ABC 21/02/17
IGNACIO CAMACHO
· «Ya no hay otro remedio. O el partido se carga a Pedro o Pedro se carga el partido. Y sí, será desagradable»
SUS adversarios son «el capitalismo neoliberal y el conservadurismo del PP» (sic). Su estrategia, la convergencia de izquierdas (léase alianza con Podemos). Su modelo, un partido asambleario de legitimidad caudillista que supere las estructuras representativas (Comité Federal, federaciones territoriales, etc) que lo derrocaron. Sus apoyos, algunos notables de su mandato, un sector radicalizado de los militantes y la facción antisusanista que no ve en Patxi López un liderazgo con posibilidades.
Pedro Sánchez ganaría unas primarias abiertas a la participación de no afiliados. Entre otros, muchos simpatizantes de Podemos irían a votarlo. Los socialistas tradicionales lo consideran el candidato de Pablo Iglesias, un elemento de ruptura en un PSOE ya bastante dañado. «Está intentando capitalizar la rabia», opina un dirigente de la tercera vía. «Si gana, al día siguiente habría purgas. Pero como perdedor también es irrecuperable». Los otros dos candidatos –Díaz lo es aunque aún no se haya presentado– saben que su simple presencia en la carrera electoral interna ya ha devuelto a toda la organización al crispado clima de enfrentamiento del 1 de octubre. El día que todos quieren olvidar; todos menos Sánchez.
El ex secretario general parte precisamente de aquella jornada. Ha tomado las primarias como una segunda vuelta de la votación en que salió defenestrado. Un desquite. Su proyecto hacia adentro consiste en liquidar el papel de las baronías y anular al Comité Federal mediante consultas con la militancia en los asuntos esenciales. Y hacia fuera, en un bloque de izquierdas. «Eso nos volvería subsidiarios de Podemos», advierte un susanista. «Más allá de acuerdos puntuales, el PSOE no puede referenciarse más que en sí mismo. Lo que está planteando Pedro es que no le importa perder si la suma de izquierdas puede gobernar. Y éste es un partido de vocación ganadora que está muerto si la abandona».
Sus adversarios prefieren pensar que el grueso de los afiliados lo rechazará como un cuerpo extraño a la tradición socialista. Que están cansados de broncas y huirán del fantasma de la fractura. Creen que en los actos de Sánchez hay mucha gente sin carné, una clac externa, de aluvión, sin derecho al voto. López y Díaz representan la cultura política del PSOE de toda la vida. Gane quien gane, el vencedor buscará pactos de unidad para llegar a un congreso cohesionado, casi de refundación, que entierre los rescoldos de la etapa sanchista. Pero para eso necesitan liquidar al outsider. «Parece mentira que el candidato más ajeno a este partido nos haya dirigido durante dos años». Y no está claro el estado de ánimo que los miembros de las agrupaciones esconden en sus tripas.
Va a ser una lucha sin miramientos, áspera, cainita. «Pero ya no hay otro remedio. O el partido se carga a Pedro o Pedro se carga el partido. Y sí, será desagradable».