbios del escándalo creciente, fue acogida por los escaños de su cuerda, unánimemente en pie, con una ovación desesperada.
La mancha tóxica se extiende ya sin freno, como las hormiguitas de Charlton Heston. Feijóo anunció una comisión parlamentaria y judicial sobre esta espesa trama -que hilvana a Moncloa, Globalia, Dominicana, Maduro y alrededores– con una frase preñada de veneno dirigida al presidente menguante: «Si cree que ha dado carpetazo a lo que ha pasado en su casa, se equivoca». Su casa.
Los enjuagues de la pandilla de Ábalos, sumados a la ley de amnistía, dos corrupciones emparejadas, conforman un revoltijo anticonstitucional y delictivo en el que el Gobierno bracea desesperado. En el centro de este laberinto aparece esa figura hasta ahora inaprehensible a la que la oposición ya le ha puesto rostro y la ha colocado en el eje de la historia. La kryptonita Begoña puede llevarse por delante mucho más de lo que está a la vista. El tinglado se tambalea.