Hermann Tertsch, ABC 04/01/13
Una payasada más de una izquierda que no tiene mayor fobia que las ideas de España y la cristiandad.
Los socialistas y los comunistas de Granada, no se sabe cuántos son, han hecho saber que la toma de Granada por los Reyes Católicos el 2 de enero del Año de Nuestro Señor 1492 no merece ser recordado y menos celebrado. Aquel día, cautivo y desarmado el desbaratado ejército de Boabdil, las tropas cristianas alcanzaban sus últimos objetivos y caía el último bastión del poder musulmán en la península. Un poder que había comenzado nada menos que 781 años antes, en el año 711, con una ocupación que nunca se pretendió amistosa. Por cierto, qué manía la del mundo occidental de utilizar aún hoy como referencia en nuestra era el nacimiento de Cristo. En todo caso, las «fuerzas del progreso» de Granada, en alianza con la Junta de Andalucía, han puesto el pie en pared y dicho que ya basta de querer celebrar una victoria en nombre de la cristiandad, vinculada encima a la consumación de la unidad de España. Cristo, España, unidad, victoria… Ustedes me entienden.
No puede ser esto más que otra conspiración ultraderechista. Que ya sabemos de qué pie cojean los nuevos nacionalcatólicos, que hay que ser muy bárbaros e intolerantes. Que los Reyes Católicos no eran del todo inocentes ya lo sabemos. Ahí están el yugo y las flechas en su escudo para demostrarlo. Si hubieran sido rigurosos con la Ley de Memoria Histórica de Zapatero, brigadas laboriosas armadas con cinceles y pintura plástica habrían puesto fin a la monstruosa omnipresencia en catedrales y monumentos de ese odioso símbolo del facherío. Como hoy son todos furiosos antifranquistas, para compensar haberlo sido antes con extremo disimulo, la vigilancia es extrema. En cuanto alguien habla de España y unidad, todos reconocen la confabulación falangistas.
La Junta de Andalucía es fiel a su compromiso antifascista. Es puro maquis. También en la historia cuando se producen esfuerzos aviesos por minar el progresismo de Al Andalus. Para ello cuenta con un —agárrense— director general de Memoria Democrática. Este cargo lo ocupa un hombre de progreso, Luis Naranjo, que considera inapropiado que se celebre el triunfo de la cristiandad y la unidad de España. La Memoria democrática es lo que tiene. Festejar esas cosas, dice, crea mal cuerpo a nuestros conciudadanos musulmanes. Imagínense que los norteamericanos celebraran el Día de la Independencia el 4 de julio. ¡Cómo habrían de ofenderse los británicos! O los turcos si Viena celebrara el levantamiento del asedio. En Europa habría que prohibir, para satisfacer a la izquierda granadina, toda fiesta y fecha significadas de nuestra identidad. Y después demoler todos los monumentos, que nos recuerdan a ellas, catedrales incluidas. Y quemar los libros.
Aún no nos han sugerido que, si queremos celebrar, lo hagamos con el 711, cuando llegan las primeras tropas del islam a acabar con el reino visigodo y sojuzgar a la población cristiana. Pero todo se andará. En realidad, el Frente Popular granadino combate, valiente, al franquismo que no hay. Y ahora toca que el franquismo sean los Reyes Católicos. Los paralelismos los hacen ellos. Y la mentira del Al Andalus y el islam tolerante de antaño es el mismo embuste de la República idílica, impoluta y democrática. Todo sería una payasada más de una izquierda que no tiene mayor fobia que las ideas de España y la cristiandad. De la izquierda española, la más ignorante y desnortada de Europa. Lo sería, si el islamismo, el político y agresivo, fuera sólo historia en Granada. Pero ya no lo es. Y los desmentidos a las ridículas leyendas de la izquierda andaluza sobre armonía y tolerancia ya nos llegan por la vía de los tristes hechos. Presentes.
Hermann Tertsch, ABC 04/01/13