EL MUNDO 29/11/14
ARCADI ESPADA
Querido J:
Este lunes próximo nuestro diplomático Ángel Sanz Briz tendrá una calle en Madrid. Creo que la alcaldesa de Madrid, Ana Botella, ha enviado unas invitaciones especificando que a las 12.00 horas una parte de la que hoy es la calle Cuart de Poblet, en el barrio de Lucero, sur de Madrid, va a llamarse de Ángel Sanz Briz. Cuando le echo un vistazo a Google Maps y veo que en las proximidades, casi paralela, está la calle Duquesa de Parcent pienso que un dios torpón, pero bienintencionado, existe. Al fin y al cabo esa duquesa fue una antepasada de nuestro «Cassio», Casimiro Florencio Granzow y de la Cerda, el duque de Parcent, que en la Varsovia ocupada por los nazis y como cónsul honorario de España logró salvar a varios judíos a fuerza de champagne y dinero frescos.
Yo me alegro mucho de esta calle. Cualquier biógrafo siente como propios los éxitos, aun póstumos, de su biografiado. Me alegro por su familia, que trató con ahínco de que esa calle existiera. Y me alegro sobre todo por Jaime Vándor, que acaba de morir, y uno de los protegidos, cuando niño, por Sanz Briz y la legación de España en Budapest. Hace tres años Vándor hizo los primeros trámites para la concesión del honor y redactó un papel que guardo. Un papel bienintencionado, como lo fue él mismo durante toda su vida, pero afectado del error que padecen las gentes de izquierdas. Las gentes de izquierdas, incluida la familia Sanz Briz, porque a veces ser de izquierdas, más que el resultado de las ideas, es el resultado de la posición. Decía Jaime Vándor en el pliego de méritos por el que solicitaba calle o plaza a Sanz Briz:
«Don Ángel Sanz Briz (Zaragoza, 1910-Roma, 1980), en su calidad de Encargado de Negocios de la Legación de España en Budapest, en 1944 la máxima autoridad de dicha Legación, salvó a miles judíos de la deportación y probable exterminio posterior por el régimen nacionalsocialista y sus aliados, sin ninguna autorización del Gobierno cuyo representante era, y por tanto poniendo en peligro la continuidad de su carrera diplomática».
Como bien sabes Vándor estaba equivocado por completo y siguió tenazmente equivocado hasta el final de sus días, por más que hubiese atendido con gran cordialidad y paciencia a mis pruebas y argumentos, luego descritos en ese libro capital llamado En nombre de Franco. El diplomático Sanz Briz salvó a unos tres mil judíos con la autorización del general Franco, y más concretamente, la de dos de sus ministros de Exteriores, el conde de Jordana y José Félix de Lequerica. Y, en consecuencia, jamás puso en peligro por ello su carrera diplomática. Eso no quiere decir que no cumpliera su misión con eficacia y pasión humanitaria y que cumplirla en aquel Budapest no fuera el encargo del héroe. Pero no desobedeció a su gobierno. Es más: puede decirse que Sanz Briz no empezó a desarrollar su operación humanitaria hasta que no recibió el encargo de su gobierno como lo demuestran nítidamente los despachos intercambiados con sus ministros.
Si Madrid quiere honrar al Sanz Briz desobediente puede hacerlo. Pero entonces no habrá de situar su acción humanitaria en la estación de Budapest. Habrá de situarla en la estación madrileña del Mediodía. Allí, en el verano de 1936, sí que cuadran perfectamente desobediencia, y hasta deslealtad, con humanitarismo. Pues, en efecto, como diplomático recién estrenado y miembro de la quintacolumna franquista junto a Agustín de Foxá o Ramón Saénz de Heredia, entre otros, ayudó a escapar a muchos significados derechistas que trataban de huir del Madrid rojo. Ya comprendo que por eso no se dedican lápidas a los hombres en este Madrid. Pero las vidas es lo que tienen: se salen de la lápida.
El día 1 Sanz Briz tendrá calle en Madrid. Es una fecha candente. Hace 70 años los tanques soviéticos estaban a punto de entrar en Budapest y a la precaria vida del diplomático se añadía un nuevo riesgo. Previa autorización de su gobierno, salió de la ciudad en dirección a Suiza. Hummm… Dudo ahora si adelantarte algo. Pero tú te lo mereces. Como sabes un libro no se acaba nunca, salvo los secundarios, novelas y tal. En enero sale la edición italiana, con traducción de Luca Costantini, de En nombre de Franco. Se va a llamar L’Autentica Impostura. Y lleva este subtítulo: Giorgio Perlasca e gli eroi dell’ambasciata di Spagna nella Budapest occupata. Sergio Campos y yo hemos seguido investigando sus costuras. Hasta tal punto que comprobamos con divertida tristeza cómo la edición canónica de este libro va a estar escrita en italiano. Hay muchas novedades. Hay la emergencia de un nuevo gran héroe, por el que apenas pasamos una línea desatenta: Laszlo Szamosi, tal vez la mayor víctima de la impostura de Giorgio Perlasca. Y hay nuevos e importantes datos sobre esa dama cuya cercanía a Sanz Briz tanto inquietó a los gazmoños responsables del Centro Sefarad y por la que tú tanto preguntaste: la baronesa Podmaniczky. Sí, querido amigo, la madrugada del 7 de diciembre el diplomático y la baronesa salieron juntos de Budapest. Él mismo conducía el coche. No debo darte más detalles. Solo decirte, sin embargo, que esta compañía sí pudo costarle la carrera diplomática.
No he visto la lápida que van a poner el lunes en Madrid. No sé si las lápidas pueden llevar subtítulos. Pero me gustaría que esta dijera: «Calle de Ángel Sanz Briz y de los héroes de la legación de España en Budapest». Todos héroes. Solo uno español. Al servicio de Franco, y franquistas.
Sigue con salud
A.