Iñaki Ezkerra-El Correo

  • Bildu no se ha rebelado ante el pacto PNV-PSE porque tiene un acuerdo con Sánchez

La famosa reforma judicial que acortará las condenas de 41 presos de ETA y que el Gobierno de Sánchez ha colado a la oposición ha sido una mala noticia para la democracia española, pero un indudable logro para el arte fotográfico. Y es que aquí todos se han retratado. Se ha retratado Bildu, que lleva postulando esa reforma desde 2015, y Sumar, el partido que registró, dentro del plazo que se cerraba el 19 de junio, las dos enmiendas que otorgarán a los terroristas esos beneficios que exigía Bildu. Se han retratado el Gobierno y los partidos que lo forman: al de Pedro y Yolanda se suman Más Madrid, IU y Esquerra Verda. En esta fechoría legal, hasta los ecologistas han puesto su granito de arena. Se han retratado todos los partidos que sostienen al Gobierno y lo van a seguir haciendo sin que esa maniobra les inspire el menor escrúpulo ni político ni ético. Y se han retratado el PP y Vox, que cuentan con sendos pesebres de asesores a sueldo, pero que estaban a por uvas mientras los otros iban a por las nueces de la vieja alegoría de Arzalluz.

Se entiende por un buen retrato aquel que es capaz de cazar al vuelo, en una instantánea, el gesto, el alma, el tic genuino, la personalidad del fotografiado, lo cual se hace aún más difícil cuando se trata de un retrato de grupo como es el caso. Aquí está encuadrada toda nuestra clase política. Está Borja Sémper hablando, en una ridícula rueda de prensa que se ha hecho viral, de «cuando los españoles nos den la responsabilidad de gobernar», o sea, eludiendo el mínimo acuse de recibo de la pifia de su partido y vendiendo esta como un motivo para darle el voto cuando lo es para lo contrario. Está su hueca palabrería, que reivindica como deber de la oposición controlar al Gobierno cuando es ese deber el que ha incumplido. Está en el polo opuesto a Sémper ese Abascal que completa el cuadro de la dividida derecha española y que tampoco se enteró de la fiesta etarra ocupado, como estaba, en depurar a los suyos. Viendo a esos dos se entiende bien la deriva de la derecha liberal vasca. Se entiende bien el declive del constitucionalismo en la tierra de ambos. Los resultados de las últimas autonómicas vascas guardan un cierto paralelismo con las catalanas. Si Bildu no se ha rebelado ante el pacto de gobierno del PSE con el PNV (como se rebela Junts ante el pacto del PSC con ERC) es porque tiene con Sánchez un acuerdo: ¿el que explicita Otegi al afirmar que votará los Presupuestos para sacar a la calle a sus 200 presos?

Sí. Estamos ante un magnífico retrato de familia en cuyo centro está la sonrisa de ese PSOE que ha vendido su alma a Sánchez y la de ese Sánchez que le venderá lo que sea a Otegi para cerrar el Noveno Círculo del infierno dantesco que es esta legislatura.