Ignacio Marco-Gardoqui-El Correo
Ya sabíamos que la inflación había ido mal en febrero y ayer lo confirmamos. Los datos definitivos asustan. El IPC subió al 6%, la inflación subyacente se elevó al 7,6% y los precios de alimentos escalaron un 16,6%. ¿Alguna buena noticia? Sí, en marzo, y gracias al efecto base, van a bajar y lo harán de manera apreciable. ¿Qué es eso del efecto base? Pues como comparamos los precios de este año con los del anterior y marzo de 2022 fue un mes horrible para los precios, por culpa del inicio de la guerra en Ucrania, la comparación nos va a salir bien seguro. ¿Quiere decir que los precios van a bajar? Si lee los periódicos verá que la inflación será menor, pero si va a la compra comprobará que habrán subido. La aparente paradoja se explica porque habrán subido, pero menos que lo registrado el año anterior y así podremos decir, sin faltar a la verdad, lo contrario a lo que vemos en el mercado cuando vamos a la compra.
En tiempos más ‘normales’, (¿es capaz de decirme desde cuando no vivimos en tiempos normales?) esta situación de los precios sería el anuncio de nuevas subidas de los tipos de interés, que estaban ya prácticamente decididas. Ahora no está tan claro y la prueba la tiene en el descenso brusco del euríbor que vivimos ayer. La quiebra del SVB en California ha desatado una ola de desconfianza general en el sector bancario que exige una reevaluación de la situación. Ya sabe que los bancos trabajan con una materia prima delicada y quebradiza que se llama ‘confianza’. El SVB no ha resistido una salida masiva de depósitos que ha obligado a intervenir hasta al mismísimo presidente de los Estados Unidos. Pero es que ninguna entidad, ni siquiera la más solvente del mundo, sería capaz de enfrentarse a una salida desordenada y en tromba de sus depósitos. Usted deja su dinero en el banco porque confía en que mañana siga allí cuando lo necesite. Si temiera que tal cosa no iba a suceder se lo llevaría a toda prisa.
Pues eso, la desconfianza se ha desparramado y ahora todos, las entidades afectadas, las instituciones financieras, los reguladores y los propios inversores profesionales tratan de trasmitir tranquilidad. Algo que consiguieron ayer, cuando los mercados vivieron una calma tensa en espera de nuevos datos que sirvan para medir la dimensión del problema.
En cualquier caso, hay que poner en revisión todas las previsiones que hicimos sobre los tipos, sobre su pendiente de subida, la rapidez y la intensidad de la misma. No me negará que esto de la economía será a veces complicado, pero siempre es muy entretenido.