En EH Bildu están quienes fueron los servicios auxiliares de ETA y hoy son los principales beneficiarios políticos de los crímenes cometidos por la banda durante cinco décadas. Sirva esta primera afirmación como modo de presentación de los de Arnaldo Otegi. Y en apenas unos días conoceremos los resultados de las elecciones autonómicas vascas y, por lo tanto, sabremos si EH Bildu finalmente las gana. La sociedad vasca no ha hecho un examen crítico de su propio pasado, así que tal cosa es posible, aunque sea una infamia.
Se puede vivir sin recordar pero no se puede vivir sin olvidar, suele decirse; y aunque efectivamente hay cosas que deben olvidarse para que no nos condicionen más de lo necesario ni suframos innecesariamente, hay otras que deben no solo no olvidarse sino recordarse y hacer todo lo posible para que los que nos rodean las conozcan y las recuerden; es el caso de la violencia criminal de ETA: quién la llevó a cabo, quién hizo posible que ocurriera y quién se benefició políticamente de ella; y, de paso, que las generaciones jóvenes que no vivieron aquellos hechos, los conozcan ahora con pelos y señales y de modo completo, sin tergiversaciones ni manipulaciones. Y todo ello para disponer de todos los datos, conocer nuestra historia, evitar repetir los errores del pasado y obrar en consecuencia.
Al fin y al cabo, en EH Bildu se incluye a toda esa morralla que explicó, excusó, justificó o apoyó expresamente los crímenes cometidos por ETA a lo largo de cinco décadas, más unos pocos actores políticos añadidos después como comparsas para facilitar la legalización y el blanqueamiento del proyecto, unos pocos a los que no les importó compartir partido con quienes, no solo nunca condenaron los atentados, sino que pretendían, con ese proyecto político presuntamente renovado, manipular la historia, blanquearse y rentabilizar políticamente los asesinatos cometidos por la banda.
Por eso que a muchos ciudadanos nos parece un drama que EH Bildu pueda convertirse en primera fuerza política, bien en votos, bien en escaños, tanto monta, monta tanto, Isabel como Fernando; de hecho, que sume más votos o diputados que todas las fuerzas políticas que fueron sus víctimas (PP y PSE, fundamentalmente), ya es un hecho lo suficientemente penoso como para que nos preguntemos qué hemos hecho o qué nos han hecho en todo este tiempo para que esto sea posible. Ya dijo Barrena, dirigente de Batasuna, que «los terroristas de hoy puede que mañana no lo sean, depende quién escriba la historia». Pero es adonde hemos llegado y adonde nos han llevado los acontecimientos. Y lo menos que podemos hacer es lamentarnos, aunque no sea suficiente.
Si no era posible lograr la unidad política de Euskal Herria y su independencia respecto al resto de España, al menos que no quede rastro de España en Euskadi
Obviamente, una de las razones por las cuales EH Bildu está en disposición de lograr un gran resultado electoral es que, durante varias décadas, compartió estrategia y proyecto con quienes eliminaban físicamente a sus adversarios y, consecuencia de ese terrorismo ejercido a conciencia por parte de ETA, se logró debilitar la competencia electoral, sacar rédito político y, con la ayuda del PNV, fortalecer su propuesta nacionalista e independentista a costa del proyecto de los no nacionalistas, hoy minoritarios. Al fin y al cabo, ese era su objetivo desde los inicios: si no era posible lograr la unidad política de Euskal Herria y su independencia respecto al resto de España, al menos que no quede rastro de España en Euskadi y, mientras tanto, seguir fortaleciendo el proyecto independentista para cuando toque terminar el trabajo iniciado.
Para todo ello se asesinó a casi novecientas personas en el País Vasco y en el conjunto de España: para debilitar o hacer desaparecer a los adversarios, hacer que cientos de miles de vascos se vieran obligados a abandonar su tierra y para que, finalmente, su abyecto proyecto político de segregación e independencia ganara, cosa que todavía no ha ocurrido pero que es posible que algún día ocurra. Y todo ello están a punto de alcanzarlo sin necesidad de condenar la historia criminal de ETA, sin afirmar que nunca tuvo justificación alguna y sin respetar la dignidad de las víctimas del terrorismo, a cuyos verdugos siguen homenajeando públicamente. EH Bildu, fueron los servicios auxiliares de ETA y hoy son los principales beneficiarios de los crímenes cometidos por la banda.
Ahora se nos recuerda que EH Bildu goza de especial predicamento entre los más jóvenes de nuestra tierra, como si no hubiéramos avisado suficientemente que tal cosa ocurriría, consecuencia de la manipulación mediática, el adoctrinamiento ideológico, el silencio institucional o el blanqueamiento político llevado a cabo por algunos de los principales responsables políticos, con Sánchez a la cabeza de todos ellos. Por no hablar de la incapacidad política de los no nacionalistas para superar los obstáculos y construir y ofrecer un proyecto político alternativo a lo políticamente vigente, a lo que ya es, no solo mayoritario, sino hegemónico. Tras el terrorismo, hubo demasiados complejos que fueron trayendo casi todas las cesiones. Y torpezas varias que se han ido repitiendo en el tiempo.
Un partido progresista
Echando la vista atrás, algunos hicimos todo lo que estuvo en nuestra mano para ofrecer una alternativa política distinta a la mayoritaria en Euskadi. A la vista está que no fue suficiente y que, de momento, no ha sido posible. Ahora nos queda votar, sí, pero el problema es que en las elecciones del domingo no hay alternativa viable al nacionalismo de siempre del PNV o al independentismo presuntamente renovado de EH Bildu. Y para poner la guinda, Sánchez decide, quien considera a EH Bildu un partido progresista. No somos tan idiotas (ni tan cobardes) ni para tragarnos sus mentiras ni para bajar los brazos. Pero habrá que hacer cosas distintas para que los resultados puedan ser diferentes.