Ignacio Marco-Gardoqui-El Correo
El empleo ha cerrado un año excelente. Las cifras totales muestran un aumento de 539.740 cotizantes a la Seguridad Social, que son muchos cotizantes, y una reducción del paro de 135.033 que muchos menos parados. En resumen, muy buenas noticias desde el empleo para cerrar el ejercicio. Luego aparecen los matices que enfrían el entusiasmo inicial. Como la comparación en porcentaje con nuestros vecinos, que es muy mala, pues prácticamente la duplicamos como ha ocurrido siempre, y el paro juvenil que es escandaloso, o la excesiva presencia del empleo público cuyo ritmo de crecimiento no dice mucho de la vitalidad del sector privado, pero si de la creciente intervención en la economía del sector público. Es cierto que la composición del empleo en 2023 se mimetiza perfectamente con las inquietudes sociales, y así entre la educación y la sanidad se responsabilizan del 41% del empleo creado, lo cual no es óbice para que los resultados educativos reflejados en el informe PISA sean horribles, y el descontento con la sanidad siga creciendo.
Cuatro de cada diez nuevos puestos de trabajo han sido ocupados por extranjeros, lo cual no sé si es bueno o regular, pero sí es importante, pues supone un cambio social cuyas consecuencias habría que analizar con detenimiento. También lo es esa cruz de esa moneda que supone el desplome del empleo industrial. La economía española continúa profundizando en el proceso de terciarización, con un protagonismo exultante de la hostelería, la restauración y los viajes y un debilitamiento constante de la industria que tan solo ha aportado un 6% del total del empleo creado. Por el otro lado, la agricultura y el servicio doméstico son los dos únicos regímenes que pierden empleados y muestran la parte negativa de cara desagradable de las subidas del salario mínimo, al ser los ámbitos más afectados ellas.
La evolución del empleo industrial es altamente preocupante pues no responde a unas ganancias espectaculares de la productividad, que no han ocurrido, sino a descensos de la actividad. Y es preocupante porque el empleo industrial es el que proporciona la mayor estabilidad y los salarios más elevados al aplicarse en actividades de mayor valor añadido.
No obstante, el notable aguante del empleo es una noticia muy esperanzadora pues sostiene unos niveles de consumo elevados que soportan la actividad. Este año necesitamos más que nunca el aporte de la demanda interna, ya que no deberíamos contar demasiado con una participación relevante del sector exterior que se encuentra muy castigado por la atonía de nuestros clientes más próximos y por los recientes acontecimientos del Mar Rojo, que encarecen los fletes al aumentar la inseguridad del tráfico marítimo y los costes de las rutas alternativas.