Editorial, EL CORREO, 24/6/11
La coalición deberá adecuarse a las reglas de la democracia representativa
La elección de Martin Garitano como nuevo diputado general de Gipuzkoa abre una etapa sin precedentes en el gobierno foral. Ha sido el amplio respaldo obtenido por la coalición ya gobernante en el territorio guipuzcoano lo que, en el fondo, ha acabado disuadiendo a las demás formaciones de presentar una opción alternativa, que solo podía descansar en un acuerdo entre jeltzales y socialistas. Ahora la gran incógnita que rodea al futuro inmediato de la política vasca es el modo en que Bildu asumirá sus responsabilidades de gobierno, engarzando tanto con el marco institucional como con el resto de las fuerzas políticas. La intervención de Garitano postulándose para diputado general ante las Juntas Generales de Gipuzkoa permite identificar los principales puntos de fricción al respecto. Bildu se presenta de hecho como heredera de la concepción que la izquierda abertzale ha albergado históricamente sobre la «solución del conflicto», rechazando que la desaparición de la amenaza etarra constituya el requisito indispensable para que los contenciosos que persistan entre los vascos y en su relación con el resto de España sean encauzados democráticamente. La pretensión de que el «cambio» auspiciado por Bildu tenga lugar bajo la tutela, sombra y acompañamiento de ETA o fomente la desmemoria constituye un factor de radical distanciamiento entre quienes procuren eso y el resto de la sociedad vasca. La otra gran prueba a la que los resultados del 22 de mayo someten a Bildu es la de su integración en la democracia representativa, ajustándose al marco competencial vigente aunque su intención sea «ampliar la democracia» o trabajar en las instituciones «de una manera diferente». Hasta cierto punto puede ser comprensible que Bildu aspire a realizar la totalidad de su ideario desde aquellas instituciones a cuyo gobierno ha podido acceder. Pero ni siquiera el ámbito siempre flexible de las competencias forales le faculta para actuar ignorando la distribución legal de atribuciones entre las distintas instituciones del País Vasco y la necesaria cooperación entre las mismas. Por otra parte, Garitano hizo ayer tanto hincapié en el protagonismo que los ciudadanos cobrarán en su acción de gobierno que permite advertir sobre los riesgos de que la Diputación se escude en las reivindicaciones o en las negativas de un determinado sector social para alejarse del interés común a todos los guipuzcoanos, que se define, en última instancia, por mayoría de las Juntas Generales.
Editorial, EL CORREO, 24/6/11