Ignacio Varela-El Confidencial
La actual regidora de Madrid se alza como la verdadera candidata común de la izquierda en la ciudad de Madrid. Y el socialista, como el más potente candidato a la presidencia de la comunidad
Soy poco partidario de citarme a mí mismo, pero hoy haré una excepción. En enero, publiqué aquí un artículo titulado «Carmena-Gabilondo, ¿el tique mágico de la izquierda madrileña?». En él sugería que la izquierda de Madrid solo sería competitiva si, aprovechando la fragmentación de la derecha, se agrupaba en torno a sus dos figuras más prestigiosas: Manuela Carmena y Ángel Gabilondo.
A la vista de la encuesta de IMOP para El Confidencial, lo que los dirigentes no supieron hacer lo harán los votantes. Carmena se alza como la verdadera candidata común de la izquierda en la ciudad de Madrid. Y Gabilondo, como el más potente candidato a la presidencia de la comunidad. Gracias a eso y a la mediocridad de los candidatos de la derecha, la izquierda tiene una probabilidad —no segura, pero real— de ganar ambas instituciones en un territorio en el que hace un mes la derecha le sacó 10 puntos de ventaja.
En esta encuesta encontramos un ejemplo consumado de un fenómeno muy poco frecuente en España: el voto dual, que consiste en votar a partidos distintos según la naturaleza de la elección. El fenómeno afecta de lleno a la izquierda, y responde a motivos específicamente madrileños. Pero también a Vox, y en su caso hay motivos para pensar que es una tendencia general.
Primera constatación: se invierte la relación de fuerzas entre los bloques. La derecha habría retrocedido seis puntos en Madrid, la misma cantidad que habría avanzado la izquierda.
¿Se ha producido en tres semanas una mutación ideológica en el electorado madrileño? En absoluto. La ubicación ideológica es hoy idéntica a la que reflejaban las encuestas anteriores al 28-A. A mi juicio, este movimiento se explica por dos razones: a) el desistimiento de una parte de los votantes de la derecha —singularmente los de Vox— tras la decepción de las generales, y b) la superioridad de los candidatos de la izquierda (sobre todo, Carmena y Gabilondo; pero también, en parte, Íñigo Errejón) sobre el pobre elenco que los partidos de la derecha presentan en esta ocasión a los madrileños.
Es impresionante la movida que se produce en el espacio de la izquierda, y todo por el disímil tirón de los candidatos. Veamos lo que declaran que harán en mayo los madrileños que en abril votaron al PSOE y a UP:
Impresionante: la mitad de quienes votaron a Pedro Sánchez en Madrid se disponen a apoyar a Manuela Carmena para la alcaldía. O en la izquierda madrileña se ha agudizado extraordinariamente el sentido del voto útil, o algo mal han hecho los socialistas con su candidatura municipal. Recordemos que Sánchez dejó que se supiera que había ofrecido la candidatura socialista a la propia alcaldesa. Después, jugueteó con los nombres de varias ministras. Lo siguiente fue ofrecer el puesto a Rubalcaba. Y terminó imponiendo ‘manu militari’ a un entrenador de baloncesto con nula experiencia política. Resultado: Pepu Hernández está 12 puntos por debajo de Gabilondo y del propio Sánchez, y apenas mejora en un punto el paupérrimo resultado del PSOE en 2015. No es extraño que la gente interprete que Sánchez ha tirado la elección municipal y que la verdadera candidata del PSOE es Carmena.
La fuerza de Carmena se comprueba también en que quienes la van a votar se dividen en la urna autonómica: solo el 40% traslada su apoyo a Errejón, mientras el 36% respaldará a Gabilondo y el 19%, a Podemos/IU.
Negocio ruinoso el que ha realizado Pablo Iglesias en Madrid. En la comunidad, solo retiene al 40% de sus votantes de hace un mes. El 16% se va con Gabilondo y el 32%, con el traidor Errejón. En la capital, se vuelcan masivamente con la traidora Carmena, pese a los elípticos mensajes del aparato podemita a favor del candidato de IU (por cierto, esos votos inútiles para IU pueden ser decisivos para que la izquierda pierda el Gobierno municipal).
Una lección importante para quienes tienden a confundir la política con la topografía: los nombres importan. En esta ocasión, en Madrid, la izquierda gana por goleada la batalla de los nombres.
La otra noticia importante de la encuesta es el desinflamiento de la burbuja de Vox, que obtuvo en Madrid uno de sus mejores resultados de toda España. ¿Qué harán ahora los que en las generales votaron a Vox?
Hay un evidente viaje de retorno de votantes de Vox a sus partidos de origen. Sobre todo, al PP. La recuperación de quienes en las generales abandonaron al PP para irse con Abascal es lo que evita que Ciudadanos repita el sorpaso que entonces dio al PP en Madrid. Eso y la atracción de una parte de los votantes de Rivera por los candidatos madrileños de la izquierda: el 9% se pasará a Gabilondo y el 11%, a Manuela Carmena. Una vez más, los nombres importan. Rivera no quiso enterarse de ello en Andalucía, y perdió una ocasión histórica. Ahora puede sucederle lo mismo en Madrid por el mismo motivo.
En la campaña de las generales, los estrategas de Vox reprodujeron el plan de Trump en la fase final de las elecciones norteamericanas. Generaron artificialmente una expectativa desaforada en cuanto a su resultado, que en los últimos días (aprovechando el secuestro legal de las encuestas) adquirió carácter de psicosis. La idea era que la fuerza expansiva de la expectativa propulsara el voto. No funcionó, y Vox se quedó en lo que reflejaban la mayoría de las encuestas. Era un resultado muy notable para un partido que partía de cero, pero se vivió como un gatillazo. Es lo que sucede cuando te inflas de viagra y se pasa el efecto antes de tiempo.
Se instaló en la derecha la idea de que los votos improductivos de Vox resultaron providenciales para Sánchez —lo que es completamente cierto—
Además, se instaló en la derecha la idea de que los votos improductivos de Vox resultaron providenciales para Pedro Sánchez —lo que es completamente cierto—.
La lectura de todas las encuestas conocidas indica que el pinchazo demoscópico de Vox es general, y que en muchos territorios resta posibilidades a la derecha de sumar escaños suficientes para gobernar. De esa forma, la extrema derecha habrá ayudado a la izquierda dos veces: en abril, por crecer demasiado, y en mayo, por encoger demasiado. Paradojas de la democracia.