LA RAZÓN, 1/9/12
El presidente Barroso afirma que si una región se independizase, saldría de la UE. Según la Comisión, «la ciudadanía europea no reemplaza a la de los estados miembros»
BRUSELAS- Las aspiraciones independentistas de algunas regiones europeas generan siempre dudas legales en Bruselas, pero esta vez la Comisión Europea ha dejado entrever que si un Estado miembro se escindiese y una región o comunidad autónoma lograse la independencia, ésta se vería abocada a su salida de la Unión.
En una pregunta parlamentaria, el presidente de la Comisión Europea, Jose Manuel Durao Barroso, ha apuntado que una hipotética secesión de una parte de un Estado miembro implicaría el abandono de la Unión Europea. Según algunas interpretaciones, esa ruptura supone que dicha comunidad autónoma recién independizada habría de negociar de nuevo con el resto de los socios para poder ingresar en la UE.
Sin embargo, el tema no deja de ser espinoso, pues se mezcla el concepto de «ciudadanía europea». Precisamente, Durao Barroso se pronuncia sobre este asunto en respuesta a una pregunta de la eurodiputada italiana de la Liga Norte Mara Bizzotto, en la que pide que la Comisión confirme si el artículo 20 del Tratado de Funcionamiento de la Unión Europea (TFUE) contempla que, en caso de secesión, los ciudadanos del nuevo país perderían su nacionalidad europea.
El presidente del Ejecutivo comunitario precisó en su escrito que la ciudadanía europea es «una ciudadanía adicional que no reemplaza a la de los Estados miembros», por lo que, en caso de independencia, habría que negociar alguna «solución dentro del orden internacional».
La pregunta de la eurodiputada viene motivada por el rechazo por parte de la Comisión de la iniciativa «Fortalecimiento de la participación ciudadana en la toma de decisiones sobre la soberanía colectiva», en la que se evaluaba la situación de los ciudadanos de Cataluña ante una posible independencia de España dentro del marco europeo.
El asunto es tan complejo que Bruselas ha optado por obviar una parte de las cuestiones de Bizzotto, quien interrogaba al Ejecutivo comunitario sobre si no está de acuerdo en la necesidad de proteger a los ciudadanos europeos en el caso de una posible secesión en un Estado miembro a través del Derecho Internacional. La Comisión se limitó a apuntar que «cualquier otra consideración relacionada con las consecuencias de un hecho de esta naturaleza son meras conjeturas».
El caso más cercano sucedido en la historia de la Unión es la crisis vivida el año pasado en Bélgica entre flamencos y valones, que dejó a las puertas de una separación entre el norte y el sur que habría conllevado importantes dificultades para el país.
LA RAZÓN, 1/9/12