Mientras, le estallan en la cara las encuestas de las vascas y gallegas que le esperan dentro de seis días. Siete sondeos llevamos conocidos y hay más unanimidad en ellos que en la familia Pujol sobre criterios morales. Todos coinciden en que Núñez Feijóo ganará por mayoría absoluta la Presidencia de la Xunta, que los socialistas perderán escaños y la segunda plaza a favor de las Mareas. En Euskadi, donde Urkullu ganará con 27 escaños, los socialistas serán el cuarto partido de la cámara, perdiendo en el lance la mitad de sus parlamentarios.
No parece que Sánchez esté agobiado por el asunto. Si en las dos últimas elecciones no le movió al abandono haber perdido 20 escaños de los que le dejó Rubalcaba y medio año más tarde otros cinco de los que se dejó a sí mismo, ¿por qué iba a preocuparle el sorpasso que las Mareas y Podemos le van a dar el próximo domingo? «La corrupción de Mariano Rajoy», decía el sábado.
Tal vez haya olvidado que el secretario general del PSdeG y candidato a la Xunta, José Ramón Gómez Besteiro, tuvo que dimitir hace seis meses al ser imputado judicialmente por seis delitos de corrupción: soborno, prevaricación, tráfico de influencias, fraude a las administraciones públicas, fraude de subvenciones y delito continuado de malversación. ¿Era Gómez Besteiro un hombre honrado como Chaves y Griñán, de los que no se llevan el dinero a casa? Para altruista, Rita Barberá, que adelantaba presuntamente mil euros. Luego, se los devolvía presuntamente el partido, pero sin intereses.
¿De qué habla el joven Sánchez cuando dice amor o corrupción? ¿Hay un patrón para medir comparativamente corrupción y regeneración? Los de Sánchez empezaron antes, remember Filesa, y ya para entonces consideraban los socialistas que había una corrupción honrada, siempre que el producto del latrocinio, el botín, fuese a parar al pueblo y no a los bolsillos del altruista corrompido. El condenado Sala fue elegido para la Ejecutiva del PSC con más votos que ningún otro candidato y con todos los delegados puestos en pie. También han llegado más alto, 741 millones de euros y tienen más sumarios de corrupción, según las cuentas de Conde Pumpido cuando era fiscal general del Estado y también más cargos imputados.
Pedro Sánchez es un pollo descabezado a quien los fans de su Ejecutiva han convertido en la leyenda de Sleepy Hollow, el jinete sin cabeza. No hay constancia de ninguna declaración suya de protesta durante los años que duró el saqueo de lo público en Andalucía, por los EREs, (ni por los cursos de formación, ni por Invercaria), mientras la juez Alaya iba imputando a compañeros suyos hasta un número de 600. Uno de ellos, tenía dinero en el colchón «como para asar una vaca». Pero el joven Sánchez quiere acabar con la corrupción aliándose con un partido que ha sido financiado por el Gobierno más corrupto de América y por una república islamista. Y el joven Sánchez es un hombre honrado, con permiso de Marco Antonio y Shakespeare. Hay que joderse. Y agarrarse para no caerse, que diría el maestro Umbral.