EL MUNDO 09/05/14
· Presentan ‘La desventura de la libertad’,el nuevo libro de Pedro J. Ramírez
Sólo una reforma constitucional en el momento oportuno puede evitar el desmoronamiento de un régimen. Y sólo si hay diálogo, consenso y se abandonan los extremos y los sectarismos. Éste es el mensaje que lanzaron ayer Esperanza Aguirre y José Bono en el acto de presentación en Madrid del libro de Pedro J. Ramírez La desventura de la libertad.
Lo que anoche se escuchó en el Ateneo de Madrid de la ex presidenta de la Comunidad de Madrid y del ex ministro y ex presidente de Castilla-La Mancha fue la apuesta por unatercera España, una nueva vía de acuerdo y pacto para que el país recobre el pulso.
La propia obra del ex director de EL MUNDO, La desventura de la libertad (La Esfera de los Libros), destila esa lección a lo largo de sus páginas en las que se explica la agonía del Trienio Liberal, los meses correspondientes al Gobierno de José María Calatrava en los que convivió el heroísmo de un buen número de liberales moderados y la traición de un Rey, Fernando VII, a los principios de la libertad.
El libro está fundamentado en documentos que dormían en los anaqueles de una librería de viejo de Madrid y que fueron descubiertos, adquiridos y desmenuzados por el autor, para documentar cinco meses convulsos de Historia en los que las dos Españas, siempre enfrentadas, acabaron con el experimento constitucional.
La presentación de una obra de tanto «trapío», como la definió Esperanza Aguirre, fue la oportunidad para que buceara en el ejemplo de Calatrava y dar el salto hacia un momento más próximo: el proceso de 1978, «cuando los representantes de las fuerzas políticas abandonaron el trágala que tanto daño ha hecho a lo largo de la Historia para avanzar en la libertad». A partir de ahí reprochó la tendencia de buena parte de la clase política a «atrincherarse en sus propias posiciones y opiniones» y con ello, sentenció, constituirse como «el primer obstáculo».
Ella fue la que en primer lugar se refirió a la calamidad que ha supuesto la división entre «las dos Españas» y puso como ejemplo la figura de Calatrava para pronunciarse a favor de «una tercera vía» capaz de conjugar ideas y propuestas y convertirse en motor enriquecedor de la nación.
«El todo o nada conduce a la destrucción», apostilló la académica de la Historia, Carmen Iglesias, para quien el libro es un canto al liberalismo que exige «resistirse a mentir» y no considerar «jamás que el fin justifica los medios», añadió.
Nombres de primera fila –José Luis Rodríguez Zapatero, Ana Botella, Rosa Díez, Eduardo Zaplana o Borja Prado, entre otros muchos– aplaudieron estas palabras y también las de José Bono. El ex ministro enhebró un discurso mordaz en el que apuntó también la necesidad de una tercera España que no malgaste fuerzas en enfrentamientos.
Bono se retrotrajo tres años atrás para recordar la presentación del anterior libro de Pedro J. Ramírez, El primer naufragio, y llamar la atención de los profundos cambios que se han producido desde entonces. Ni los intervinientes ni tampoco el público de anoche eran los mismos que hace tres años, como Bono se encargó de precisar. «Algunos ni están, ni nadie les espera», dijo en clara alusión a Rajoy, que sí acudió junto a Zapatero al acto de 2011. No dudó en definir este momento como «otro episodio más de la desventura de la libertad».
Y tras las arremetidas, pasó a explicar la filosofía de la obra de Ramírez. Para él, en España florece «la ausencia de valores nacionales, la desmoralización ciudadana y la falta de energías en los dos principales partidos para ponerse de acuerdo». Según dijo, «estamos al final de un ciclo histórico y deberíamos ir ideando un sistema constitucional distinto que pueda generar esperanzas a un pueblo que las merece».
También se refirió Bono a la generación que supo, desde las dos Españas en discordia, «alumbrar una tercera de libertad y tolerancia, desterrando el odio político y sabiendo perdonarse mutuamente». Y a continuación lanzó sus duros interrogantes sobre el momento actual: «¿Es sensata la indolencia, la no alarma, ante el escaso prestigio de las instituciones democráticas? ¿No es un naufragio el suspenso general que los ciudadanos han dado a todos sus gobernantes? ¿Acaso no debería dar miedo que ilícitamente se trabaje por la secesión de Cataluña? ¿No debe dar miedo que un hombre, un territorio, un poder del Estado se quiera situar por encima de la ley?».
«El actual sistema», concluyó, «lo hemos fatigado y debilitado entre unos y otros». Y apostando por las palabras de Calatrava: «El que desobedece la ley no es un liberal, no es un ciudadano, es un malvado…».