EL MUNDO 04/03/15
VICTORIA PREGO
Parece talmente un asunto calabrés de la más pura cepa. Todo es llamativo en este relato, pero especialmente algunas cosas. Por ejemplo, que sea cierto, cosa que está por demostrarse, que todo un presidente de la Comunidad de Madrid baje a la cafetería de abajo para entrevistarse con dos policías en lugar de recibirlos, como obliga su cargo y le exige su papel, en su despacho institucional. Si esto ha sido como lo cuenta el comisario Villarejo, no sólo es impresentable e injustificable sino que, además, es altamente sospechoso.
Pero también es asombroso que todo un comisario de Policía decida «contraatacar» al presidente de la Comunidad porque éste «no había calibrado bien» su ataque contra él al haberle acusado junto con otro compañero de un intento de chantaje. Éstas no son de ninguna manera las formas con las que están obligados a comportarse los miembros de las Fuerzas de Seguridad en un Estado de Derecho.
Todo el recorrido de la escena completa resulta inaudito. Desde luego, lo es que un comisario decida actuar no porque le obliga la ley que ha jurado respetar, sino porque el interlocutor de turno le ha incomodado. Y si no hubiera sido así, ¿tenemos que suponer que el comisario Villarejo no estaría contándole al juez lo que le está relatando ahora? Éste es uno de los escándalos de esta historia: el modo en que actúan unas personas que ocupan cargos de enorme responsabilidad pero que tienen actitudes completamente impropias de lo que se espera de ellas.
Dicho esto, hay que adentrarse en el meollo de la cuestión. Y lo que aparece nítidamente es que el asunto del famoso ático de Ignacio González ha incorporado aspectos hasta ahora desconocidos para el público que han oscurecido el panorama político del presidente de la Comunidad de Madrid hasta dejarlo de un negro zaino.
La aparición delegada de Enrique Cerezo, siempre presunta, pero ya posible o incluso probable, portando un mensaje aparentemente igual al lanzado por Ignacio González a los policías, esto es, que colaboren a detener la investigación sobre el ático a cambio de retirar las denuncias por investigación ilegal a los policías de Marbella, añade al asunto un aroma espantoso. El proceso de denuncias y acusaciones recíprocas seguirá su curso natural, pero es evidente que el candidato ya está tardando en retirar su pretendida candidatura.
Sea por maniobras de sus enemigos, sea porque la verdad del caso esté a punto de saltar a la luz, González ha dejado ya de estar en condiciones de competir por la Presidencia de la Comunidad. Esto lo ve hasta un ciego y Mariano Rajoy está muy bien de la vista. Descartado. Del todo.