La coalición Bildu, oxigenada in extremis por el Tribunal Constitucional, culmina su carrera hacia el 22-M como empezó: ensimismada en su huida hacia la creación de un «estado vasco independiente» y desestimando cualquier amago de condena a ETA y su medio siglo de terror.
Envalentonados por su legalización, los candidatos de la coalición radical no se han visto en la necesidad de repudiar la violencia etarra, ni siquiera cuando un preso de la banda irrumpió de lleno en la campaña exhibiendo un cartel de apoyo a Bildu al salir de prisión. Más bien al contrario, cuando la polémica imagen copó las portadas de la prensa, sus portavoces saludaron la «rehabilitación» del etarra a la «democracia», para satisfacción de su base social mayoritaria, que ha llenado sus mítines políticos de soflamas independentistas y gritos por la «amnistía» de los presos.
En quince días de intensa actividad política el único aprieto en el que se han visto sus líderes fue durante un debate televisado el pasado domingo en la cadena pública vasca ETB-1 (en euskera). Ante el foco de las cámaras, la parlamentaria vasca del PP Laura Garrido puso entre las cuerdas al columnista de «Gara» y cabeza de lista de Bildu en Guipúzcoa, Martín Garitano, a quien emplazó a repudiar a la banda. «¿Tú condenas el terrorismo de ETA?», le preguntó por dos veces Garrido, a lo que Garitano se limitó a contestar: «Yo a Galindo no lo puedo ni ver». El «independiente» Garitano, que aspira a gobernar la Diputación guipuzcoana, prosiguió su autorretrato al equiparar a las víctimas de ETA con los presos de la banda y rechazar un futuro con vencedores —el Estado de Derecho— y vencidos —los asesinos—.
Brindis a Sol
Como guinda a su campaña Bildu se atrevió a señalar «similitudes importantes» entre su ideario y el movimiento del 15-M, que entre otras cuestiones reclama la derogación de la Ley de Partidos que ilegalizó a Batasuna. Su portavoz Óskar Matute, procedente de IU, se identificó plenamente con quienes se manifiestan en ciudades de toda España contra «una democracia de cartón piedra» y los partidos políticos «que se mueven plácidamente gestionando el sistema».
ABC, 21/5/2011