De una convocatoria cogida con alfileres vienen estos resultados. Después de tantos meses de confrontación política ha cundido la desconfianza. Los ciudadanos que acudieron a manifestar su indignación por la persistencia del terrorismo de ETA estuvieron muy por encima de los dirigentes políticos.
Sin la Asociación de Víctimas del Terrorismo, ni el Foro Ermua, sin el presidente Zapatero ni sus ministros de mayor peso político, sin tantos afiliados al PP que no secundaron el gesto de su presidente, Rajoy, no podemos llevarnos a engaño. Se celebró la concentración de protesta en Madrid por el doble atentado de ETA cometido en Francia, en efecto, y había gente, desde luego, pero no tanta como hubiera requerido la ocasión porque la proclamada unidad democrática está cogida con alfileres. Y con la preparación del acto de ayer se fue viendo que los partidos y las fuerzas cívicas se iban definiendo sobre la marcha.
Fue un acto muy breve y ciertamente frío, quizás deliberadamente frío por quienes convocaban la concentración, pero a muchos de los asistentes les supo a poco que la protesta por el doble atentado terrorista se limitase a la lectura del comunicado y dos minutos de silencio. Un silencio, durante esos dos minutos, fue respetado escrupulosamente por los asistentes a la convocatoria que, por cierto, se querían quedar más tiempo en la Puerta de Alcalá porque, además de la demostración de rechazo a ETA, los guardias acribillados por los terroristas, decían, se merecían un homenaje.
Pero esto es lo que hay. De una convocatoria cogida con alfileres, aunque con un lema tan contundente como el de la derrota de ETA, vienen, luego, estos resultados. Después de tantos meses de confrontación política ha cundido la desconfianza y ayer muchos de los ciudadanos que se han movilizado en tantas ocasiones, prefirieron quedarse en casa. Los que convocaban no se creían la unidad. Y los que suelen movilizarse en contra del terrorismo, tampoco. Si a este recelo se añade que el miedo a que se produjeran episodios de enfrentamiento fue una de las causas por la que los organizadores decidieron que el acto, si breve, iba a ser dos veces bueno. Y al final, tanta brevedad, tanta frialdad, provocó en muchos de los participantes, frustración y tristeza.
ETA ha vuelto a matar, y no por casualidad. Si el atentado de Capbreton tuvo o no carácter fortuito, lo que revela es que la orden de matar estaba dada desde hace tiempo. Y si han dado ese paso en Francia, en donde les puede caer una condena a cadena perpetua, como recordaba ayer el fiscal-jefe de París, Jean-Claude Marin en EL CORREO, es porque han vuelto a refugiarse en su macabro circuito. Lo pusieron en marcha este verano y han intentado matar una decena de veces . Conviene no engañarse. Conviene no engañarnos.
Los ciudadanos que acudieron a manifestar su indignación por la persistencia del terrorismo de ETA, estuvieron muy por encima de los dirigentes políticos que ayer demostraron cuáles son los frutos que proporciona tanta confrontación. Una circunstancia de la que ETA se ha sabido aprovechar en demasiadas ocasiones.
Tonia Etxarri, EL CORREO, 5/12/2007