Iñaki Ezkerra-EL CORREO

  • Es un misterio la devoción del nacionalismo hacia una Francia que no les da ni agua

Fue la película de Berlanga que retrató a la España de los inicios de la década de los 50 que quería olvidarse de la pobreza haciéndose una foto con el amigo americano, como si una simple foto nos fuera a sacar las castañas del fuego. Hablo, naturalmente, de ‘Bienvenido, mister Marshall’, esa comedia cinematográfica en la que se puede ver a un Pepe Isbert endomingado haciendo el papel de alcalde de un pueblecito de la España profunda por el que los americanos van a pasar, en efecto, pero de largo, o sea, a toda pastilla, echando humo y sin detenerse ni para dar los buenos días. Algo parecido a este País Vasco que se ha disfrazado este fin de semana de étnica realidad virtual para una foto en la que entran docenas de miles de ikurriñas, maillots amarillos y hasta aguiluchos negros de la peña abertzale (los ‘arrano beltzak’) pero ninguna bandera constitucional; en la que caben ertzainas y gendarmes a tutiplén (hasta cuatro cuerpos de seguridad franceses), pero ningún policía nacional ni ningún guardia civil de esos que, por no pisar, no pisan el País Vasco ni durante la Vuelta Ciclista a España porque el Gobierno de Vitoria es muy celoso de sus competencias. La verdad es que uno no entiende muy bien esta devoción de nuestros nacionalistas hacia una Gendarmería como la del país vecino, que es símbolo fáctico del centralismo más implacable y jacobino de porrazo y tentetieso.

Sí. El rechazo visceral del nacionalismo vasco hacia una monarquía española que les ha dado de todo (Estatuto de Autonomía, Concierto Económico, instituciones, prestaciones, subvenciones…) y su contradictoria devoción hacia una República francesa que no les da ni agua constituye un verdadero misterio que va mucho más lejos de la escenografía colorista de este arranque del Tour. Sirva de muestra ese selfie que el diputado Aitor Esteban y la europarlamentaria Izaskun Bilbao se hicieron sonrientes con Emmanuel Macron en Bruselas durante la cumbre de Renew Europe. No he visto una imagen semejante de los peneuvistas junto a Pedro Sánchez a pesar de que han sido sus colaboradores necesarios en el nacimiento y mantenimiento de la legislatura que ahora termina. Y, sin duda, es en esa devoción injustificada, pero tan hispanita, donde está la clave de la sangrante y no menos divertida paradoja a la que asistimos en estas festivas jornadas: los vascos de Hegoalde agradeciendo a los franceses un reconocimiento como pueblo que los franceses niegan a los vascos de Iparralde.

Sí. De la España de ‘Bienvenido, mister Marshall’ hemos pasado a la Euskadi de ‘Ongi etorri, monsieur Tour’; a esta representación virtual en la que flota el fantasma de un Pepe Isbert que ha cambiado el sombrero cordobés por la txapela.