- Unos querrán convencer de que el sanchismo está vivo y es bueno para el país, y otros dirán que está agotado y es una pesadilla
La declaración de Otegi solo beneficia al sanchismo. El PSOE pretende que su política de blanqueamiento de ETA sea verdad, que no se le culpe de pactar con “filoetarras”, y las palabras del líder batasuno encajan como un guante. Además se producen en el momento justo: después de un congreso sanchista destinado a transmitir tranquilidad y moderación abrazando la socialdemocracia.
¿Qué mejor prueba del éxito de Sánchez que un “arrepentimiento” de Otegi? El sanchismo hacía aguas, entre otras cosas, por lo indeseable de sus compañeros de viaje. Una gran parte del electorado tradicional del PSOE no estaba dispuesto a ir del brazo de terroristas que no se han arrepentido. Era preciso calmar la conciencia de ese elector dando cuerpo al relato de una ETA definitivamente derrotada por Sánchez. Porque ya no solo no mata, sino que pide perdón.
Esto demuestra que la batalla política no va a ser por el socialdemócrata que duda si votar o castigar al PSOE de Sánchez. La lucha será entre dos mensajes contrapuestos. Unos querrán convencer de que el sanchismo está vivo y es bueno para el país, y otros dirán que está agotado y es una pesadilla. La pugna entre la creencia de que Sánchez es capaz de resolver todos los problemas y conflictos que ha creado, o si es una época consumida que debe dejar paso al PP para que arregle el desaguisado.
El modelo es el del jefe que pone en marcha la organización para que triunfe su causa personal -seguir en la Moncloa-, y convence al resto de que se ponga a su servicio
El juego de Sánchez se explica por lo que Julien Freund llamaba “el mando”: la capacidad para conseguir la obediencia de forma voluntaria, haciendo creer que el proyecto personal del jefe es la representación del bien común. Vamos, que su alianza con Bildu beneficia a España. Así se construye una “voluntad colectiva”, que en democracia se traduce en votos. Ya lo hizo Felipe González en su tiempo. El modelo es el del jefe que pone en marcha la organización para que triunfe su causa personal -seguir en la Moncloa-, y convence al resto de que se ponga a su servicio por un interés superior al de cada uno.
Sánchez quiere ser el mando necesario, que es exactamente lo mismo que busca Pablo Casado. Lo que marca el triunfo es la adaptación del mensaje político a la necesidad de una mayoría. Sánchez tendrá una oportunidad de ganar si es capaz de trasladar que su Gobierno es la única solución para los problemas de España. Será difícil porque su gobernanza está basada en la creación de conflictos en todos los ámbitos, desde el poder judicial o la reforma laboral, hasta la misma Constitución que ahora quiere reformar.
La clave para el éxito del PP de Casado será insistir en que Sánchez es el problema de España. El objetivo debería ser conectar con el deseo de vuelta a la tranquilidad, a la estabilidad, con la promesa de enderezar la economía, el europeísmo, la unidad de España o la educación, además de poner fin a la legislación ideológica. Se trata de transmitir tranquilidad y gobernabilidad.
El voto ‘progre’ de Arrimadas
Esto es lo que ha hecho que el PP, según las encuestas, se haga con el 60% del voto de Ciudadanos, unos 700.000 votantes. Ahora bien, la conquista de Cs ha concluido, aunque quede una buena parte en la abstención, porque el giro “progre” de Arrimadas hace que sobreviva gracias al trasvase de votos desde el PSOE. No hay nada más que rascar.
Vox, por otro lado, es el partido de los guardianes de los valores occidentales y españoles, volcado más en la tarea de que se oiga su voz y dar la batalla cultural que en gobernar. Ese partido da a sus votantes lo que quieren: guerra a la izquierda. No se baja del 15%, con una fidelidad de voto superior al 85%. Si el PP quiere competir con Vox usando sus mismas armas tendría que ser muy radical en sus formas y contenido. Perdería así el perfil de opción de gobierno tranquilo, que es lo que funciona en el electorado del centro-derecha.
¿Qué permite ganar votos a izquierda y derecha? La imagen de ser el mando necesario, de ganador que echará a Sánchez y sus problemas, y que devolverá España a los tiempos tranquilos. Esto es lo que lleva a los electores del PSOE y de Vox a votar al PP, no el adoptar la socialdemocracia, sino la perspectiva de terminar esta etapa tan convulsa como agotada. El triunfo estará en presentarse como el camino más corto y seguro para echar a Sánchez y a sus aliados comunistas e independentistas. La esperanza de que el gobierno sanchista termine es mucho más poderosa que cualquier retórica de mitin.
No hay que dejarse engañar por las palabras si no se traducen en hechos. Y menos cuando forman parte del acuerdo entre el sanchismo y los bilduetarras, de declaraciones a cambio de concesiones como los homenajes a asesinos, el acercamiento de presos, la retirada de la Guardia Civil y el Ejército, o la competencia de prisiones. Estamos tan acostumbrados a los procesos de beatificación de Sánchez como a sus cesiones a los enemigos de la libertad.