Rebeca Argudo-ABC
- No solo deben estar a la última del último eufemismo, también deben aprender a percibir bien las señales
Ser de izquierdas hoy, serlo bien, con afición y devoción, y participar con soltura en el debate público es como ser el último estornino de la bandada: no se puede despistar un segundo porque, a la que se descuida, ha habido viraje no anunciado, vienen mientras uno va, y donde dije Digo digo Rodrigo, ancha es Castilla y como me ves te verás. Así, mientras ayer éramos fachas los que reclamábamos una inmigración regulada y legal, hoy, después de que Pedro Sánchez defienda una inmigración ordenada y regular, defienden todos a lo Fuenteovejuna, con el mismo ímpetu que antes defendían el puertas abiertas y el ven que te abrazo, que esta sea ahora ordenada y regular. Que no regulada y legal, ojo. Eso sigue siendo de fachas. Y de racistas. Porque no es lo mismo ordenada y regular que regulada y legal. Lo primero está bien y lo segundo, no. Por el mismo motivo por el que es facha reclamar deportaciones de inmigrantes ilegales (mal) pero no lo es defender el imprescindible retorno de quienes llegan irregularmente (bien). ¿Me siguen?
Tengan cuidado ahí fuera, a lo sargento Esterhaus les prevengo, al elegir sus palabras. Porque, diciendo lo mismo de distinto modo, podrían caer de un lado o de otro, del lado bueno o del malo, y, sin darse cuenta, estarían corriendo el riesgo de no ser de los suyos, sino de los otros. El estornino perdido, por reaccionar tarde y mal. Por no estar a lo que estaban. No es fácil, les digo. Tienen que, como los morlacos, desarrollar sentío. No solo deben estar a la última del último eufemismo, y a la última del último cambio de opinión. También deben aprender a percibir bien las señales, a oler los movimientos antes de que se produzcan, para embestir donde se debe y no hacerlo a engaño. O se verán defendiendo hoy, como ayer, que la inmigración es un regalo de Dios y dan más cariño del que reciben, por ejemplo, cuando ya estamos en el mensaje «desincentivador, nítido, claro y contundente a las mafias y a quienes se ponen en sus manos». A ver, estornino. ¿A qué estamos? ¿A setas o a Rólex?
No desfallezcan. Es cuestión de ganas y empeño. Habrá más oportunidades. Recuerden que la amnistía fue primero algo impensable, como los indultos, y luego imprescindible y de imperante necesidad. Por la concordia y tal. Y Puigdemont iba a a rendir cuentas ante la justicia, clarinete, y acabo, a lo Houdini, ejerciendo de escapista. Oye, y los profesionales de la izquierda fetén, sin el más ligero sonrojo, defendiendo una cosa y la contraria. Como con aquello de no poder dormir tranquilo de pactar con Pablo Iglesias. Ser de izquierdas hoy, serlo bien, es asumir que se tiene una novia locatis con síndrome premenstrual cronificado: hoy le gusta el cocido y mañana lo odia, por la mañana es más de gatos y por la tarde más de perros, ninfómana y romántica, llora y ríe. Dígale a todo que sí para que no rompa cosas. Y, recuerde, por lo menos no gobierna la derecha.