Roberto Blanco Valdés, LA VOZ DE GALICIA, 23/3/12
Cuando, en el futuro, se escriba sobre la crisis actual, veremos cómo el término recortes es clave para describir la dura situación que ahora atravesamos. Y ello porque la crisis se ha traducido, como era inevitable, en una caída espectacular de los ingresos fiscales (estatales, locales y autonómicos), caída que se ha unido a la descabellada política fiscal que Zapatero tuvo la mala cabeza de impulsar antes de reconocer que la crisis, en lugar de tocarnos de refilón, nos daría de lleno hasta tumbarnos en la lona.
Este periódico publicaba el pasado domingo en su especial de economía un amplio informe de Juan Arjona que no deja lugar a dudas sobre los extremos que acabo de apuntar: los muy nocivos efectos de la irresponsable política fiscal del Gobierno socialista, solo corregida a última hora; y, sobre todo, el cataclismo fiscal que se ha derivado de la caída de la actividad económica y, por tanto del empleo, en la recaudación del IVA, IRPF y sociedades.
Por eso que hay recortes y por eso la responsabilidad que puede exigírsele a quien gobierna sin haber provocado este desastre no es la misma que correspondería a Rubalcaba si hubiera sido el ganador de las elecciones generales. Dicho lo cual, la cuestión es muy sencilla: a nadie -hay que suponer que tampoco a quien los decide- le gustan los recortes de prestaciones o salarios, pero, gobierne quien gobierne, todo el mundo los aplica dado que es común el problema al que con ellos pretenden hacerse frente: el desequilibrio entre unos gastos crecientes y unos ingresos menguantes.
En tal contexto, escuchar a quienes son parcialmente responsables de que hoy haya que meter la tijera en gastos y salarios poner a caldo a quien lo hace porque cree que no queda más remedio resulta sorprendente e irritante. Pero que esa crítica se realice, además, sin ofrecer ninguna alternativa realista a los recortes que hoy se aplican es más de lo que deberíamos estar obligados a aguantar.
A mí, como a usted, tampoco me gustan los recortes. Pero mientras que los particulares podemos quejarnos sin vernos obligados a ofrecer alternativas, quien está en la oposición y es además en gran medida responsable del desastre de nuestra economía no tiene derecho a poner a caldo a quien recorta sin decir lo que habría que hacer para evitarlo: criticar sin dar una salida es una forma como otra cualquiera de engañar a los españoles.
Desde el PSOE negaron primero que hubiera crisis; luego admitieron que la había y que era de tal envergadura que recortar era progresista; y ahora, cuando el ajuste no lo hacen ellos sino quienes han recogido su herencia desastrosa, proclaman como si todos fuéramos idiotas, que los recortes son la muestra de la política reaccionaria del PP. ¡Y todo sin ponerse colorados!
Roberto Blanco Valdés, LA VOZ DE GALICIA, 23/3/12