EH Bildu, o Sortu dentro de ella, quieren imponer entre los que ahora le apoyan lo que es la marca de la casa: el apoyo a sus presos y el blanqueo de ETA

Fue en febrero de 1996 cuando a la mayoría de nosotros nos empezó a sonar este apellido. Coincidió con que un tipo llamado así había matado a bocajarro, sin dejarle posibilidad ninguna de defensa, a quien fuera presidente del Tribunal Constitucional Francisco Tomás y Valiente. El simbolismo de aquel asesinato nos conmovió profundamente. Aunque hubo muchos más igual de atroces.

Bienzobas es un apellido raro y curioso. Su origen parece situarse en la Ribera de Navarra, en un lugar cerca de Fitero llamado Nienzebas, escrito así, y que luego derivaría en Bienzobas, según los genealogistas. Pero no consta como apellido euskérico en el nomenclátor de Euskaltzaindia. Poco más de seiscientas personas lo llevan en toda España. Siempre he pensado que con aquel asesinato y la trayectoria irreductible de este individuo, al apellido le cayó como una enorme losa encima cuyos pocos portadores han de sobrellevar con el mejor ánimo posible.

Ahora vuelve a salir a la palestra con motivo de una exposición de las pinturas y esculturas que ha realizado durante sus largos años en la cárcel y que sus amigos han decidido exponer en su pueblo natal. Está claro que algo así solo ha podido ser posible porque EH Bildu ha conseguido la Alcaldía de Galdakao en las municipales de mayo con el apoyo de sus seis concejales, más los cuatro de la plataforma a favor del metro, otros dos por el grupo vecinal que postula la segregación del barrio de Usánsolo y otro de Podemos. Total trece, frente a los ocho que suman PNV (6) y PSE (2). Resultado todo ello de una gestión municipal de los anteriores regidores peneuvistas, dominante desde el inicio de la Transición, que encalló por esos dos temas recurrentes en el pueblo: la llegada del metro y la segregación de Usánsolo.

Supongo que en el programa de gobierno que firmaron los partidos para votar al nuevo alcalde no entraba esto de Bienzobas. Pero lo cierto es que EH Bildu, o Sortu dentro de ella, quieren imponer entre los que ahora le respaldan lo que es la marca de la casa: el apoyo a sus presos y el blanqueo de ETA. Que todos los demás se lo consientan deja bien a las claras que el que se alía con la izquierda abertzale no solo no la democratiza, sino que se ve arrastrado por ella a su agujero negro de intolerancia.

Mientras la Audiencia Nacional le ha respondido a Covite que la muestra no atenta contra la legalidad, salvo que se produzcan a su alrededor muestras de apología del terrorismo, los partidos se han ido retratando ante el caso. El alcalde de Vitoria-Gasteiz y presidente de Eudel se ha lucido con su postura: que no se quite la exposición, pero que se ponga que es de ETA. Es que si hacen eso la Audiencia Nacional sí que tendría motivos para intervenir. Las reacciones del Gobierno de España y del Ejecutivo vasco han sido más en clave institucional. Pienso que esta es la vía más adecuada, porque ante la provocación de la izquierda abertzale solo resulta efectiva la unidad del resto de partidos.

Si el PP vasco hubiera promovido en el Parlamento de Vitoria una declaración unitaria de repulsa, por ejemplo, las cosas se habrían hecho bien. En cambio, optando a ir por libre para manifestar su indignación, como hizo, cometió a mi juicio un error grave. Primero, porque lo hizo el mismo día que desde Madrid se anunciaban los tres cabezas de lista populares para las generales en Euskadi -de los cuales el PP vasco ha cuestionado a dos-, con lo cual la reacción de indignación por lo de Bienzobas quedaba irremediablemente teñida de oportunismo en clave interna. Y segundo, porque lo hizo en un municipio como Galdakao, donde el PNV ha quedado desbancado de la Alcaldía, pero al mismo tiempo el PP perdía su único concejal.

Sin duda, el PP vasco ganaría en credibilidad si se dedicara más a trabajar su política municipal desde abajo. Y no habrá sido porque en la última legislatura en Galdakao no haya tenido temas y oportunidades propicias para hacerlo. El caso es que la convención de septiembre ha quedado amortizada y que lo de Bienzobas ha representado para los populares vascos la metáfora perfecta de una política viejuna. Se entiende que EH Bildu vuelva a ella una y otra vez, pero que el PP de Euskadi le siga el juego resulta letal para su futuro.

No obstante, ahora que los gobiernos vasco y español piden que lo de Bienzobas sea retirado, convendría recordar que algo así no es en absoluto ocasional ni mucho menos novedoso: otro terrorista tan señalado como Iñaki de Juana Chaos tiene sus libros repartidos por todas las bibliotecas municipales de Euskadi, tal como he recordado desde 2011 en artículos de prensa y revistas (y perdón por la autocita). Y hasta hoy nadie se ha escandalizado por eso. En concreto, uno de sus libros, titulado ‘Egunak’, se encuentra desde hace años en las estanterías de nada menos que 164 bibliotecas municipales, la de Galdakao incluida, una cifra a la que no llegan ni el ‘Obabakoak’ de Bernardo Atxaga ni el ‘Patria’ de Fernando Aramburu. Puede que unos cuadros en un solo centro cultural llamen mucho más la atención que un libro en 164, pero el atropello ético y moral es el mismo. Con el caso de De Juana Chaos recuerdo que me dirigí al Gobierno vasco, del PSE entonces, y me contestaron que se subvenciona a las bibliotecas en función de un polinomio -lo del polinomio se me quedó grabado-, pero que la elección de los libros les corresponde solo a ellas. Aún conservo la carta.