Joan Tapia-El Confidencial
Al independentismo le costará mucho no votar contra los Presupuestos de Pedro Sánchez, pero ayer sopló viento de distensión
Almuerzo a mediados de la semana pasada en un restaurante (con estrella) de Barcelona. Mi interlocutor es un independentista mediático que ha tenido poder. Hacía casi dos años que no le veía. Le encuentro relajado. Ha llegado a la conclusión de que el conflicto no tiene solución ni a corto plazo ni a medio. Así seguiremos porque las dos partes tienen arrestos suficientes para impedir el dominio de la otra. No hay que amargarse, pues, por lo que no tiene arreglo.
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Sí, el independentismo debería votar los Presupuestos. Le interesa que Sánchez dure, pero no lo hará.
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¿Por qué?
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Porque no puede. Votar sí cuando empieza un juicio en el que se piden muchos años de cárcel es difícil, y no sería popular entre gran parte de los electores. Y tampoco puede porque los dirigentes están divididos y peleados. Si ERC los votara, no serviría de nada si Puigdemont —tentado por el radicalismo— obliga al PDeCAT a votar en contra. Por lo tanto… ERC dirá no.
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¿Aunque sea mezclando sus votos con el PP y Cs, que quieren el 155?
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Me temo que sí. Para ERC y para Puigdemont, lo importante es ganar, después del juicio, las próximas elecciones catalanas. ERC no quiere que Puigdemont la pueda acusar de blanda o colaboracionista, y el PDeCAT, aunque discrepe, no puede
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separarse de Puigdemont de cara a las elecciones.
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¿Y si llega el 155?
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Bueno, Sánchez no convocará antes del otoño. Entonces ya habrá sentencia y la guerra de jefes domina todo. Junqueras siempre ha sido algo raro. Por una parte, es cerebral y un buen táctico, pero por la otra proyecta un liderazgo algo místico y religioso (acuérdate de cuando se puso a llorar en una entrevista con Mònica Terribas). Y el tacticismo le lleva —a veces— a creerse con más cartas de las que realmente tiene. Puigdemont era más plano y desacomplejado, pero el clima de Waterloo le ha tocado mucho. Votarán que no, aunque saben —no todos— que es un error. El instinto animal manda sobre el cálculo racional.
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¿Y Jordi Sànchez?
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Es otra cosa, es más calculador y racionalista, pero está en la cárcel y su partido —la Crida— es el de Puigdemont. ¿Tiene margen?
ERC escenifica el no, pero Iceta, Campuzano, Carmen Calvo y Elsa Artadi modulan sus posiciones anteriores. ¿Cambia el viento?
Dos días después —el viernes— topo con Miquel Iceta a la salida de otro restaurante (sin estrella). Le pregunto y mira al cielo (el techo del restaurante es alto) como diciendo: solo Dios lo sabe. Unos días parece que sí, otros que no, les interesa que haya Presupuestos, pero… Vuelve a mirar al techo.
El lunes por la mañana, cuando Marta Vilalta anuncia la enmienda de ERC a la totalidad y luego, a la carrera, el portavoz parlamentario de JxCAT, Eduard Pujol, anuncia que ellos ya lo habían dicho antes y que el PDeCAT la presentará enseguida, llego a la convicción de que mi interlocutor de la semana pasada estaba en lo cierto. Aunque quisieran —que está por ver—, no apoyarán al Gobierno de España —sea el que sea— cuando sus dirigentes comparecen ante el Supremo acusados de rebelión. Aunque —dato a no despreciar— el PDeCAT desautorizó con rapidez a Eduard Pujol, hombre de Puigdemont, diciendo que “solo el PDeCAT habla en nombre del PDeCAT”.
Pero ayer, martes, mientras Joan Tardà y los diputados de ERC —rodeados de fotógrafos— presentaban la enmienda a la totalidad, el viento empezaba a cambiar. Se volvía a agitar la fantasmagórica comisión de partidos para hablar del futuro de Cataluña sobre el que Carmen Calvo, en las reuniones con Pere Aragonès (el vicepresidente de la Generalitat, de ERC) y Elsa Artadi (la portavoz de Torra y Puigdemont), no habían llegado a ningún acuerdo. Carmen Calvo solo veía la comisión de partidos catalanes (propuesta por Miquel Iceta y que Torra había aceptado) y Aragonès y Artadi exigían una mesa de partidos españoles, que hablara de la autodeterminación y con mediadores internacionales.
Ayer por la mañana, Miquel Iceta abría la puerta en TV3 a que la comisión de partidos pudiera contar no con mediadores ni con mediador sino con una especie de notario que levantara acta. Y Carles Campuzano, el diputado pragmático del PDeCAT, que empezó su carrera política como un ‘roquista’ (seguidor de Roca Junyent), daba a entender que Sánchez todavía podía hacer un gesto que salvara la primera votación de los Presupuestos del día 13 que (las casualidades las carga el diablo) se efectuará el día después de que se inicie el juicio del Supremo.
