- Movido por las mejores intenciones, solo estoy proponiendo al que tenga que comunicarle a Begoña Gómez su carencia de relevancia pública (de la buena) que actúe con gran delicadeza
Aveces se dan situaciones incómodas, como cuando no te queda más remedio que darle un chasco a alguien porque no quiere admitir su estatus. Es lo primero en lo que pensé al leer que Begoña Gómez se cree un personaje con relevancia pública. Pero, encima, su desviada autopercepción no abarca todas las formas de relevancia pública. Piensen en El Lute, cuya notoriedad cruzaba fronteras y resulta indiscutible a partir de la canción que le dedicó Boney M., o de las películas en las que lo encarnó Imanol Arias, pedazo de actor. Sin embargo, al Lute no se le habría ocurrido pedir que no le hicieran fotos. Por suerte, debo decir, pues de otro modo no estaría ahora en nuestra memoria, congelado con los guardias civiles y el brazo en cabestrillo. Sin esa imagen nos faltaría algo. Algo inefable pero serio, real, a diferencia de lo que traen las fotos de la prensa posmo.
Dame Lute y yo te demostraré que tener relevancia pública no significa tener buena fama. Todo esto debería saberlo una señora cuyo padre se dedicaba a lo que se dedicaba. A mí me trae al pairo, pero para los asistentes a los mítines socialistas que la jalean (supongo que reconociéndole la imputación de algún modo perverso e imposible de traducir a la lógica no socialista), el negocio de las saunas y el del proxenetismo están solapados. Sean gays o no, que eso es lo de menos. O debería serlo; tengo para mí que en esa lógica retorcida sí cabe la prostitución masculina, sea para disfrute de otros hombres, sea para mujeres. La próxima justificación de esta línea argumental (que llegará, ya lo verán) es muy sencilla, y aquí ofrezco unas ideas fuerza para cuando las necesiten: muchos años de explotación sexual de mujeres por parte de hombres solo pueden compensarse con muchos años de explotación sexual de hombres por parte de mujeres, período que podrá ser prorrogado antes de la prohibición final del negocio de la prostitución.
Me voy de tema. Movido por las mejores intenciones, solo estoy proponiendo al que tenga que comunicarle a Begoña Gómez su carencia de relevancia pública (de la buena) que actúe con gran delicadeza. No le digan de entrada «¡Pero qué relevancia ni que niño muerto!» Empiécese hablando en general, en plan: «A veces no vemos la realidad como es», o bien «No pasa nada por ser públicamente irrelevante». Si de pronto surgiera el tema del Lute, que tampoco podía evitar el uso de su imagen, preséntese así su relevancia pública: «Ah, sí, fíjate el caso de aquel abogado tan famoso, el del tema ‘El Lute/Gotta Go Home’. Pues de joven había tenido algún problema con la Justicia, ya sabes, un engorro, que si te tienes que presentar, que si tal, que si la prensa exagera sobre ti, que si la gente de mala fe aprovecha para captar tu imagen en el momento más comprometido…» No hace falta ser desagradable, todo puede decirse con mano izquierda.