“…Desgraciadamente, ETA no se ha puesto a la altura de las circunstancias. Sus declaraciones posteriores indican que todavía existe una lucha por el poder entre halcones y palomas. Esto ya se sabía, pero lo que es nuevo es la creciente impaciencia del grupo partidario de la política…” dice el periódico de Dublín en sus páginas de opinión.
En los últimos meses, está cada vez más claro que la mayoría de los radicales vascos, que quieren la independencia para su país, están abandonando decisivamente las estrategias de los violentos. Los debates y declaraciones de ese sector han hecho una clara llamada a ETA, el grupo terrorista que tuvo un importante apoyo popular en la región, para que abandone las armas para siempre.
Estas declaraciones han sido recibidas calurosamente por figuras internacionales de buena voluntad, como Mary Robinson, Desmond Tutu, Albert Reynolds y John Hume. En una declaración conjunta de hace un mes, argumentaban que ahora ETA debería declarar un alto el fuego permanente y manifestaron la esperanza de que una respuesta “adecuada” del gobierno de España “permita … que las diferencias se resuelvan”.
Desgraciadamente, ETA no se ha puesto a la altura de las circunstancias. Sus declaraciones posteriores indican que todavía existe una lucha por el poder entre halcones y palomas. Esto ya se sabía, pero lo que es nuevo es la creciente impaciencia del grupo partidario de la política, que durante mucho tiempo ha considerado a los hombres y mujeres de la violencia fuera de toda crítica, al menos en público. Hace unos días, individuos que una vez fueron considerados, con razón, comisarios políticos de ETA, han dado su aprobación a las declaraciones que acusaban a los terroristas de “bloquear” con sus “acciones armadas” el camino del progreso. No llega a la condena total pero se acerca a la línea divisoria crítica.
Los radicales saben que una parte importante del pueblo vasco, y tal vez una pequeña mayoría, acogería gustosamente alguna forma de autodeterminación. Y finalmente se han dado cuenta de lo que ha sido obvio para muchos nacionalistas moderados durante décadas: que la estrategia violenta hace que para Madrid sea fácil rechazar cualquier cambio en el estatus de la región porque se vería como una rendición al terrorismo. Efectivamente, algunas de las figuras de la clase dirigente española han dicho muchas veces en privado que ETA estaba haciendo un favor a España, porque su existencia aseguraba que el Gobierno no se comprometería con las demandas de los vascos para decidir su propio futuro.
Sin embargo, tarde o temprano, España tendrá que llegar a un acuerdo con las perpetuas aspiraciones de muchos vascos, al igual que los nacionalistas vascos, radicales o moderados, deben llegar a un acuerdo con la fuerte identidad española otros muchos ciudadanos vascos. Está más claro que nunca que la única contribución que ETA puede hacer en este delicado proceso es disolverse incondicionalmente e inmediatamente.
THE IRISH TIMES, 10/5/2010