Jesús Cacho-Vozpópuli

Estuvieron a punto de perder el poder, en un tris de decir adiós al momio, y esta vez van a por todas, sin ningún tipo de complejos. El segundo partido más votado ha formado Gobierno con el cuarto y ambos han decidido repartirse el trofeo. España es para ellos un botín de guerra. Comprendo que a muchos castos oídos de la derecha bien pensante (la izquierda siempre lo tuvo claro) esta afirmación pueda parecerle una boutade, pero es la pura verdad. Un grupo mafioso se ha apoderado de este país. Sánchez y su banda. Lo dijo en histórica ocasión Albert Rivera desde la tribuna del Congreso y el vaticinio se confirma día tras día. Una mafia se ha hecho dueña de la caja y está dispuesta a meter la mano hasta dejarla en los huesos. Al jefe del clan le importa fundamentalmente el poder o eso parece (de los menesteres crematísticos parecen encargarse tipos como Zapatero y su íntimo Moratinos), pero es muy consciente de que la fidelidad de sus hombres, la fe de los pistoleros dispuestos a servirle tirando de recortada en defensa de sus intereses, depende del dinero, de la pasta a repartir (“nuestros hombres están bien pagados, en eso se basa su fidelidad” que le dice Michael Corleone a su consigliere Tom Hagen). El asalto a Telefónica ordenado esta semana por el jefe de la banda no es sino una manifestación más de ese reparto del botín que está en el frontispicio de la acción del Gobierno socialcomunista.

No hay ninguna razón que justifique una intromisión semejante en la vida de una compañía privada como Telefónica. El Gobierno dispone de herramientas más que suficientes (la acción de oro) para salvaguardar los intereses del Estado en una empresa supuestamente estratégica como la citada, intereses que en este caso estarían siendo puestos en cuestión por un país amigo como Arabia Saudí, socio comercial privilegiado y a cuyos representantes recibimos con alfombra roja cuando pisan suelo español, al margen de que la participación anunciada por el grupo STC no pasa, de momento, de un modesto 5%, sin representación en el Consejo. Los saudíes como excusa. Eran las 18:15 de la tarde del martes cuando una llamada personal de Sánchez sacó a José María Álvarez-Pallete de una reunión que en ese momento estaba celebrando en el Distrito C, para anunciarle que el consejo de ministros había decidido tomar una participación, vía SEPI, de hasta el 10% en la operadora. La SEPI no tiene un duro, de modo que para hacer frente a esa inversión el Estado tendrá que endeudarse por encima de los 2.000 millones. Esta semana hemos sabido que la deuda externa alcanzó a finales de octubre la escandalosa suma/sima de 1.572 billones, equivalente al 110% del PIB. El Gobierno, además, anuncia que “va a comprar”, no que haya comprado ya, como es norma en este tipo de operaciones donde la discreción es clave, con lo que la especulación ha disparado el precio de la acción de Telefónica esta semana. Con la CNMV mirando palbacete. Un puro dislate.

¿Endeudarse para qué? Para que el capo mafioso tenga más empresas, nuevos consejos de administración en los que colocar a sus fieles, recompensar a sus vasallos, pagar el precio que piden sus “pistoleros”

¿Endeudarse para qué? Para que el capo mafioso tenga más empresas, nuevos consejos de administración en los que colocar a sus fieles, recompensar a sus vasallos, pagar el precio que piden sus “pistoleros”. Porque cada vez es mayor el ejército de “servants” a los que recolocar, a los que gratificar. La marcha de Nadia Calviño a la presidencia del BEI responde a este esquema. No hay ningún interés de país en ocupar ese puesto, antes al contrario, para que la señora pueda poner su culo gordo en el BEI, España, es decir Sánchez, ha renunciado a albergar la Autoridad Europea contra el Blanqueo de Capitales (AMLA), un organismo de enorme importancia, con muchos puestos de trabajo aparejados. Se trata sencillamente de resolver la vida de esta pequeña diva, 300.000 al año y un fondo de pensiones de 2 millones y pico, más otras gabelas. Los españoles no dejan de perder poder de compra, son cada vez más pobres, pero había que alicatar hasta el techo el futuro de quien llegó de Bruselas aureolada por una cierta fama de competente burócrata y que durante estos años ha demostrado un grado de sectarismo fuera de lo común, ese refinado cinismo del que la doña hace gala diariamente con sorprendente desahogo. Las empresas españolas seguirán acudiendo al BEI como solían, con independencia de que en la presidencia se siente alguien que no sabe nada de macro y menos aún de finanzas, pero que a partir de ahora podrá colocar en la institución a toda su parentela, marido e hijo incluidos. Podrá incluso devolver los favores de quienes han hecho de ella la princesita sanchista que hoy es gracias a su padre, José María Calviño, y a sus mentores en el proceloso mundo de Bruselas, los ex ministros Pedro Solbes y Joaquín Almunia.

