Editorial, EL CORREO, 14/11/11
El nuevo Gobierno deberá tomar conciencia de la situación antes de adoptar decisiones
Las encuestas publicadas en esta campaña, incluida la del CIS, coinciden en augurar una victoria muy holgada del Partido Popular, que se aproximaría a los 200 escaños, frente a un PSOE que podría rebasar su tope de suelo. Y esos sondeos constatan asimismo que el PP ha ido dejando de ser el mal menor para ganar paulatinamente credibilidad como gestor de la economía, capaz de infundir confianza y de movilizar al empresariado. Rajoy tiene la tarea hecha, después de publicar su proyecto y de superar con buena nota el debate con su principal antagonista, Rubalcaba. Se mantienen, como es lógico, algunas zonas de sombra programáticas, no tanto por ocultar las medidas impopulares que habrá que adoptar cuanto porque el nuevo Gobierno deberá tomar conciencia clara de la situación y de sus propios márgenes antes de adoptar decisiones. Máxime cuando es evidente que estamos al borde de una recaída y que, en estas circunstancias, nuevos ajustes representarían más desempleo. De cualquier modo, la ciudadanía ya sabe que nos aguardan más y mayores sacrificios. Rubalcaba, por su parte, tratará seguramente de recuperar algunos desertores y de reducir el absentismo para frenar la debacle que dejará al Partido Socialista exhausto y sin aliento. Los sucesos de Italia, cuya deriva hacia la bancarrota ha forzado la dimisión de Berlusconi, le servirán sin duda de argumento: ahora se ve que Rodríguez Zapatero, aunque erró en el diagnóstico al principio, tomó in extremis las medidas adecuadas para evitar la hecatombe, algo que no hizo sin embargo la derecha italiana. La operatividad de este discurso está por ver, y en todo caso su efecto será discreto. Es de imaginar que Rubalcaba reforzará asimismo en estos días el radicalismo izquierdista de su mensaje para tratar de frenar la sangría de votos hacia IU, detectada por las encuestas. La previsible mayoría absoluta del PP vendrá acompañada de una mayor presencia de las minorías parlamentarias, lo que no quiere decir mayor capacidad de influencia, con la incógnita de la representación que ostentarán Amaiur y el PNV.
Editorial, EL CORREO, 14/11/11