- La moción de Vox se convertirá en el primer acto electoral del PSOE de las elecciones municipales y autonómicas
Una moción de censura o se presenta para ganar o es propaganda política. Es decir, o se presenta para provocar la caída del Gobierno de España y su presidente para sustituirlos por otro presidente y otro Gobierno de España o es publicidad y propaganda, o sea, puro marketing político; ambas opciones pueden ser opciones legítimas, pero antes hay que medir fuerzas y calibrar daños, para que el supuesto remedio no sea peor que la enfermedad que supuestamente se combate, o que traiga males mayores. Ya las hubo en el pasado, tanto de las ganadoras (una, la que sirvió en 2018 para convertir a Pedro Sánchez en presidente) como de las puramente propagandísticas (cuatro, con consecuencias dispares).
Esta última de Vox es pura propaganda al servicio de sus propios intereses políticos y electorales y una acción directa contra el PP de Feijóo, a quien pretende perjudicar, como ya hizo con el de Casado: quiere quitarle los votos que luego necesite para formar gobierno, y así condicionarlo con más fuerza. Y mientras se solventan esas guerras en el flanco derecho del tablero, la moción se convertirá en un nuevo balón de oxígeno para Sánchez y para su gobierno: el primer acto electoral del PSOE de las elecciones municipales y autonómicas que se celebrarán en mayo a lo largo y ancho de España.
Dado que Vox ya sabe que su moción de censura fracasará cuantitativamente, espera que triunfe cualitativamente
Cuando se presenta una moción de censura, el partido que la registra ya conoce su naturaleza, es decir, ya sabe si servirá para convertir a su candidato en nuevo presidente o si, por el contrario, como en este caso, es un simple utensilio político propagandístico con dos objetivos: teóricamente, para desgastar a Pedro Sánchez aún más de lo que ya está desgastado y, en la práctica, para fortalecer el proyecto político de Vox en las próximas citas electorales. Dado que Vox ya sabe que su moción de censura fracasará cuantitativamente, espera que triunfe cualitativamente. Sin embargo, es muy probable que el resultado cualitativo sea incluso peor que el cuantitativo, perjudique a la derecha que pretende sustituir al actual gobierno y termine suponiendo una concesión gratuita y un regalo para Sánchez.
A lo largo de la democracia se han presentado cinco mociones de censura, tres de ellas en los últimos seis años: la primera se celebró del 28 al 30 de mayo de 1980 y la defendió el socialista Alfonso Guerra contra el Gobierno de Adolfo Suárez; la segunda se celebró el 23 de marzo de 1987 y la dirigió el grupo popular contra el Gobierno de Felipe González; el 14 de junio de 2017 la defendió Pablo Iglesias contra el Gobierno de Mariano Rajoy; el 1 de junio de 2018, la del grupo socialista sirvió para tumbar al Gobierno de Rajoy y nombrar presidente a Pedro Sánchez; y la última hasta esta de ahora la defendió Vox el 22 de octubre de 2020, día en el que se produjo la histórica respuesta a Santiago Abascal por parte de Pablo Casado: el «hasta aquí hemos llegado» y todo lo demás, como forma de parar los pies a la formación populista. Esta profusión reciente de mociones de censura (cuatro en seis años) demuestra la importancia de la propaganda en la política de nuestra época y la popularización de las mismas, en el peor sentido del término. El objetivo ya no es beneficiar a España sino a uno mismo.
Somos muchos los que queremos pasar la página del peor gobierno de nuestra democracia y no queremos que se le conceda a Sánchez la oportunidad de salir indemne
La moción de censura es un desvarío estrambótico de Vox que va a beneficiar a Sánchez y a sus socios. La cuestión del candidato es incluso lo de menos: es el humano deseo de disfrutar de un minuto de supuesta gloria. Y es un desvarío estrambótico porque no tiene la más mínima oportunidad de prosperar, porque no puede cambiar de presidente ni de gobierno, porque no hay gobierno alternativo y porque se debatirá a escasos días de las decisivas elecciones municipales y autonómicas y a escasos meses de las próximas elecciones generales, donde los españoles, ahí sí, podremos volver a elegir presidente y gobierno. Las mociones de censura no son para censurar a un gobierno sino para nombrar uno nuevo. Y esta supondrá un bonus track para Sánchez y una oportunidad para intentar mantenerse en la Moncloa.
Cada cual elige el instrumento político que considere para sus objetivos. Pero los demás tenemos el derecho a criticarlos, sobre todo cuando pensamos que perjudica los intereses generales de España. Somos muchos los que queremos pasar la página del peor gobierno de nuestra democracia, y precisamente por ello no queremos que se le conceda a Sánchez la oportunidad de salir indemne de todas sus tropelías. Además, no queremos ni más demagogia, ni más populismo ni más extremismo a un lado u otro del tablero político. Y tampoco queremos ni más identitarismo ni otro nacionalismo de signo contrario para enfrentar los nacionalismos en los que se apoya el Gobierno. Vox, con esta moción, se consolida como la muleta necesaria de Pedro Sánchez y de su gobierno, y lo hace justo en su peor momento.