Además de buscarle acomodo al ex ministro Pedro Duque, esta semana hemos sabido que Sánchez ha colocado a Therese Jamaa, pareja del ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares, nuestro simpático Napoleonchu como le ha bautizado Pérez-Maura, en el consejo de Hispasat. Jamaa ha sido número dos en España de la multinacional Huawei, vetada en medio mundo por ser una herramienta del gobierno chino en sus planes de dominio mundial. Un nombramiento que huele que apesta. La bella Jamaa parece una baliza chino-marroquí que alguien, fácil imaginar quién, ha colocado en una de las pocas empresas españolas que siguen haciendo alguna cosa más o menos “secreta” en materia de alta tecnología (satélites de comunicaciones). Luego nos sorprende que Marruecos coloque el suyo en órbita antes que España. ¿Para quién trabaja Sánchez? ¿A quién reporta? Si a los hechos hemos de atenernos, parece que Marruecos ocupa un lugar privilegiado en su corazoncito de pitiminí, de ahí lo del Sahara, y muy probablemente también China. A sus socios de Junts les encanta la Rusia de Putin, gran valedor de la independencia catalana, y ambos, más los comunistas de Sumar, detestan a Israel y al resto del mundo libre, a las democracias con separación de poderes. Los grupos mafiosos defienden a menudo intereses inconfesables. Parece ideología pero no lo es: son simples negocios. Por cierto, Napoleonchu ha terminado esta semana de encabronar al cuerpo diplomático español, al haber enchufado en puestos de primer nivel a secretarios/as de Estado de la anterior legislatura. Algunos sin idea de inglés. Premiar fidelidades por encima del nivel de incompetencia. La mafia del PSOE sabe recompensar a sus mamadores como merecen.

Premiar fidelidades por encima del nivel de incompetencia. La mafia del PSOE sabe recompensar a sus mamadores como merecen

La sorpresa en Telefónica ha sido morrocotuda porque Javier de Paz, el niño del barrio del Cristo de Palencia a quien Zapatero empotró en el consejo de la operadora para que hiciera de go-between entre Moncloa y el Distrito C a razón de un millón año, no tenía ni idea de la decisión de Sánchez de “nacionalizar” Telefónica y, por tanto, no ha podido avisar a Pallete como era su obligación, no ha podido hacer el trabajo para el que tan generosamente le pagan, grave y rotundo traspié. En consecuencia, su figura ha quedado tocada y habrá que ver, habrá que esperar, saber a quién colocará Sánchez en el Consejo de la operadora tras el 10%, porque esas cosas las hace personalmente el aprendiz de sátrapa, y bien pudiera ser que en unos meses a De Paz, superviviente nato, se le pudiera aplicar aquello de “en paz descanse”. Tampoco lo sabía Isidro Fainé, lo que sin duda constituye un serio motivo de preocupación para el gran capo del imperio Caixa. De modo que -susurra el gentío arremolinado en torno al Ibex 35- si el Tempranillo le hace eso a De Paz, si le hace eso a Fainé, qué no hará a los demás, qué putada no pergeñará hasta meter cabeza en Iberdrola, en BBVA, en Santander, en donde haga falta… El miedo se ha extendido entre el empresariado, todo el mundo asustado porque no hay nada capaz de parar al personaje, ninguna frontera que no esté dispuesto a traspasar, ningún compromiso que no pueda romper cuando le venga bien. “Vienen a por todo. Ya me lo anunció en campaña electoral: me dijo que si ganaba el 28 de julio iba a ocupar espacios de poder empresarial”, asegura uno de los acollonados del Ibex.

