- Las próximas elecciones serán, sin duda alguna, las más decisivas de la reciente historia de España
Un estado fallido se caracteriza, al menos, por estos supuestos: Es incapaz de generar crecimiento económico; no puede hacer frente a su deuda pública y por tanto está en manos de sus prestamistas; no se corresponde –institucionalmente– con un Estado de Derecho; y pone en cuestión su unidad territorial.
El socialismo del siglo XXI, con datos en la mano, ha conducido a España al borde del abismo económico e institucional:
- Tanto Zapatero como Sánchez han consolidado un permanente, muy largo e históricamente sin igual –en los anales de los países más ricos y civilizados– periodo de estancamiento económico. La renta per cápita española descendió con Zapatero un 6 %, y se alejó de la media de la UE un 9.85 %. Con Sánchez la caída acumulada ha sido hasta finales de 2021 del 4 % y el alejamiento de la UE del 5,33 %. En sus once años conjuntos han hecho retroceder la prosperidad económica de España más que nunca -en términos absolutos y relativos- en toda su historia contemporánea. ¿Podría algún progresista, político o mediático, desmentir que ambos gobernantes han registrado los peores resultados económicos del mundo civilizado, con Sánchez -en términos anualizados- a la cabeza?
- Zapatero durante su mandato elevó la deuda pública un 101% y con Sánchez ha superado ampliamente el nivel de nuestro PIB; casi el 120%, que sólo se había alcanzado hace ciento cuarenta años. Sin nuestra pertenencia al sistema monetario del Euro y la protección su banco central, España habría tenido muy limitada su capacidad de endeudamiento público, sería mucho más caro y habríamos tenido que hacer ajustes muy severos o llegado el caso suspender pagos, como tantos estados fallidos hispanoamericanos
- El Estado de Derecho que ha venido caracterizando a la España democrática está siendo puesto en cuestión, tanto por voluntad política propia del socialismo como por su subordinación –un hecho sin precedentes– a los intereses políticos de delincuentes confesos y culpables y enemigos de nuestra Constitución y la unidad de la nación. Además de: incumplimientos permanentes de las leyes, la suspensión ilegal de las funciones del poder legislativo, la ilegítima y antijurídica legislación –ajena a los principios que deben cumplir las leyes– dictada por y personificada en favor de políticos delincuentes y despilfarradores de recursos públicos, el ataque abierto y frontal a la división de poderes que caracteriza las verdaderas democracias nos están convirtiendo en un “paria europeo” según el sabio historiador Gabriel Tortella.
- Si tras las siguientes elecciones volviera a gobernar la aleación -cuya naturaleza es indisoluble– política actual, vista la absoluta –por necesaria para detentar el poder– subordinación del socialismo a los intereses independentistas y comunistas conllevaría medidas políticas que amenazarían la unidad de nuestra nación, la más antigua -según Julián Marías– del mundo.
Si “una imagen vale más que mil palabras”, la que compara la evolución de la renta per cápita de España con Argentina, la UE y EEUU es muy clarificadora:
- En 1962 España y Argentina tenían la misma renta per cápita. Desde entonces, Argentina siguiendo el actual modelo social-comunista español se encaminó hacia un estado fallido –abiertamente admirado por el actual gobierno– antes descrito; con la salvedad de que allí no está en riesgo su integridad territorial.
- España, por lo contario, experimentó desde entonces una extraordinaria etapa –la más brillante experimentada en Occidente- de crecimiento económico que conllevó a un nivel de convergencia con la UE del 92% en vísperas de nuestra Transición política. Argentina, mientras tanto se estancó y España superó en un 40% su renta per cápita.
- En tanto Argentina seguía económicamente varada constituyéndose en la quintaesencia de un estado fallido, España, tras la recaída causada por los Pactos de la Moncloa -buenos para la paz social pero malos para la prosperidad económica- recuperó el pulso de la convergencia con Europa, que alcanzó su zénit con Aznar, replicando el nivel de 1976. Para entonces España disfrutaba de una renta per cápita que multiplicaba por 2,24 la de Argentina.
- Con la llegada de Zapatero al poder, Argentina y no Europa, fue el ejemplo a imitar. Aunque con Rajoy la decadencia socialista previa se subsanó parcialmente, la llegada de Sánchez al gobierno recuperó -incluso con peores resultados- la senda hacia el modelo argentino: España regresó en 2021 a un nivel de convergencia con la UE del 80% mientras que reducía su distancia con Argentina a 2,12 veces su renta per cápita.
