• El FMI nos ha lanzado algunas advertencias importantes y nos ha aconsejado algunas actuaciones polémicas

En este atribulado país -y que conste que no le hablo del lío del PP porque se me saltan las lágrimas de la risa- es curioso cómo se dan las noticias según cuál sea la orientación ideológica del que la recibe y comenta. Y antes de que lo eche en cara, me reconozco infectado de ese mismo virus. Esta misma semana lo hemos visto bien con ocasión del, a mi entender nada complaciente, informe del Fondo Monetario Internacional sobre la economía española. El organismo nos ha lanzado algunas advertencias importantes y nos ha aconsejado algunas actuaciones polémicas.

Entre las advertencias podemos situar a la necesidad de completar la reforma del sistema de pensiones, del que tan solo hemos iniciado la parte más sencilla, esa que complace pero agranda los desequilibrios, y nos queda por demostrar que vamos a atacar el problema de los desequilibrios de manera decidida y eficaz. Y también nos advierte de la necesidad de plantear una senda de reducción del déficit público que nos conduzca a algo que se parezca a la estabilidad. Aquí el esfuerzo va a ser tremendo y doloroso si pretendemos que sea también eficaz. En sus palabras, debe ser «firme pero gradual» para no dañar en exceso a la actividad. La idea es muy acertada, pero lo malo es que tanto dañan a la actividad los recortes de los gastos como las subidas de los impuestos, que son las únicas maneras de reconducir el problema.

Y mientras no hacemos nada, el problema se agranda. Los datos proporcionados por el Banco de España esta misma semana nos hablan de que la deuda pública ha bajado al 118,7% del PIB. Pero antes de encender los cohetes, hay que leer bien el dato y hacerlo junto con este otro: la deuda de las administraciones públicas aumentó un 6,2% en 2021 y se elevó hasta unos estratosféricos 1,428 billones de euros.

«Los datos de la OCDE aseguran que el tipo máximo del IRPF español es 10 puntos superior a la media»

No quiero ni pensar lo que sucederá si los tipos de interés toman la senda de elevación que marca la inflación; o si los países antes llamados ‘halcones’, y ahora rebautizados como ‘frugales’, fuerzan la mano del Consejo Europeo e imponen los deberes antes de que los presentemos nosotros. Hagan números, piensen en cuánto supone cada punto de déficit y cavilen sobre la manera de reconducirlo.

Vuelvo a lo primero. La Prensa amiga del Gobierno y los partidos que lo sostienen se apuntaron inmediatamente y alborozados a la idea de subir los impuestos. Les debió dar pereza leer el informe entero y no se enteraron de que el FMI hablaba en primer lugar del IVA y de los impuestos medioambientales. Si eso quiere decir impuestos sobre los carburantes, ya sabe sobre quiénes va a recaer el esfuerzo recaudatorio… Por supuesto que todos ellos preferirían que la presión se ejerciera a través del IRPF y de los impuestos que gravan la riqueza. La propia Nadia Calviño, al oponerse a la urgencias de sus socios de Podemos, hablaba de la comisión de expertos a quienes se ha encargado una reforma dirigida a ‘reforzar la progresividad y la justicia del sistema fiscal’, signifique lo que signifique tan elevado principio.

Aquí la demagogia fluye con generosidad, pero se olvida que los datos de la OCDE aseguran que el tipo máximo del IRPF español es 10 puntos superior a la media y eso que no contemplan las ‘originalidades’ vascas; y, por supuesto, el Impuesto sobre el Patrimonio sigue siendo una excepción en el panorama europeo. Y la progresividad es también mayor, pues los tipos máximos se desatan a partir de niveles de rentas menores. Por último, la cuña fiscal, suma del IRPF y las cotizaciones sociales, es en España del 39,3% mientras que en la OCDE es del 34,6%. Ya sabe que el ejemplo europeo solo se utiliza cuando conviene.

Total, tenemos entretenimiento suficiente. Con la insistencia y la eficacia que muestra el PP a la hora de autodestruirse, ya le veo a Pedro Sánchez afilando los colmillos. Tenga cuidado, le va a morder. ¡Aunque no sea usted rico!