TONIA ETXARRI-EL CORREO

Sin alteración del guion de los apoyos a las Cuentas públicas, a estas alturas el presidente del Gobierno ya sabe que los Presupuestos recibirán el aprobado de sus socios en el Congreso. Superado el postureo de la tensión en el intercambio de condiciones, EH Bildu se ha erigido en el socio preferente de La Moncloa. Resulta rocambolesco el desdoblamiento de su papel en los tres parlamentos: en Madrid y Navarra, aliados con los socialistas y Podemos; en Vitoria, portazo al PNV, que gobierna con el PSE. Salvadores de Chivite y Sánchez, y azote de Urkullu en el País Vasco, donde la campaña electoral ya está condicionando todos los movimientos. Por eso Bildu está escenificando la distancia con su competidor en las urnas de mayo. En el Congreso, sin embargo, es diferente. Bildu necesita que Sánchez siga de presidente del Gobierno. En esta legislatura y más allá. Más margen para cerrar el círculo de los presos de ETA (sus presos, dicen ellos), que no los quieren en las cárceles próximas sino en casa, desactivar la presencia del Estado en el País Vasco y Navarra, desbaratar el marco constitucional y sus instituciones mientras pactan medidas sociales para ganarle el pulso al PNV por el liderazgo abertzale. Y Sánchez se lo está facilitando. Este presidente es un chollo para ellos. Los de Otegi, que ya consiguieron pactar con el PSOE la Ley de Memoria Democrática, que pretende reescribir la historia y extiende el franquismo hasta 1983, son mucho más que unos ‘influencers’. Bildu y, por supuesto, ERC son los preferidos de Sánchez aunque al inquilino de La Moncloa le cueste más contentar a los independentistas catalanes, a pesar de que está alterando el Código Penal en su beneficio.

El grupo de Otegi sigue sosteniendo a Sánchez con sus contrapartidas sociales, cierto, pero en esa corriente de prebendas, entre las 200 plazas de los MIR y el circo en euskera, se ha colado la expulsión de la Guardia Civil de Tráfico en Navarra. Que eso es lo que significa, hablando en román paladino, la transferencia de la competencia de Tráfico a la Comunidad Foral. Ayer el diputado navarro García Adanero reprochó al Gobierno que su pacto con Bildu fuera nada menos que sobre la Guardia Civil. Y el ministro Bolaños se refugió en sus recurrentes insultos a la derecha y en exhibir una apropiación indebida de la paternidad de los méritos de haber acabado con ETA. Pero lo más gracioso, si no resultara ofensivo, es oír a la vicepresidenta Calviño negar la mayor. Los guardias de tráfico no van a desaparecer. Al contrario, «incluso se va a reforzar, posiblemente, la presencia de la Guardia Civil en Navarra». Ahí la tienen. Guarden la cita para esculpirla sobre mármol.

A Maite Pagazaurtundua le parece un «escarnio». Prescindir de quienes han sido «los escudos de nuestras libertades», en los duros ‘años de plomo’ cuando han sido objeto de campañas de acoso y persecución en pueblos como Alsasua con sus campañas del ‘Ospa Eguna’, es una cesión de los socialistas a EH Bildu en toda regla. Palabra de Maite Pagazaurtundua. Nada que objetar.