Bildu rentabiliza su proceso de ‘normalización’ a manos de Pedro Sánchez

Juan Casillas Bayo-ABC

  • La coalición aberzale, otrora marginada, encadena tres semanas imponiendo sus postulados políticos

Siete etarras, a las puertas de salir de prisión tras publicarse la ley en el BOE, según la AVT

«Si quiere lo digo cinco veces o veinte durante la entrevista: con Bildu no vamos a pactar, con Bildu no vamos a pactar. Si quiere se lo repito otra vez». Corría el 25 de abril del 2015 y el secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, solemnizaba en Navarra TV su compromiso. Entonces, el hoy presidente del Gobierno decía que «posicionarse o alinearse cerca» de los aberzales era no tener «un proyecto de país». «En cualquier tipo de combinación que esté Bildu, el Partido Socialista no estará (…). Nosotros tenemos una línea roja que es la defensa de la Constitución».

Ríos de tinta se han escrito ya sobre la facilidad del jefe del Ejecutivo de saltarse sus propias líneas rojas. «Mentiras» para unos, la oposición, «cambios de opinión» para otros, el PSOE. De aquella lejana declaración, que aún hoy persigue al presidente, se cumplirá el próximo 2025 una década. Tardó aún cuatro años más para dar pasos inequívocos hacia la ‘normalización’ de Bildu, ahora asumida hasta el punto de que la coalición liderada por Arnaldo Otegi, exdirigente de la banda terrorista ETA, deja una clara impronta en la vida política.

En las últimas tres semanas, los éxitos de Bildu han copado titulares en todas las portadas. La alianza que integra a la izquierda aberzale está mayoritariamente controlada por Sortu, el partido heredero de la ilegalizada Batasuna, que fue en su día el brazo político de los etarras. Hasta la llegada de Sánchez al poder, los distintos Gobiernos de la democracia habían ejercido un ‘cordón sanitario’ contra ella, que actualmente sigue sin condenar de forma expresa y tajante –con honrosas excepciones– el terrorismo de ETA.

En 2019, tras las elecciones autonómicas de ese año, el PSOE dio el primer paso hacia un punto de no retorno. La socialista María Chivite fue investida presidenta de Navarra gracias a Bildu, a pesar de que había ganado las elecciones Navarra Suma (coalición de Unión del Pueblo Navarro, PP y Ciudadanos). Meses después, tras una repetición electoral a nivel nacional que no le salió tan bien a Sánchez como esperaba, las abstenciones de ERC y Bildu fueron indispensables para mantenerse en el Palacio de la Moncloa. Semanas antes, los socialistas asumieron el peaje de fotografiarse por primera vez con los aberzales en una ronda de contactos de cara a la investidura de un jefe del Ejecutivo. Adriana Lastra y Rafael Simancas, con rostros serios y visiblemente incómodos, asumieron el trámite que Sánchez no quiso protagonizar.

Fue el principio de una ‘normalización’ que hoy se traduce en cesiones a cambio de votos, como se ha evidenciado este mes, y que culminó el propio Sánchez hace poco más de un año, ya sonriente y con un firme apretón de manos, al retratarse junto a la portavoz de Bildu en el Congreso, Mertxe Aizpurua. Amnistía para ERC y Junts, instantánea para los aberzales.

El presidente culminó el proceso el octubre pasado, sonriente, con una foto junto a la portavoz aberzale en el Congreso

Bildu, callado y sin hacer ruido, lleva un lustro haciendo valer su peso en Madrid e incluso compitiendo con el PNV por ese rol de gran negociador. Primero, a principios de mes, Aizpurua y el diputado Jon Iñarritu anunciaron a bombo y platillo, con el Ejecutivo cediéndoles toda la iniciativa, que habían alcanzado un acuerdo para reformar la Ley de Protección de la Seguridad Ciudadana, conocida por sus detractores como ‘ley mordaza’, y que Sánchez asume los cuatro puntos de desencuentro que la legislatura pasada frustraron el pacto. Entre otras cosas, se prohibirá el uso de pelotas de goma como material antidisturbios.

Pero sin duda, el gran éxito de Bildu se destapó el 7 de octubre cuando trascendió que el Gobierno había logrado colar de tapadillo dos enmiendas en un proyecto de ley aparentemente inocuo, para trasponer una directiva europea sobre antecedentes penales, cuyo efecto es que los presos de ETA puedan descontarse, desde que la norma entre en vigor, los años de prisión pasados en Francia por la comisión de otros delitos. Ni siquiera le hizo falta proponer los cambios a la coalición independentista –lo hizo Sumar– ni dar la batalla por su aprobación. La oposición no se enteró de lo que sucedía hasta el final.

Tres éxitos de manera consecutiva

3 de octubre

Ley de Seguridad Ciudadana

Bildu anuncia el acuerdo para reformar la ‘ley mordaza’. Se prohíben las pelotas de goma y las devoluciones en caliente, y se suavizan la desobediencia y las faltas de respeto a la autoridad.

7 de octubre

Beneficio a presos de ETA

Para horror de las víctimas del terrorismo y de la oposición, que no se dio cuenta en la tramitación, trasciende que dos enmiendas a una ley de antecedentes penales permitirán a presos de ETA descontarse años de cárcel.

15 de octubre

Sin arrepentimiento

El PSOE y sus socios rechazan una ley del PP para impedir que condenados de ETA no arrepentidos se presenten a elecciones. En 2023 Bildu llevó en sus listas a 44 etarras, siete con delitos de sangre, aunque al final rectificó.

La tercera victoria de Bildu, el ‘hat-trick’, llegó el martes con la decisión del Congreso, PSOE incluido, de rechazar una proposición de ley del PP para impedir que los condenados de ETA puedan presentarse a procesos electorales sin pedir perdón y mostrar arrepentimiento. Aizpurua, en su salsa, acusó a los populares de pretender impedir la participación en la vida pública de «ciudadanos vascos». Su partido, el año pasado, fue obligado a rectificar tras llevar en las listas de los comicios municipales a 44 etarras, siete de ellos con delitos de sangre en su historial. Nada impide que puedan concurrir nuevamente, condenen o no su pasado criminal.