Dos de los tres agentes de servicio se apostaron ayer en la puerta del Consistorio para negar la entrada a los guardaespaldas de dos ediles de PSE y PP
«Tenemos orden de la alcaldesa de que ustedes no pueden pasar». Mediodía en la localidad guipuzcoana de Andoain. José Luis Vela, concejal del PSE y hasta hace diez días responsable de la Policía Municipal, y Asunción Guerra, edil del PP, tratan de acceder al Ayuntamiento. Franquean la puerta sin problemas, pero los dos miembros de la guardia urbana que custodian la entrada dan el alto a los cuatro escoltas que les siguen. «No pueden pasar». Una hora antes Guerra también lo había intentado en solitario, con la misma respuesta del único agente que entonces controlaba el acceso. Sus dos acompañantes debían quedarse en el exterior.
La alcaldesa de Bildu, Ane Carrere, ha dado orden a la Policía local para que impida que los guardaespaldas de socialistas y populares pasen al interior del edificio consistorial. De hecho, ayer la regidora dedicó a esta tarea dos de los tres agentes que estaban de servicio en el turno de la mañana, según explicaron a este periódico los dos concejales afectados. «Es muy grave que dos policías se encarguen de impedir la entrada de nuestros escoltas y que solo uno esté disponible para cubrir toda la seguridad de un municipio de 15.000 habitantes», coincidieron.
Los ediles reconocen sentirse «sorprendidos» por las decisiones que ha adoptado la alcaldesa desde que tomara posesión del cargo el pasado día 11. Al lunes siguiente quitó el arco de seguridad que presidía el acceso al Consistorio, el martes eliminó el escáner y el miércoles envió al resto de la Corporación un escrito en el que advertía que los escoltas no eran bienvenidos en el interior de ninguno de los «edificios municipales». El último episodio, ayer mismo, con el empleo de la guardia urbana para cerrar el paso a los guardaespaldas. Todo ello, en un municipio que ha visto cómo ETA asesinaba a siete de sus vecinos. El último, quien fuera jefe de la Policía local, Joseba Pagazaurtundua, en 2003.
La aplicación de la medida decretada por Carrere ha provocado ya los primeros roces. Guerra y Vela reconocieron ayer que habían protagonizado un ligero «encontronazo» con los agentes que custodiaban el Ayuntamiento. La primera en encararse a los policías fue la representante del PP que acudió al edificio consistorial sobre las once de la mañana con la intención de registrar la moción por la que su partido quiere que Bildu condene, en todos los municipios vascos, los más de 800 asesinatos de ETA y exija su disolución. La edil, que inicia su segunda legislatura en Andoain después de otros ocho años en Urnieta, pudo cumplimentar el trámite, aunque sus escoltas quedaron en la calle. «No me hagas esto, cumplo órdenes», asegura ella que le pidió el guardia cuando le abroncó por dejarla sin protección.
Minutos después, Guerra se encontró con Vela en una cafetería cercana. El dirigente socialista también quería pasarse por el Consistorio «para hacer unas cosillas». Quedaron en ir juntos. De camino, el militante del PSE telefoneó al jefe de la Policía. El mando le confesó que había encargado a sus compañeros que vigilaran la puerta del Consistorio para cumplir la orden de la alcaldesa. La regidora de Bildu le había hecho llegar un informe del secretario municipal en el que se subraya que la seguridad del interior del edificio es «responsabilidad exclusiva» de Carrere y que ésta asume en primera persona «cualquier problema» que pueda existir. El documento también recuerda que el Ayuntamiento guipuzcoano no cuenta con «protocolo de seguridad alguno» y que el Reglamento de Armas advierte que «con carácter general no se debe portar armas en edificios públicos». El secretario insiste, a modo de conclusión, en que «los escoltas que tienen la noble misión de evitar que las personas protegidas sean objeto de agresiones o actos delictivos, no pueden entrar armados, si la alcaldesa se lo prohíbe».
Análisis de la Abogacía
La conversación entre el jefe de la Policía y Vela no evitó otro rifirrafe de los agentes de la puerta y los guardaespaldas. «O les acompañáis en todo momento o yo entro dentro», advirtió un escolta a los policías que les cerraban el paso. Uno de los municipales, finalmente, accedió a permanecer con los dos concejales mientras realizaban gestiones en el interior.
«Está siendo una situación muy desagradable para todos», confesaban Vela y Guerra horas más tarde. Ambos exculpan a los funcionarios de todo lo sucedido y apuntan directamente a la alcaldesa de Bildu. «Aún no ha hablado con nosotros. Debería habernos llamado para hablarlo. No se habría montado este lío», subraya la representante popular, que acusa a la coalición soberanista de iniciar su mandato «con actitudes intimidatorias». Guerra aseguró también que la Abogacía del Estado estudia ya este caso. El edil socialista, en el Ayuntamiento desde 1995, desveló ayer que desde la constitución de la Corporación ha sufrido el acoso por la calle. El último episodio, el pasado sábado cuando varias personas le insultaron desde un coche. «¿Esta es la clase de paz que ellos quieren?», se pregunta Vela.
EL CORREO, 21/6/11