Las diferencias —sutiles pero sustantivas— entre mediadores internacionales, mediador, notario y relator
Luego, Carmen Calvo contestaba a los periodistas, antes de entrar en una sesión del Senado, que la comisión de partidos (hasta ahora algo exigido por la Generalitat pero no aceptado por Pedro Sánchez) no necesitaba ni mediadores, ni mediador ni tampoco notario. Pero podía tener alguien que conociera el problema de Cataluña, que pudiera tomar nota, coordinar, convocar… Y ya antes, Elsa Artadi había admitido que la Generalitat —consciente de la molestia que para el Gobierno central tenía la palabra ‘mediador’— transigiría con que se utilizara otro término. ¿Un relator podía ser la solución? E informaba de que ya había enviado a Carmen Calvo algún nombre para esa función, “preferentemente de carácter internacional”. Confirmado, había algo de viento.
Minuto y resultado. El independentismo es consciente de que le interesa votar los Presupuestos de Sánchez para que el PSC vote los de la Generalitat y no torpedear demasiado a Pedro Sánchez. Durante el juicio —y después del juicio—, prefiere tener en la Moncloa al líder socialista. Pero le cuesta rectificar —exigía que la Fiscalía cambiara la calificación— porque el juicio va a enervar a sus bases, porque la ANC ocupa ya la plaza Sant Jaume pidiendo la independencia inmediata y porque los tres actores del oficialismo independentista —ERC, la Crida y el PDeCAT—, peleados y desconfiados, tienen intereses electorales diferentes.
Todo, pues, menos aceptar algo que pueda oler a rendición, y por eso ayer dio a conocer las 21 exigencias de Torra a Pedro Sánchez en la famosa reunión del 20 de diciembre. ¿Para salvar la cara ante los suyos, o para volver a torpedear? ¿O para satisfacer, al mismo tiempo, a sus pragmáticos y a sus irreductibles?
Por su parte, el Gobierno quiere salvar los Presupuestos y está dispuesto a gestos —incluso raros—, pero no sobre los presos ni sobre una negociación constitucional —otra cosa es dejar que se hable— que abra la puerta a la autodeterminación. Y tiene que ir muy en cuenta con no dar munición al PP y Cs, que no solo censuran la desinflamación de Sánchez sino que exigen la aplicación inmediata de otro 155 de duración indefinida y más fiero que el de Rajoy. En el límite, Sánchez optará por no tener Presupuestos antes que intentar intervenir en el juicio o abrir una negociación formal sobre la autodeterminación.
Jordi Sànchez ya avisó de que había que desvincular los Presupuestos de la autodeterminación o de los presos
Por otra parte, ¿qué consecuencias prácticas podría tener una comisión de partidos formada solo por los secesionistas, el PSC, el PSOE, Podemos, En Comú Podem, Compromís y el PNV? ¿Qué efectos tendría lo allí hablado —o acordado— con media España fuera, la del PP y Cs, que ya se han negado a participar en la incipiente mesa de partidos catalanes?
Dejando aparte las consecuencias —la política es a veces puro gesto—, una clave de lo que pasó ayer está en la entrevista que Marcos Lamelas y Beatriz Parera hicieron a Jordi Sànchez, entonces preso en Lledoners, para El Confidencial el pasado 17 de enero. Allí, Jordi Sànchez, tras decir que siempre prefería gobiernos de izquierda o del progreso y que no creía que Sánchez fuera a aplicar otro 155 (lo que exigen Casado y Rivera), afirmaba: “Yo no tengo dudas sobre los Presupuestos, pero no por la situación de los presos o la autodeterminación. Por razones presupuestarias. No se trata de que lo que se ejecuta se queda siempre por debajo de lo que se presupuesta. Es que ya lo presupuestado se sitúa dos puntos por debajo de lo que corresponde a Cataluña”. Se refiere al porcentaje de la inversión regionalizable del Estado y es evidente que es algo que se puede discutir sin tumbar antes los Presupuestos con una enmienda a la totalidad, que es lo único que se discutirá el próximo miércoles.
Y luego añadía: “Y volviendo a los Presupuestos, y visto lo visto, tengo serias dudas de que Pedro Sánchez y su Gobierno tengan verdaderas intenciones de aprobarlos. En todo caso, hay que desvincular la negociación de los Presupuestos de la situación de los presos, porque en caso contrario, es un callejón sin salida”. Olviden la primera frase —barroco puro— y fíjense en la segunda: desvincular lo de los presos para evitar el callejón sin salida.
Ahí estamos. En el callejón. Y ayer precisamente, Planeta, que no es una editorial de izquierdas, anunció que el día 19 pondrá a la venta un libro de Pedro Sánchez. Será la primera vez que se publica un libro escrito por un presidente del Gobierno mientras duerme en la Moncloa. Título: ‘Manual de resistencia’. Pues eso, alguien dijo aquello de resistir es vencer.
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