Si observamos con perspectiva histórica el gráfico, las tendencias observadas no pueden ser más elocuentes:
- EEUU se distancia cada vez más de una UE encorsetada con políticas socialistas, que obstruyen el dinamismo empresarial y la innovación, con tasas anuales de crecimiento sistemáticamente superiores.
- España tras más de medio siglo de convergencia con la UE gracias a tasas de crecimiento un 66% superiores, ha tomado el camino argentino hacia el estancamiento de manos del socialismo del siglo XXI, alejándonos cada vez mas de Europa: desde 2007 la UE creció a una tasa anual del 0,67% y España decreció un 0,16%.
- Argentina permanece estancada cual estado fallido, no solo en términos económicos como manifiesta la línea casi plana de la evolución de su renta per cápita, sino por sus desvaríos institucionales; ahora imitados por España.
Las próximas elecciones serán, sin duda alguna, las más decisivas de la reciente historia de España. En ellas estará en juego la consolidación de la demostrada decadencia económica de España, que tanto hace sonreír a las ministras de economía y trabajo, y la demolición de la democracia liberal y su consiguiente estado de derecho, para sustituirlos como en muchas repúblicas hispanoamericanas por una democracia totalitaria, es decir, un estado fallido tercermundista.
Desgraciadamente un buen número de votantes, debidamente educados por el Estado en la irresponsabilidad personal y la dependencia de la caridad pública –como en Argentina, Venezuela, Nicaragua, etc– que termina repartiendo la miseria a los que la calidad de las instituciones no les dice nada, seguirán pidiendo billetes para el viaje al tercer mundo. Otro buen número de votantes más ilustrados y devotos de la religión progresista, saben –hasta donde quieren saberlo- que los datos anteriores son empíricamente incuestionables, pero prefieren ignorarlos y mirar para otro lado, muchos de ellos debido a las prebendas que disfrutan -incluso modestas- en un régimen político como el actual.
¿Por qué están mudas tantas instituciones -con notables excepciones como el Círculo de Empresarios-, asociaciones, universidades, colegios profesionales, etc?
Sin embargo, las encuestas verdaderas ponen de relieve que una mayoría de españoles podría votar a favor de políticas de recuperación de nuestra buena salud económica, del empleo, de unas cuentas públicas decentes y sobre todo de la urgente restitución de nuestro orden constitucional y el estado de derecho; en definitiva del regreso al seno de la mejor Europa y el alejamiento de los estados fallidos.
Se hecha en falta que la sociedad civil permanezca ausente o callada ante la desastrosa escalada que se ha glosado: ¿le resulta indiferente a la CEOE el desmoronamiento del estado de derecho y la cada vez más arraigada senda argentina de nuestra economía? ¿Son conscientes las grandes empresas de su responsabilidad social verdadera, que nada tiene que ver con la artificialmente impuesta de las cuotas feministas ni la moda del ecologismo, sino con el libre desempeño de la función empresarial dentro de un estricto Estado de Derecho? ¿Por qué están mudas tantas instituciones -con notables excepciones como el Círculo de Empresarios-, asociaciones, universidades, colegios profesionales, etc? ¿No son conscientes de que los estados totalitarios acaban con el bien sagrado de la libertad personal, que es intrínsecamente inconcebible al margen del estado de derecho?
¿Es consciente el Partido Popular de que si vuelve a gobernar con o sin apoyo de Vox, no podrá volver a no hacer nada como sus predecesores, Aznar y Rajoy, que como buenos conservadores -al decir de G.K. Chesterton– se caracterizaron por conservar los estropicios progresistas; sino que tendrá que actuar seria y contundentemente, no solo para volver a acercar nuestra economía a Europa y alejarla de Argentina, sino para reponer de abajo a arriba el Estado de Derecho?.
La UE, que se pudo pensar sería un baluarte contra el iliberalismo político y el despilfarro público, también camina hacia un experimento multilateral fallido: incapaz de crear un verdadero mercado único, practicando políticas contra la innovación y la competitividad internacional, compañera de viaje de los despilfarros económicos públicos y desocupándose irresponsablemente de su propia defensa, ha terminado por querer salvar -ella sola- el clima mundial mientras vende favores parlamentarios a los recientes amos del futbol mundial.
¿Seremos capaces de reaccionar a tiempo ante tamaños desafíos?