TEODORO LEÓN GROSS-ABC

  • Lejos de Podemos, Díaz aporta una operación de blanqueo

Yolanda Díaz es una marioneta peligrosa, pero es nuestra marioneta peligrosa. Parafraseando aquello que dijo Roosevelt de Tacho Somoza y después repitió Kissinger de su heredero Tachito Somoza, los cálculos del PSOE parecen obvios: apostar por Yolanda es una operación de riesgo, que puede provocar fuga de votos socialistas, pero prevalece el beneficio de liquidar a Podemos. Y a diferencia del PP, que mantiene realmente el objetivo de gobernar en solitario, la estrategia de Moncloa pasa por asumir que el PSOE no volverá a hacerlo en mucho tiempo, desde luego no en 2023. Esto es: el sanchismo no es el PSOE sino Frankenstein. Si repiten, será con todo el pack de la izquierda y la extrema izquierda con sus aliados nacionalistas. Por tanto, no van a plantear un duelo PSOE vs. PP. Va de suyo que el PP ganará las elecciones, superará el 30% y podría pasar de los 140 escaños. Eso está descontado. La apuesta pasa por plantear un duelo no de partidos sino de coaliciones: PSOE-Sumar vs. PP-Vox, donde Yolanda Díaz blanquee al PSOE y Abascal tizne al PP.

De ahí que Feijóo sí que plantee un duelo PP-PSOE, insistiendo en gobernar en solitario y desmarcándose de Vox, mientras el PSOE impulsa su duelo de bloques. La imagen de la candidata de Sumar vestida de blanco, con un aire limpio y un tono naif pretendidamente lleno de pureza, es su carta ganadora. Lejos de Podemos con su retórica montaraz y su lógica de barricadas, que no es mejor que Vox en una comparativa, lo que Yolanda Díaz aporta es una operación de blanqueo con alta aceptabilidad. Esta es la clave.

Sánchez no es un socialista radical sino un pragmático proteico. La máscara de izquierdista irreductible frente a los poderes oscuros que confabulan contra la democracia es sólo el papel que le convenía. Exigencias del guion. En definitiva Sánchez se inviste de lo que le interesa. Dinamitó el centro, persuadido de que en la guerra de bloques polarizados ganaría siempre la izquierda con los nacionalistas. La irrupción de Feijóo le cambió el paso al resistirse a esa polarización, marcando distancia con Vox y perfilándose hacia el carril central como Juanma Moreno en Andalucía para gobernar en solitario. ¿Puede tener éxito? Sánchez va a tratar de impedirlo, de ahí que asocien PP-Vox como pareja estable sin dejar de repetir el sintagma «derecha y ultraderecha» como un todo. La idea, no exenta de lógica, es que Vox suponga un lastre muy pesado para el PP, y hunda sus opciones; mientras Sumar aligere la carga del PSOE y eleve sus opciones. Claro que esa operación pasa por liquidar a Podemos , y es prematuro confiar en que Iglesias se rinda. Cuenta con Esquerra –Rufián ya le ha largado unas monedas de plata a Yolanda Díaz calificándola de traidora– y con Bildu. Pero a Sánchez no le preocupa todo lo que tenga que recomponer después de las elecciones: ahí venderá su alma. Ahora sólo se trata de que PP+Vox no sumen.