EL MUNDO 31/03/14
· El fiscal pide reabrir el caso del asesinato de un cabo en 1986.
· El etarra Josu Uribetxeberria Bolinaga –en libertad condicional desde octubre de 2012 por padecer un cáncer terminal– disparó y asesinó personalmente al guardia civil Antonio Ramos Martínez el 8 de junio de 1986, aunque jamás ha sido procesado por ello. Así lo dice al menos un informe de la Guardia Civil.
La Fiscalía ha solicitado al Juzgado número 2 de la Audiencia Nacional, cuyo titular es Ismael Moreno, que reabra el sumario en el que se contienen los datos sobre dicho asesinato, que se incorporen las pruebas recabadas y que se inicien las pertinentes diligencias de instrucción, que suelen tener como aportación fundamental la toma de declaración al acusado.
Cuando el Ministerio Público solicita al juzgado, con fecha 21 de febrero, que se agreguen las pruebas correspondientes se refiere, entre otras cosas, a un informe elaborado por la Guardia Civil recientemente en el que se sistematizan varios elementos: las declaraciones incriminatorias realizadas contra Uribetxeberria Bolinaga por sus compañeros de comando, informes periciales sobre las armas utilizadas y el modus operandi del comando Bellotxa, que es el comando de ETA al que pertenecía y bajo cuyas siglas asesinó a otros dos guardias civiles –Mario Leal y Francisco Borjas– y secuestró al industrial Iglesias Zamora y al funcionario de prisiones José Antonio Ortega Lara, liberado por los agentes después de permanecer 532 días enterrado.
La historia –como se verá, terrible en todos sus términos– volvió a salir a la luz a raíz de un documento elaborado por la presidencia de la Audiencia Nacional, en el que se realizaba un balance sobre la información pedida por las víctimas en relación con 349 atentados perpetrados por ETA. Se suponía que se trataba de sistematizar los datos relativos, sobre todo, a aquellos asesinatos cuya autoría se desconocía. Sin embargo, cuando los investigadores repasaron los nombres de los asesinados, se dieron cuenta de que se daba por no resuelto uno que sí lo estaba. Al menos, según las declaraciones y análisis periciales que constaban en diversos documentos judiciales.
De modo que decidieron confeccionar el informe «en aras a encausar a los autores del citado asesinato… con el objetivo de que, al menos, permita el esclarecimiento total del atentado para la reparación moral y pecuniaria de los allegados de la víctima».
El cabo primero Antonio Ramos, de 32 años, fue acribillado cuando el domingo 8 de junio de 1986 llegaba a su fin. Eran más de las 11 de la noche y se encontraba en el interior de su vehículo, en Mondragón, cuando se le acercaron varios individuos y dispararon contra él. Antonio Ramos se defendió. De hecho, después pudo comprobarse que él había disparado cuatro veces. Pero en su dirección volaron 10 disparos, tres de los cuales le impactaron en el brazo y en el séptimo espacio intercostal izquierdo y le mataron. Había nacido en el pueblo gaditano de Espera, era padre de un niño de cuatro años y su mujer estaba embarazada.
Probablemente, si tuvo los reflejos de reaccionar tan rápido fue porque ya había sido víctima de otro atentado tres años antes. También a las 11 de la noche –hora fatídica para él–, pero esta vez cuando formaba parte de un convoy de la Guardia Civil en la carretera de acceso a Oñate. Varios miembros de ETA accionaron un artefacto a su paso y dos de sus compañeros fallecieron. «Me han de matar», dijo cabalmente en alguna ocasión, y se preparó para evitarlo, pero no lo consiguió.
El informe de la Guardia Civil facilitado a la Fiscalía recoge las versiones, bastante coincidentes, de los diferentes miembros del comando Bellotxa. Lo ocurrido desde su perspectiva. Uno de sus compañeros, José Miguel Gaztelu Otxoandorena, aseguró: «Esta acción la llevan a cabo Jesús (Jesús Maria Uribetxeberria) y José Luis (José Luis Erostegi), en las mismas condiciones que la anterior (el asesinato del guardia civil Mario Leal), es decir, localizando el conocido de antemano vehículo del guardia, esperando a que éste llegara y disparando Jesús sobre el mismo…».
El propio José Luis Erostegi cuenta cómo «algunos meses después del anterior se desplazan al barrio de San Andrés, donde el dicente localiza el vehículo del guardia civil y espera a que monte en él, marcándolo en ese momento para que Jesús Mari dispare, y alejándose para recoger su vehículo».
El tercer miembro del comando, Sabino Usandizaga, «preguntado para que relate más acciones manifiesta que, sin participar él, sabe que se cometieron dos atentados en Mondragón contra sendos guardias, que cree recordar que uno de ellos lo hicieron Uribetxeberria y Gaztelu y, el otro, Josu y Joseba Erostegi».
El dossier añade los informes periciales de las cuatro pistolas halladas en poder del comando en la sede de la empresa Jalgi, la nave en cuyo subsuelo fue hallado Ortega Lara, y el de la pistola encontrada en un buzón, un escondite señalado por el propio Bolinaga en Mondragón. Según estos análisis, la pistola con la que fue asesinada la víctima anterior, el guardia civil Mario Leal, fue la empleada para tirotear a Antonio Ramos. A Mario Leal lo mataron Bolinaga y Gaztelu, según las sentencias condenatorias de la Audiencia Nacional que recogen las declaraciones incriminatorias de los propios terroristas, incorporadas también al informe del que hablamos.
Hay más elementos aportados cuyo fin es contextualizar y reforzar la primera afirmación: el comando Bellotxa tenía una cadencia de actuación de cuatro a seis meses que se mantiene con el asesinato de Ramos. El modus operandi es el mismo, todos los atentados se producen en domingo o en festivo –éste fue un domingo–, todos los objetivos son guardias civiles y la zona geográfica en la que se produce el ataque es la de residencia y actuación de los terroristas.
Finalizada la liberación de Ortega Lara y detenidos los miembros del comando, inexplicablemente el juez Baltasar Garzón, que instruyó el secuestro, no remitió las declaraciones que incriminaban a Uribetxeberria Bolinaga al juzgado que investigaba el asesinato del guardia civil Antonio Ramos –algo que ahora clama la Fiscalía–, o no lo hizo en su totalidad o, en cualquier caso, estas declaraciones no llegaron, y al etarra enfermo –cuando atentaba ya aseguraba sufrir muchas molestias– no le llegaron a juzgar por este caso.
EL MUNDO 31/03/14