Business English en el Financial Times Deutschland: «La diversidad lingüística puede ser demasiado para cosa buena», por Víctor Mallet.
En España, donde los hablantes de las lenguas regionales están aumentado, todavía deben plantearse preguntas sobre su importancia.
En más de una ocasión se ha reconocido a los turistas extranjeros de las estaciones de esquí del Valle de Arán por quedarse estupefactos en las zonas que tienen folletos turísticos trilingües.
El segundo y el tercer idioma, que pronto se ponen de manifiesto en los textos y en las banderas, son el catalán y el español, pero ¿cuál es el primero? La respuesta es el aranés, una forma del occitano o del gascón, hablado por unas 5.000 personas.
Las lenguas minoritarias, fomentadas por los gobiernos locales y regionales, han experimentado un renacimiento en España desde el final de la dictadura de Franco en 1970. El generalísimo impuso el centralismo. La utilización pública del catalán y del vasco fue prohibida y los ciudadanos fueron obligados a poner a sus hijos nombres en español. La palabra comúnmente utilizada para definir el español – castellano o de Castilla- revela que el origen de la lengua está en el centro de España.
El renacimiento lingüístico en Cataluña, Valencia, las islas Baleares, el País Vasco y Galicia ha ido de la mano del constante incremento de la autonomía regional desde la introducción de la constitución democrática en 1978. La particular consideración de los nacionalistas catalanes y vascos hacia sus lenguas – junto con su autonomía política y sus particulares sistemas jurídicos- son aspectos fundamentales de su sentido de nación.
Salvador Giner, presidente del Instituto de Estudios Catalanes, la academia regional, diceº orgulloso que ya en el siglo XVII en el palacio barroco en el que se aloja el instituto hablaron en un defectuoso catalán a un obrero castellanoparlante.
“En cualquier momento hacemos que académicos extranjeros hablen unas pocas palabras en catalán” dice Giner recordando los “40 años de genocidio cultural” de Franco contra el catalán.
Los nacionalistas catalanes tienen suerte porque la mayoría de los habitantes de la comunidad hablan su idioma y, como el gallego, es fácilmente dominado por cualquier hablante de una lengua romance como el español, el francés, el italiano o el portugués. No así con el vasco que, hablado por sólo una minoría de los vascos, es de origen desconocido, tiene una gramática enormemente compleja y no guarda relación con las lenguas romance de las que se nutre para las palabras modernas.
No obstante, en el centro de España y entre los castellanoparlantes, hay signos de irritación ante las crecientes políticas lingüísticas de algunas regiones porque se cree que la división del estado en diferentes enclaves lingüísticos disuadirá a los posibles inversores.
Por otra parte, en Cataluña y en el País Vasco la sensación de hostilidad hacia la hegemonía del español suele ir acompañada a menudo por una proyección internacional y por un afán por aprender inglés o francés.
Las dos áreas más polémicas son educación –algunos residentes de Cataluña y del País Vasco quieren que sus hijos sean educados en español- y los servicios públicos como los hospitales, donde las pruebas sobre el dominio del idioma local pueden discriminar a los médicos que no lo hablen aunque todos sus pacientes entiendan español. “En el País Vasco, para conseguir un trabajo como médico, el conocimiento del vasco cuenta 17 puntos. Conocer inglés, francés o alemán, cinco puntos pero conocer el castellano, cero puntos” se lamenta Mariano Rajoy, el líder del partido de la oposición, el Partido Popular.
Los debates sobre el bilingüismo se arrastran desde la época de Franco. El PP, cuyos orígenes se remontan al franquismo aunque preferirían que no fuera así, es el punto de encuentro de los centristas y de los nacionalistas españoles y ha experimentado un impulso en las dos elecciones regionales celebradas en marzo. Fue el vencedor absoluto en Galicia y se alió con los socialistas para desbancar a los nacionalistas vascos moderados en el País Vasco.
Rajoy debe ser precavido en su relación con los partidos regionales, cuyo respaldo podría necesitar en un futuro gobierno, pero apoya la elección de los colegios – con el bilingüismo como objetivo – y el fin de la discriminación lingüística en la contratación pública.
Los nacionalistas, especialmente en Cataluña –donde el idioma local es dinámico y ampliamente hablado- dicen que si existe algún problema lingüístico, lo tienen los españoles monolingües.
“La realidad lingüística de Cataluña es que todas las personas que quieran pueden hablar castellano. No hay conflictos” dice Antoni Castells, el urbano y multilingüe consejero de Hacienda catalán.
“Nuestro objetivo es crear una sociedad bilingüe. No existe ningún catalán que no hable castellano pero, sin embargo, se puede encontrar gente que sólo habla castellano”.
Estos debates continuarán por toda España y sin duda en muchos idiomas, aunque el poder de los políticos para controlar el desarrollo de las lenguas es siempre dudoso.
En el País Vasco, Euskaltzaindia, la academia del idioma ubicada en Bilbao, ha dedicado décadas a crear una forma estándar para los dialectos hablados e, inevitablemente, ha sido acusada de crear un idioma “artificial”, entendido por más de 1m de personas y hablado, tal vez, por una cuarta parte .
Según afirma el director de esta academia Andrés Urrutia, los jóvenes vascos han empezado a hablar una informal mezcla de euskera (vasco) y español conocido como euskañol del que se dice que distorsionaría el vasco si también empiezan a escribirlo.
Así que ¿es inevitable la disminución de las lenguas locales? “Está aumentando la gente que habla en vasco más a menudo” dice Urrutia. “Creo que lo inevitable es que no podemos ser monolingües”
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