El Gobierno ha mostrado su voluntad de impedir la presencia de listas que sea continuación de un partido ilegalizado, sin las contemplaciones mostradas en 2007. Según los nacionalistas, los socialistas actuarán, como entonces, en función de sus intereses electorales, tanto si se bloquean las listas como si no: «si bebo vino, borracho, si no bebo, miserable».
La izquierda abertzale, también llamada Batasuna, quiere presentarse a las elecciones autonómicas porque sabe la importancia que tiene estar en ese Parlamento al que durante años estuvieron llamando «vascongado» como muestra de desprecio y como forma de negar su condición de institución vasca.
El desdén manifestado por HB y ETA hacia las instituciones autonómicas en las primeras legislaturas se pasó con el tiempo. Los parlamentarios abertzales entraron en el juego de mayorías y minorías conscientes de que las decisiones de la Cámara eran importantes y de que estar ausentes de ella era estar ausentes del núcleo fundamental de la vida política en Euskadi. A partir de 2000 comenzaron a llamar al Parlamento y al Gobierno vasco «instituciones de la partición», fruto de la influencia del vocabulario norirlandés, pero no les pasó por la cabeza renunciar a su participación en el Legislativo de Vitoria como renunciaron a presentarse a las elecciones generales con el ocurrente argumento de que si no se presentaban a los comicios de Dinamarca tampoco tenían que hacerlo a los de España.
«La izquierda abertzale tiene que estar en las elecciones, tiene que estar en las instituciones, tiene que estar en la lucha de masas», afirmaba Arnaldo Otegi en una reciente entrevista (‘Gara’ 30-11-08). Tienen voluntad de presentarse, pero otra cosa es que se empeñen en hacerlo con candidaturas en las que concurren numerosos indicios que las hacen sospechosas de ser sucesoras de la ilegalizada Batasuna, lo que les coloca bajo la lupa de la Justicia y aumenta la probabilidad de que esas listas sean anuladas. Los indicios recogidos en el auto del juez Garzón difundido ayer anticipan una eventual sanción de los tribunales a las dos listas conocidas de la izquierda abertzale, D3M y Askatasuna.
El Gobierno ha mostrado su voluntad firme de impedir la presencia de cualquier lista que sea continuación de un partido ilegalizado, sin las contemplaciones que hubo en las municipales de 2007. Aquel precedente, sin embargo, es el motivo de la desconfianza de los nacionalistas que aseguran que los socialistas actuarán en función de sus intereses electorales, tanto si se impide la presencia de las listas abertzales, como si se les permite.
El PSOE se encuentra ante el problema de las listas de la izquierda abertzale como el personaje de la copla que canta aquello de «si bebo vino, borracho, si no bebo, miserable». Haga lo que haga, sea una cosa o su contraria, no se va a librar de que los nacionalistas le pongan como ‘chupa de dómine’.
Florencio Domínguez, EL CORREO, 27/1/2009