• Al PNV le espera un duro pulso con la segunda fuerza política del Parlamento vasco

Resultó inevitable. La sombra de EH Bildu se proyectó ayer sobre la VIII Asamblea General del PNV después de que los jeltzales se hayan sentido desplazados del escenario principal en el club de Sánchez, con la negociación de los Presupuestos, desde que el grupo de Otegi, de la mano de Rufián, haya exhibido su poder de control en el Gobierno de España. Andoni Ortuzar no los citó por su nombre. Pero sus referencias a las cábalas sobre supuestos pactos reflejaron su inquietud ante la posibilidad de que el ‘juego de tronos’ de Bildu traspase las pantallas y se instale en Ajuria Enea después de las próximas elecciones. De momento el PNV sabe que le espera un pulso muy tenso con la segunda fuerza electoral de Euskadi.

Los de EH Bildu ya han quedado tan blanqueados como la nieve que ha caído este fin de semana. Despojados del lastre de la negra historia del terrorismo de ETA. No porque hayan renegado de su historia, que siguen justificándola, sino porque los gobiernos que negocian con ellos no les exigen el pasaporte democrático. Ni un suelo ético. Así está EH Bildu.

En la cabina del control del Gobierno de la socialista María Chivite en Navarra. Socios «insaciables» de Pedro Sánchez. Se han convertido en imprescindibles para un presidente tan despectivo con la oposición constitucionalista, tan dócil con quienes quieren romper con España. Y ahora acaban de abrir su tercer escenario ‘útil’ en el Parlamento vasco. Al no presentar enmienda a la totalidad a los Presupuestos de Urkullu, han dado un paso más para acercarse al Ejecutivo vasco con la intención de sustituir al PNV en cuanto los socialistas se atrevan a explicar a sus seguidores la bondad de una alternativa de gobierno tripartito de izquierdas, si los votos lo facilitan.

Los seguidores socialistas aún no están preparados para justificar un gobierno con Bildu en Ajuria Enea

De momento, están intentando compaginar sus brotes de pragmatismo con su intención confesa de ir a Madrid «a tumbar definitivamente el régimen». Una de cal: las manifestaciones a favor de los presos de ETA (no basta con acercarlos, hay que excarcelarlos) y la independencia. Otra de arena: Sánchez, nos debes un favor. Urkullu, seguramente, también. Se ha instalado con tanta solidez la convicción de que se pueden tejer otras alianzas entre los socialistas y Bildu que el propio dirigente socialista Eneko Andueza (que fue quien dio pábulo a la posibilidad de un gobierno alternativo con Bildu y Podemos) ahora ha reculado poniendo énfasis en los pactos locales. Porque aún no está la fruta madura para pensar en gobiernos. Esto es: que aún no están los seguidores socialistas preparados para justificar un gobierno con Bildu en Ajuria Enea. No todos son como Odón Elorza. Es cuestión de tiempo.

El PNV, en su asamblea, dejó entrever su preocupación porque le roben la merienda. Su doctrina identitaria permanece inalterable, aunque ayer no la exhibiera con profusión. La referencia que aparece en su documento sobre el «relato histórico de lo vasco que ofrezca una idea cierta de nación» será utilizado por EH Bildu que, después de su negociación en los Presupuestos, esperará cierta correspondencia por parte del PNV.

Le volverá a emplazar para que retomen las bases de su acuerdo para el nuevo estatus. Aquellas bases que tanto recordaron al denostado Plan Ibarretxe y de las que acabó desmarcándose el partido de Urkullu para buscar un acuerdo más amplio. Bildu lleva mucho tiempo reclamando al PNV que se olvide de la transversalidad y pacte un estatus soberanista. Tendrá que mojarse.