ABC, 15/7/2011
No hay día que algún miembro de la banda terrorista ETA no organice su particular show en la sala de vistas de la Audiencia Nacional. Arrogancia y prepotencia, incluso una aparente indiferencia respecto de lo que se debate durante el juicio (aunque allí se juegan años de cárcel), son actitudes que se han visto potenciadas en los últimos meses entre los pistoleros etarras.
El triunfo de Bildu en las pasadas municipales ha envalentonado a los cobardes del tiro por la espalda. La euforia se ha contagiado a los del banquillo de los acusados, empezando por el portavoz Otegi, que en su penúltima comparecencia ante la Justicia por el intento de refundar Batasuna a través de Bateragune se despachó con un mítin en el que ni siquiera dudó en atribuirse la victoria electoral de la coalición bildutarra.
Estas actitudes no pasarían de ser episodios individuales sin importancia si no fuera porque se producen en un contexto en el que la llamada izquierda abertzale vuelve a sentirse impune tras el espaldarazo que ha supuesto la sentencia del Tribunal Constitucional que permitió el desembarco de Bildu en las instituciones. Aunque la ley permita su ilegalización tras la constitución de los ayuntamientos y la toma de posesión de los cargos electos, las dificultades jurídicas para probar la dependencia de la coalición respecto de ETA son evidentes. Y ese mundo lo sabe.
También la banda terrorista ETA, en alto el fuego estratégico desde el mes de enero —«permanente, general y verificable», dijo en su anuncio—, se ha apuntado al carro de Bildu y ha puesto negro sobre blanco en su último comunicado que el triunfo de la coalición es su triunfo. Desde esa posición, los terroristas advierten al Gobierno de Zapatero que le corresponde dar el siguiente paso, un gesto de buena voluntad que prepare el terreno para una nueva negociación. La desfachatez de ETA llegó al extremo de hacer público su comunicado el 12 de julio, el mismo día en que se cumplían catorce años del vil asesinato, de dos tiros en la nuca, del concejal del PP Miguel Ángel Blanco.
En este contexto se vivieron ayer tres nuevos episodios de chulería etarra en la Audiencia Nacional. Curiosamente, ayer, 14 de julio, también fue un día de triste efeméride: hacía 25 años que ETA asesinaba a doce guardias civiles en el atentado de la Plaza de la República Dominicana, en Madrid. La Asociación pro Guardia Civil (Aprogc) aprovechó la ocasión para pedir que ningún acto terrorista quede impune.
Tres juicios
Al mismo tiempo, en la Audiencia Nacional se celebraban tres juicios. Uno contra Garikoitz Aspiazu «Txeroki» por el intento de asesinato, en 2002, de la teniente de alcalde de Portugalete, Esther Cabezudo, con un carrito de la compra cargado de explosivos (es el segundo juicio al que asiste desde que fuera entregado temporalmente por Francia. Del primero resultó absuelto); otro contra Ibai Beobide por colocar un artefacto explosivo en la rotativa del diario «El Correo» en 2008; y el tercero, contra la etarra Idoia Mendizábal por el ataque a la vivienda de un ertzaina en 1998.
Esta última tuvo que ser reprendida por la presidenta del Tribunal, la magistrada Ángela Murillo, por adoptar una postura poco respetuosa en la sala de vistas. Cuando la etarra colocó los pies encima del banco donde estaba sentada, Murillo le afeó la conducta: «Guarde la compostura, que no está usted en un bar, señora». Ante las protestas de la acusada, que durante el interrogatorio intentó sin éxito defender su militancia en la banda terrorista, la magistrada añadió: «Que se siente normal». El fiscal pide para Mendizábal 25 años de prisión.
El segundo episodio lo protagonizó el ex jefe militar de ETA «Txeroki» (para el que el Ministerio Público solicita 377 años de cárcel) cuando, al hacer uso de su derecho a pronunciar la última palabra, dedicó en euskera «abrazos y cálidos saludos a todos los que han venido desde Euskal Herria» y exclamó, brazo en alto y mirando a su público, la consigna etarra «Jo ta ke» (dale duro), informa Efe.
El tercer juicio era contra Ibai Beobide, para el que el fiscal solicita 15 años de cárcel. Al término de la vista oral, los familiares y amigos del terrorista que acudieron a la Audiencia Nacional le animaron al grito de «Ibai, eres el puto amo». Este etarra fue detenido mientras circulaba en bicicleta. Seguía así una consigna de «Txeroki» para tratar de burlar los controles policiales.
ABC, 15/7/2011