Manuel Montero-El Correo

El PNV ganará a PSOE y Podemos en la tarea de blanquear a Bildu

Ha empezado una carrera regresiva: a ver quién se apunta más tantos en la tarea de blanquear a Bildu y elevar a los herederos de HB a los altares de la dignidad democrática. ¿Es una carrera hacia atrás? Por supuesto. No busca que los antiguos apoyos al terror rectifiquen y lleguen a la democracia, sino que ésta los acepte sin enmiendas. Y, puestos a correr, lo importante es quién llega antes.

La competencia es ardua. Habían sacado alguna ventaja los socialistas; desde que los tienen por sostén del Gobierno les alaban el ecologismo y defienden mantener con ellos acuerdos puntuales y sectoriales, quizás para hacer más llevadero el trago, aunque se haga cansino ir sorbo a sorbo. Chivite, al mando socialista de Navarra: «UPN se queda en la barricada y Bildu decide ser útil con los Presupuestos». Queda consumada la transferencia de papeles, quienes sostuvieron la democracia son la barricada hostil; los que la acosaron, gente generosa. ¿Cómo exigirles al mismo tiempo que reconozcan el daño causado? Puede el ‘pelillos a la mar’, el dirigente es «un hombre de paz», ya se dijo.

En esas estábamos cuando Podemos ha cogido carrerilla y propone en Euskadi un tripartito PSOE/Podemos/Bildu, lo que habrá dejado de un aire al PSOE, acostumbrado al cobijo del PNV. ¿Más vale ser cola de tal león que cabecita de ajo en hidra de tres cabezas? Quizás al héroe le disgustará perderse entre tanto tentáculo. Además, aquí las alianzas se hacen contra alguien y tendría que ser contra el PNV -el PP, exánime, no da para enemigo creíble-; eso ya no, pues hay que sostener Madrid.

Todo vale, sin embargo, para blanquear a Bildu, convertido en la gran esperanza para las coaliciones futuras. La fuerza de las quimeras reside en su capacidad de ilusionar, lo que nos pone en manos del ilusionista en el trance de reconstruir al voluntario al que ha cortado en dos, tras encerrarle en la caja: el arte de birlibirloque tiene truco pero nos dejamos convencer. O eso imagina el mago.

Y, así, Podemos da por buena la trayectoria exterrorista, sin exigencias de rectificación.

Es una carrera por el olvido, el borrón y cuenta nueva que suprime la memoria: que ‘desrecuerda’, valga el neologismo, pues no se trata de perder la memoria sino de cambiar el recuerdo o forzarlo, lo que exige un esfuerzo consciente, no el sueño nebuloso del desmemoriado o del distraído.

En este camino encuentran su sitio los posicionamientos de Gemma Zabaleta (exPSOE), Javier Madrazo (exIU) y otros, ya en comandita con Otegi. Dicen que hay que subsanar la «anomalía democrática» de que en el País Vasco no haya unidad de la izquierda. Te pinchan y no sangras.

Olvido: la anomalía es que la izquierda abertzale haya combatido a la democracia, apoyado al terrorismo y no haya expresado nunca arrepentimiento ni petición de perdón. De hecho, enaltece el pasado del terror y homenajea al terrorista.

Esa es la gran anomalía. Mientras no sea corregida rotundamente, sin tapujos ni confusiones posibles, esa aplicación del término «democrática» es una anomalía.

En las cosas del pecar, todo es empezar. Así que los mencionados le encuentran a Bildu una rara virtud, acicate para quererles aliados: «Nunca ha renunciado a ser alternativa». Como todos los que no están en el poder, cabría observar, pero sería empequeñecer la aportación intelectual.

La retórica comete aquí una hipérbole invertida, al menguar el sentido de la alternativa que se sentía siempre la izquierda abertzale, la de la alternativa KAS. No se veía como alternativa de gobierno sino de todo el sistema democrático, en su pretensión de liquidarlo sustituyéndolo por los antivalores de la violencia y la intolerancia.

También le alaba que sea autónoma respecto a las decisiones que se toman en Madrid. Ojalá hubiesen consumado este retorno al clasicismo nacionalista y hubiesen utilizado la expresión «de obediencia vasca», que tiene pedigrí y sugiere un espíritu local con particular capacidad de acierto, una vez prescinde de allende el Ebro.

Otegi ha acogido con alborozo a tantos compañeros de viaje, que coinciden con él en que lo peor es flagelarnos con los recuerdos. Todo es empezar, ya se ha dicho, y con el tiempo podrá exigirles que enmienden sus históricos recelos hacia la izquierda abertzale y la organización armada, pidiéndoles perdón por no haber entendido que se sacrificaban por el pueblo vasco.

Tiene interés la carrera ‘probilduina’ del PSOE, Podemos y demás voluntarios, pero convendría que no se desgañiten en el envite. En su momento se darán cuenta de que también en esto les ganará el PNV, acostumbrado a vencer en todos los retos que aquí le plantean. Los prefiere a la hora de definir autogobiernos, como ha demostrado ya, y les perdona sin arrebatos de celos sus escarceos con españolistas, pues sabe que a la hora de la verdad serán siempre de los nuestros.