EL MUNDO 02/09/13
El etarra supera todos los cálculos médicos con un método que estabiliza el deterioro
El etarra Josu Uribetxeberria Bolinaga disfruta de un tratamiento médico de carácter experimental para tratar el cáncer severo que padece que, según fuentes de Interior, no cura –porque es «incurable e irreversible», según los médicos– pero estabiliza el proceso de deterioro. No se trata de un tratamiento diseñado para el terrorista expresamente sino que su consideración de innovador no impide que sea de prescripción relativamente frecuente entre los afectados por la enfermedad en fase avanzada.
El hecho es que este terrorista condenado por varios asesinatos y por el secuestro del ex funcionario de prisiones José Antonio Ortega Lara está superando todos los cálculos de resistencia previstos al menos oficialmente por los médicos del Hospital Donostia y por la propia Administración de Prisiones.
Se ha cumplido un año desde que el juez de vigilancia penitenciaria decidiese su salida de prisión para tratarse de una enfermedad que un grupo de expertos ha señalado que podía haberse abordado en las instalaciones de un centro penitenciario. Una decisión controvertida que vino precedida por otras muchas adoptadas por el Gobierno, que fue el que concedió al terrorista el tercer grado penitenciario, según se explicó, por motivos «humanitarios», aunque en el fondo hubiese otros muchos. No en vano, el caso Bolinaga tuvo consecuencias que han marcado la situación de los presos de ETA y también, en cierto modo, el contexto social y político en el País Vasco.
La situación de Uribetxeberria Bolinaga –que ya estaba enfermo cuando participó en el secuestro de Ortega Lara y su libertad fue motivo de la negociación frustrada entre los enviados de ETA y los de Zapatero– estaba ingresado en las instalaciones hospitalarias de la prisión de León cuando la Administración penitenciaria decidió traslado al Hospital Donostia.
Los informes médicos señalaron que «en su situación clínica, más de la mitad de los pacientes fallece antes de los nueve meses y la probabilidad de supervivencia a los 12 meses estaría en torno al 10%».
El etarra ha superado incluso ese 10%, a pesar de que en aquellos momentos, algunos funcionarios de Interior señalaban que no iba a durar más que unas semanas y que ni siquiera podía sostener una taza entre sus manos. El ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, explicó al concederle el tercer grado que otra decisión hubiera sido incurrir en «prevaricación» por su parte a pesar de que el artículo 104.4 del Reglamento de prisiones señala claramente que es una opción no obligatoria y que Bolinaga, abanderando una huelga de hambre, se prestó al chantaje al Gobierno por parte de ETA y de la izquierda abertzale.
En su libertad influyó la proximidad de las elecciones vascas y lo ocurrido aquellos días tuvo consecuencias negativas y positivas. La izquierda abertzale, la legalizada (Bildu) y la ilegal, con sus manifestaciones frente al hospital, sus brindis por los asesinos presos de ETA, le tomaron la medida al Gobierno. Querían saber hasta dónde podían llegar sin ser ilegalizados y comprobaron que tenían un enorme margen de maniobra que después han explotado. Además, se benefició electoralmente. Pero, por otra parte, la repercusión social que tuvo su salida fue tan grande que, desde entonces, el juez se ha mostrado más remiso a tomar algunas decisiones y los presos de ETA que pensaban que era el punto de partida para su salida escalonada, vieron sus expectativas frustradas.