EDURNE URIARTE, ABC – 14/08/14
· Cabe preservar la cabeza y conseguir que los asesinos no corten ninguna más. Pero casi siempre a cambio de sacrificar la justicia.
Hasta el progresista más afecto al zapaterismo reconocerá, al menos en la intimidad, que no hay diálogo posible con los fanáticos del ISIS que exhiben cabezas cortadas. Una demostración brutal, extrema, de que algunos grupos violentos sólo pueden combatirse con el uso de la fuerza militar. Por lo que Barack Obama, obsesionado por construir una política internacional superadora de la estrategia militar de Bush, ha decidido embarcar a Estados Unidos en lo que bastantes americanos llaman la «Tercera guerra de Irak» (el último, el editorial de The Wall Street Journal ayer, «The Third Iraq War»). Una guerra que destruye el relato sobre la supuesta alternativa no militar para acabar con el terrorismo islamista.
Pues el ISIS no es consecuencia de las acciones occidentales contra el terrorismo islamista sino fruto de la naturaleza ideológica de ese terrorismo. Independientemente de que gobierne Obama o Bush, Zapatero o Rajoy. Y si no hay más colaboración europea que la venta de armas en esta nueva guerra, se deberá a la oposición popular mayoritaria a toda movilización del ejército y no a posición política alternativa alguna sobre los cortadores de cabezas. Es posible que ni siquiera la extrema izquierda despliegue esta vez, ante los crímenes del ISIS, sus teorías sobre las causas sociales y políticas de estas matanzas y la necesidad de darles soluciones políticas.
¿Cabe la respuesta negociada frente a otros terrorismos? Por ejemplo, Hamás, para quien la mayoría de las voces del mundo con excepción de los propios atacados, de los israelíes, reclama una política de negociación por parte de Israel. Con el argumento, entre otros, de que la ofensiva militar de Israel ha fortalecido a Hamás ya que le habría granjeado muchos más apoyos interiores y exteriores. Pero sin referencia alguna a los propios objetivos de Hamás que incluyen la negativa al reconocimiento del derecho a la existencia del Estado de Israel. ¿Es posible el diálogo y el acuerdo con quien desea cortar tu cabeza? Quien no ve su propia cabeza en peligro tiende a pensar que sí, pero quien visualiza su cabeza en la mano del enemigo, los israelíes, tiende a pensar que no.
Otra cosa es, tercera situación terrorista, cuando el cortador de cabezas está dispuesto a dejar de cortarlas. Por ejemplo, las FARC en Colombia, al menos teóricamente, motivo por el que el Gobierno de Santos lleva negociando varios meses en La Habana con sus dirigentes. En este tercer caso, como en el de ETA, el acuerdo dialogado es posible. Cabe preservar la cabeza y conseguir que los asesinos no corten ninguna más. Pero casi siempre a cambio de sacrificar la justicia. Hasta el propio Santos lo reconoció recientemente, «la clave es cuánta justicia se sacrifica en aras de la paz». Y a cambio de sacrificar, también, los principios democráticos. Para premiar a quien cortó cabezas durante décadas. E incitar, con el premio, a que otras las corten en el futuro.
EDURNE URIARTE, ABC – 14/08/14