¿Qué va a pasar en Telefónica? Probablemente no gran cosa. Estos no saben gestionar, nunca han sabido y son incapaces de aprender, que lo suyo es medrar como apparatchiki de partido. Las cosas en la operadora irán bien en tanto en cuanto Pallete siga a los mandos de la nave. Por su nivel de conocimiento y prestigio es el único con capacidad para ahormar ese Consejo y dar satisfacción a los culogordo que se sientan en él, al Gobierno a partir de ahora, desde luego, pero también a los accionistas históricos BBVA y CaixaBank, y además avizorar un futuro para la compañía. Pero habrá que esperar acontecimientos. El gran capo acaba de consolidar el triángulo mágico que debe asegurar su poder más allá de 2027 a poco que la oposición se descuide: controla Prisa, controla Indra y a partir de ahora controla también Telefónica. El grupo mediático es el mascarón de proa del aparato de agit-prop del que depende que el tinglado no se venga abajo. Telefónica mantiene a Prisa, e Indra, presidida por el socialista Murtra, debe proveer la adecuada recompensa al presidente y primer accionista de Prisa, el franco armenio Joseph Oughourlian, para que recupere el dinero invertido y no salga corriendo. Ligar Telefónica con Indra para mantener el tinglado, para seguir en el poder contra viento y marea. Incluso contra el veredicto de las urnas. La mafia y su reparto de trofeos.

Todo lo demás es farfolla. Hojarasca. Esto no va de ideología. Esto va de hampones decididos a repartirse el botín y hacer ricos a los miembros de la banda que estén dispuestos a corromperse en la defensa de los intereses de Don Sanchelone… Il sacco di Roma. Es la banda, que denunció Rivera. Un país al pairo, terreno abonado a cualquier tropelía, a todo tipo de camorras, socialistas, comunistas, separatistas… Y venga deuda y vayan impuestos, porque alguien tiene que pagar la fiesta, las clases medias que no se pueden escaquear, los trabajadores que viven pegados a una nómina, sujetos a las horcas caudinas de la Agencia Tributaria. Y así hasta que el cuerpo aguante, hasta que del jamón no quede más que el puro hueso. Y, en efecto, la ideología zurda es solo el disfraz, que dijo Juan Abreu, una mera coartada, la música que distrae a la policía mientras los delincuentes abren el butrón. Es crimen organizado con manto ideológico. Como Maduro. Un hampa que ha sabido captar para sus filas a todas las corrientes hostiles a los valores tradicionales que han conformado lo español durante siglos.

Es crimen organizado con manto ideológico. Como Maduro. Un hampa que ha sabido captar para sus filas a todas las corrientes hostiles a los valores tradicionales que han conformado lo español durante siglos

Y mientras tanto, nuestro Tempranillo sigue muerto de risa. Ni siente ni padece. El amoral sube a la tribuna y dice que “España necesita acuerdos, señor Feijóo, ¿diálogo? Cuando quiera, cómo quiera, sobre lo que quiera y donde quiera, pero diálogo y no berrinche”, que él no tiene ningún problema a la hora de prometer y traicionar lo que haga falta, y Feijóo acude a entrevistarse con él convencido de que le manipulará, que le dirá una cosa y hará la contraria, que le usará para dar al drama español ese barniz de “normalidad” que haga digerible lo intolerable. Y va a Barcelona y acepta los términos de la conversación que le propone Aragonés, amnistía y referéndum, y el pájaro lo vende a la salida, otra de risas, como “asuntos que interesan al ciudadano”. Mero rehén de Puigdemont, ha indultado a los condenados por el golpe del 1-O, ha borrado el delito de sedición, ha reformado la malversación, les ha liberado de 15.000 millones de deuda, y ahora les otorga la amnistía y les incorpora como socios preferentes de su Gobierno. Y la respuesta de los independentistas es quitar corriendo la bandera de España en cuanto el charlatán termina de perorar en la plaza de Sant Jaume. Espantoso ridículo. Como dijo esta semana Álvarez de Toledo, “El problema de Sánchez es que representa al Estado y su degradación nos degrada a todos”. Y así… ¿hasta cuándo? Hasta 2027 como poco, y puede que más, porque no hay noticia de mafia alguna que haya dejado voluntariamente el poder nunca jamás. ¡Feliz Navidad a todos, a pesar de todo!