José Alejandro Vara-Vozpópuli
  • Hay síntomas y razones para que intuir Sánchez abandonará la idea de presentarse a las generales. He aquí un compendio de las más relevantes

Sánchez no se presenta. Abandonará el barco tras el 28-M, dejará colgado a su partido (para entonces, un residuo calamitoso) y se instalará en una alta poltrona internacional. Esta es la teoría que, desde hace meses, airean algunos partícipes de La Noche de Dieter, con la gran Carmen Tomás a la cabeza. No es información, es hipótesis. O intuición, dirían los cursis. Una sospecha compartida y creciente en buena parte de las filas del progreso.

Cada día que pasa, tal posibilidad aumenta. Y hasta se expande por los mentideros como un torrente imparable que golpea los muros de la Moncloa. ¿Nos dejará colgados? El rebaño socialista, atemorizado, recita la unánime letanía. Rememora episodios recientes, repasa las penúltimas catástrofes, escruta la angustiosa realidad de un presente que no puede resultar más adverso. El hundimiento arrancó en las elecciones andaluces. Y no ha cesado. He aquí algunas razones que apuntan a la casi inevitable defección del villano aborrecible.

CRISIS DE LA COALICIÓN.- El Gobierno ha devenido un saco de gatos salvajes, un depósito de ambiciones desmedidas, egos superlativos, pugnas interminables, traidores navajeos . El engendro resistirá hasta mayo. Luego, la eclosión, esperada y ruidosa.

TEMBLORES EN EL PARTIDO.- Ya no existe el PSOE, lo enterró su pastor. Los caciques regionales bracean por sobrevivir al reto de las urnas. Muchos de ellos perecerán en el gran combate. No hay futuro.

LA IZQUIERDA, PARALIZADA.- Más que desmovilizada, como escrutan los politólogos del meñique enhiesto, la izquierda está paralizada. Catatónica, absorta, pasamada. Descree de las prédicas de Sánchez, aunque se esfuerza por atenderlas sin incurrir en el regüeldo. La grey socialista ha abandonado toda esperanza y, más a su izquierda, solo se advierte un rebuño de estrépitos desmedidos. No hay ideas, ni siquiera consignas, solo ladridos.

EL ADVERSO CALENDARIO. El volcán del sí es sí todo lo arrasa. Ha destrozado la agenda de la Moncloa y ha arrasado el calendario del detestado Bolaños. Tocaba arrancar el año con noticias felices. La subida de pensiones, el salario mínimo, la inflación domada, el suelo de los funcionarios. Todo voló por los aires. No supo Sánchez frenar a tiempo a Irene Montero. El atlas de las previsiones ha derivado en despojo. El infatigable goteo de violadores sueltos se alargará hasta más allá de las papeletas de mayo. Los 800 asesñores de Presidencia tiemblan, ya impotentes, ante una larga noche agujereada de incendios.

EL TRAMPANTOJO ECONÓMICO.- Las cifras de Calviño no casan con el bolsillo del ciudadano.  España encadena cuatro trimestres de caídas en la renta disponible de los hogares. Las hipotecas, en la estatosfera. Los alquileres, ni existen. El empleo, un bien sólo detectable en los números falsos de Yoly de Palma. Los autónomos, bordean el precipicio, salvo los miles que ya cayeron. Bruselas detecta trampas, o impericia, en el manejo de los fondos. Durante el sanchismo, ae la renta media de los españoles en 1.700 euros. En Europa cayó 400. Ocupamos el puesto 18 en la UE en renta nacional. Aún no hemos recuperado las cifras de antes de la pandemia.

EL REVÉS DEl 28-M.- Todas las encuestas le son adversas. Mayo será un cataclismo. El mapa de España amanecerá azul, coinciden todos los institutos demoscópicos. Será un remake de las municipales de 2011, antesala de la victoria de Rajoy. Con un partido derrotado, sin fuerza territorial, sin apoyo local, Sánchez no podrá afrontar la campaña electoral de noviembre. Un empeño imposible.

EL DESEADO SILLÓN. El bonapartín del progreso dedica enormes esfuerzos, presupuestos y tiempo a redondear su perfil de «líder global». Acaricia algunas poltronas internacional. La OTAN, el Consejo Europeo. Quizás Naciones Unidas. Estas semanas despliega un periplo por capitales comunitarias para precalentar su semestre europeo. Tras el seguro trastazo de mayo, cambiará su objetivo. Descartada de antemano una victoria en las generales, renunciará a esa batalla. La derrota no es carta de presentación para quien a tanto aspira. El gran resiliente odia perder. Saltará en marcha del convoy sin frenos, abandonará su colchón de Moncloa y centrará sus esfuerzos en el alto cargo que alguien quizás ya le tiene prometido.

Confiaba hasta ahora en la máxima de Onetti: «Solo hay dos dioses, llamados ignorancia y olvido». En ellos ha fiado hasta ahora su inútil gestión, en ellos ha basado su atroz mandato. Todo tiene un límite y esos mantras ya hace tiempo que caducaron. La gente sabe la verdad y la tiene presente. El electorado será un juez implacable. Bruscamente, este periodo adverso y atroz habrá desaparecido.