Los resultados de las elecciones norirlandesas del pasado miércoles no han sorprendido a nadie, aunque hayan traído consigo un cambio histórico. Y no ha habido sorpresa porque la tendencia al protagonismo político del Sinn Féin, creado el 28 de noviembre de 1905, otrora brazo político del IRA y precursor de una era violenta con la que exigió la independencia del Reino Unido, ha ido aumentando en los últimos años. Después de un siglo de control y dirección de la política norirlandesa por gobiernos unionistas definidos como británicos, desde el Acuerdo de Partición de 1921, el Sinn Féin ha ganado en las urnas.
Las nuevas necesidades económicas y sociales han hecho que los ciudadanos den un giro radical en su voto y de los 90 escaños de la Asamblea de Belfast el partido de la candidata y vicepresidenta del partido, Michelle O’Neill, ha obtenido 27 (29% de los votos). La líder del Sinn Féin, Mary Lou McDonald, que consiguió ser la fuerza más votada en las elecciones generales de la República de Irlanda celebradas en 2020, se congratula del éxito conseguido y relega la cuestión de la unificación a un segundo plano. No piensa de esta manera el derrotado Partido Unionista Democrático (DUP) de Jeffrey Donaldson, con sus 25 escaños (21,3%), sumido en una grave crisis por el impacto y los efectos del Brexit que fue rechazado en 2016 por la mayoría de los norirlandeses. En esta línea se mantienen otros partidos protestantes como el Partido Unionista del Ulster (UUP) y la Voz Tradicional Unionista (TUV).
El tercer partido, tras los resultados de las elecciones, el Partido Alianza de Naomi Long (17 escaños y 13,5% de los votos), grupo de centro liberal y libre de la mácula de la violencia sectaria, ha recogido los frutos de sus propuestas, similares a las de los nacionalistas de O’Neill, centradas en los problemas ciudadanos (pobreza, carestía de la vida, deficiencias en la Sanidad y la Educación, entre otros).
Los nacionalistas han hecho historia al convertirse por primera vez en la fuerza más votada,desde la Partición, como señalábamos anteriormente, y después de un cuarto de siglo del Acuerdo de Viernes Santo de 1998. Dicho Acuerdo obliga a O’Neill y a Richardson a gobernar en coalición a pesar de su diferente visión y de sus discrepancias.
Varios factores combinados explican el enorme simbolismo de la victoria del Sinn Féin. Desde la paz y el fin del terrorismo hasta el Protocolo firmado por Reino Unido y la UE, pasando por el incremento demográfico de los católicos, la moderación del partido, su énfasis en un mensaje social y un más que evidente cambio de estrategia. Los resultados de las elecciones locales en Reino Unido mandan un mensaje muy claro a Boris Johnson tras la pérdida de peso a favor de los laboristas. Irlanda del Norte es parte del espejo de algo mucho más grande y que se extiende a todo el país. La pérdida de peso de los conservadores en los gobiernos municipales ingleses, escoceses y galeses envía a Johnson un recado que debería tener presente.