Bienvenido al club

ABC 31/08/15
LUIS VENTOSO

· González alerta: lo de Mas es una aberrante barbaridad. Pues que se lo explique a Sánchez…

HACE casi tres años, ABC publicó una portada con el siguiente titular: «Cataluña, tenemos un problema». Alarmista fue el epíteto más suave que recibió el periódico. Nuestros buenistas de guardia se hacían cruces tuiteras ante tan «cavernaria» intransigencia frente al «problema del encaje de Cataluña», que podía arreglarse simplemente «con un poco de diálogo y comprensión». Ahítas de «seny», ponderadas voces de la sociedad catalana contrarias a la independencia –eso sí, siempre en susurros, no vaya a ser– también criticaron el tono «exagerado» de aquel titular. A su juicio, el periódico estaba dramatizando lo que no era más que el juego de siempre del nacionalismo, «ya sabes, un poco de tensión con “Madrit” para conseguir un acuerdo económico favorable y más competencias, ¿entiendes?». Hasta alguna muy elevada magistratura del Estado mandó un afectuoso recado de «tratadme bien a los catalanes».

Pero por desgracia el periódico acertó. Hasta se quedó corto: asistimos a un pulso sedicioso en toda regla, un ejercicio de golpismo civil para romper España violentando sus leyes democráticas. Todo bien engrasado por una operación «goebelsiana» de propaganda, costeada para más señas por el dinero público de los catalanes y el resto de los españoles, que hemos sufragado con nuestros impuestos el rescate de una comunidad de potencia extraordinaria, que vio sus cuentas quebradas por la mala cabeza de Maragall y Carod y el fanatismo endiosado de Artur Mas.

Desde aquella portada, ABC ha venido enunciando una serie de hechos empíricos. La Cataluña independiente saldría fuera de la UE. Perdería también las enormes ventajas de todo tipo que le reporta formar parte de España desde siempre, hasta el punto de que se convertiría en una nueva Albania a la deriva. Por su parte, Artur Mas ha incurrido en la mayor de las ilegalidades, pues siendo el representante del Estado en Cataluña maniobra con facundia para tratar de burlar sus leyes y destruir el propio Estado. Por último, el periódico ha reiterado una obviedad: un presidente de España no puede avenirse a aceptara las peticiones de los separatistas sin traicionar las obligaciones fundacionales de su cargo.

Pues bien, en una tribuna en el diario que lo apoyó en el mantenimiento de aquello que se dio en llamar el «felipismo», (de ilusionante arranque y sonrojante final), Felipe González suscribe todo lo que ha venido diciendo ABC durante la crecida de Mas. Por momentos, asombra la similitud de algunas expresiones. ¡Bienvenido al club! El club del patriotismo democrático, el sentido común y el Estado de derecho. Es un alivio que una eminencia del PSOE, aunque sea desde la simbólica sala de los jarrones chinos, denuncie con claridad y dignidad el golpismo de Mas, que González llega incluso a comparar con las crecidas del fascismo y el nazismo en los años treinta.

Con su tribuna en «El País», Felipe González ha hecho un ejercicio de patriotismo. Pero si quiere culminarlo, debería ir y contarle todo esto al señor Sánchez, que por espurios chalaneos electorales está haciendo gala de una enorme empanada ante la crisis territorial de su país. Sánchez incluso amaga con una retrógrada España de dos velocidades, que consagraría a los catalanes como ciudadanos de primera, superiores al resto y merecedores de otro trato. Al cabal texto de González le falta algo: señalar que el separatismo ha recibido un balón de oxígeno por el lamentable tono filonalista de su partido. Desde Zapatero, el PSOE ha sacrificado la defensa de España a su afán electoralista por desmarcarse del PP. Y ahí sigue. Y así le va.