Editorial, EL MUNDO, 8/6/11
LA INTIMIDACIÓN de Bildu a los concejales de otros partidos que consideran un estorbo para sus objetivos demuestra dos cosas: que la izquierda abertzale está realmente envalentonada ahora que ya sabe que va a hacer política en las instituciones y que no renuncia a la calle para presionar y tratar de amedrentar a sus oponentes allá donde no lleguen sus actas de concejal. El PNV confirmó ayer que las amenazas recibidas por Carlos García, el único edil del PP en Elorrio (Bizkaia) que con su voto puede decidir la Alcaldía, no son un caso aislado. Urkullu aseguró que existe una presión que Bildu «está ejerciendo en determinados municipios, nosólo con pasquines, sino ante la posición que pueda tener el PNV» de cara a posibles pactos municipales.
En un panfleto de Bildu, García era calificado de «paracaidista » que «viene a hacer su guerra», y se recordaba que el PNV había calificado al PP de «fachas que desayunan todos los días con el yugo y las flechas». Si esto sucede ahora, antes incluso de acceder a los consistorios, ¿qué no ocurrirá cuando haya que debatir asuntos que, como la oposición al AVE, los radicales han tomado como bandera? La coacción va a estar en muchas localidades del País Vasco y de Navarra a la orden del día.
Urkullu pidió ayer al menos un gesto a Bildu de cara a la constitución de los ayuntamientos que consistiría en aprovechar la celebración de los plenos para solicitar expresamente el fin de ETA. No estaría mal para empezar, pero su solicitud no ha obtenido contestación. Más productivo hubiera sido que el PNV accediera a pactar con populares y socialistas para evitar, en la medida de lo posible, que Bildu se enseñoree de las instituciones. No lo ha hecho con el argumento peregrino de que quiere «superar la política de frentes» y que por ello no entrará «en ninguna fórmula de pacto que suponga ir a la contra de alguien». Suena a burda excusa en un partido que tantas veces se ha sumado con entusiasmo al cordón sanitario contra el PP. ¿No será que, en el fondo, une más el nacionalismo que la lucha por valores como el de la libertad?
Hace bien Soraya Sáenz de Santamaría cuando pide a Interior que esté «muy pendiente» de los comportamientos de Bildu y que tome «buena nota» del acoso al que está sometiendo a los ediles de otros partidos, pensando en una posible ilegalización. Y es que asistimos a un intento de alterar los resultados de las elecciones evitando las legítimas alianzas que pudieran establecer los partidos.
A ese ejercicio de democracia, Bildu lo llama en su texto distribuido entre los ciudadanos «arrebatar la Alcaldía, sin vergüenza ni dignidad». A estas alturas ha quedado claro también que Eusko Alkartasuna y Alternatiba, integrantes de Bildu junto a los batasunos, son lo que decían los informes policiales, ni contrapeso ni garantía de nada: mera comparsa. Para que la actitud vigilante ante Bildu sea valorada por los ciudadanos como garantía de sus libertades no hay que dar ninguna excusa a los proetarras para deslegitimar el Estado de Derecho. Por eso es especialmente lamentable que el Supremo haya tenido que absolver a cuatro acusados de colaborar con ETA a los que la Audiencia Nacional había condenado a penas de prisión.
En una sentencia hecha pública ayer, el Alto Tribunal critica que la Audiencia hiciera caso omiso a las denuncias de torturas planteadas por los detenidos, pese a presentar señales de golpes. Y no es la primera vez que ocurre. Este mismo año el Tribunal Europeo de Derechos Humanos ha condenado a España por no investigar la denuncia de torturas a un acusado por kale borroka. En la lucha contra el terrorismo hay que actuar con todo el peso de la ley, pero con todas las garantías.
Editorial, EL MUNDO, 8/6/11