Cartón piedra

ABC 11/07/14
IGNACIO CAMACHO

· Las primarias socialistas apuntan a alumbrar un nuevo ZP, una criatura surgida del barbecho de la política líquida

POR primera vez desde la Transición existe el riesgo objetivo de que, aun a medio plazo, el PSOE deje de ser hegemónico en la izquierda española. Si las fuerzas radicales logran fraguar la coalición que han empezado a negociar pueden auparse sobre la socialdemocracia y fagocitarla impulsadas por el irritado desencanto popular. El modelo es la Syriza griega: una alianza de corte anticapitalista en la que podrían entrar IU, Podemos, Compromís, Equo, el Bloque gallego, la Chunta aragonesa y algunas otras fuerzas regionales. Sus votos actuales por separado suman casi un 20 por ciento; juntos todos amenazarían el suelo electoral de los socialistas. Al fondo hay un inquietante dato demoscópico: el aumento exponencial que en las encuestas del CIS registra el número de ciudadanos dispuestos a declararse de extrema izquierda y, sobre todo, el de los que impugnan el bipartidismo como una suerte de agente coautor de la crisis.

En este delicado contexto el proceso de reconstrucción socialista tiene carácter de cuestión nacional porque está en juego la propia existencia de un reformismo de centro-izquierda. El problema es que el PSOE vive en el páramo de ideas y de liderazgo en que lo sumió el zapaterismo, etapa desastrosa que sin embargo aún parece la referencia utópica de los aspirantes a la sucesión de Rubalcaba. El vacío es tal que la liviana Susana Díaz ofrece por comparación perfiles de estadista. Felipe González ha hablado con desdeñosa acritud de «candidatos de cartón piedra» y ésa es la sensación que emana de una campaña interna en la que cuesta distinguir las diferencias de los dos principales contendientes, criaturas políticas similares surgidas del barbecho de la hueca «democracia bonita». Autodescartados los escasos referentes de la actual nomenclatura del partido, estas primarias apuntan al alumbramiento de un nuevo ZP, un adalid lineal de la política líquida.

«Si hay poca participación ganará Pedro y si hay mucha, Edu», me apunta un dirigente madinista. En la dirección preocupa una abstención que deslegitime al ganador y cierre en falso la primera fase del proceso sucesorio. Porque hay una segunda, que será la de la elección del candidato a presidente del Gobierno y que puede provocar una bicefalia inédita en la tradición socialista. Si el vencedor del domingo tiene poco respaldo quedará a merced de los verdaderos poderes internos, y en especial de una Susana que ha renunciado a competir pero no a mandar. Las expectativas no deben ser muy altas cuando casi se conforman con que la mitad de los militantes acuda a las urnas.

Más vale que la cosa salga bien porque está en juego la estabilidad de uno de los pilares históricos del régimen partidista, afectado de grave aluminosis en toda su estructura. El destrozo es grande y ninguno de los que lo tienen que reconstruir está doctorado en arquitectura política.