Nacho Cardero-El Confidencial
- No solo han apartado (al menos temporalmente) los embrollos internos, sino que han tocado a rebato con una eficiencia inusual
Ahora sí. Después de una mitad de legislatura irregular, que le ha llevado a dilapidar la ventaja que sacaba al PSOE en las encuestas, tal y como hemos venido reflejando en el Observatorio Electoral, ahora sí, digo, Pablo Casado está sabiendo leer el horizonte político. Todo ello en un momento clave, cuando encaramos una cadena de comicios autonómicos que desembocará en las generales y nos indicará la fuerza con que llegan los distintos líderes a la gran cita.
¿Alguien se acuerda de la guerra entre Ayuso y Casado por la presidencia del PP en la Comunidad de Madrid, que tantos titulares dio en el segundo semestre del año pasado y que sirvió de caldo de cultivo para todo tipo de especulaciones? Pues bien, no solo han apartado (al menos temporalmente) los embrollos internos, sino que han tocado a rebato con una eficiencia inusual, de tal forma que el grueso de los mandos populares, ora halcones, ora palomas, se ha puesto a remar a favor de Alfonso Fernández Mañueco para que este revalide la presidencia en la Junta de Castilla y León el próximo 13 de febrero.
Con esa disciplina de ejército espartano de la que solo pueden hacer gala los dos grandes partidos, PP y PSOE, que tienen tras de sí un historial y pedigrí del que carecen el resto de formaciones, los barones populares acudirán al congreso regional convocado para los días 15 y 16 de enero, es decir, a menos de un mes para los comicios, con el objeto de engrasar la maquinaria electoral y mandar un mensaje de unidad que cale en una opinión pública desconcertada por los últimos vaivenes.
Teodoro García Egea, que se las tuvo tiesas con Mañueco, inaugurará el acto. También participarán del mismo los presidentes autonómicos Ayuso, Feijóo, Moreno Bonilla y López Miras, a los que hay que sumar el alcalde Martínez-Almeida.
Otro giro del PP a destacar en este inicio de año es el de la guerra cultural, parcela que habían orillado con más miedo que vergüenza por desmaña y por el qué dirán o, lo que es lo mismo, por si les equiparaban con la ultraderecha y oreaban el fantasma del Gobierno PP-Vox.
Para terminar de exhibir trazas de hombre de Estado, Pablo Casado debería propiciar la aprobación de la reforma laboral
Con este cambio de registro se pretende denunciar el ‘monopolio de la virtud’ —término empleado por Robert D. Kaplan en este magnífico artículo en ‘The Wall Street Journal’— que hasta ahora se había arrogado Unidas Podemos y del que, en un evidente movimiento pendular, se había apropiado Vox en el otro extremo. Un ‘monopolio de la virtud’ donde, si no estás de acuerdo con nosotros, no solo estás equivocado, sino que eres moralmente insuficiente, y, como tal, debes ser destruido. Es el terreno de la polarización al que conducen Unidas Podemos y Vox: o se es del todo o no se es. O se está con el Gobierno en la gestión del covid o se es negacionista. Y así sucesivamente. No existen los grises.
Esta reflexión es la que ha llevado al PP a centrarse en la defensa de la carne en Castilla y León y del mundo rural y de la industria, en su conjunto, un terreno que Vox se había trabajado con notable éxito en los dos últimos años. La excusa han sido las declaraciones del ministro Garzón en el prestigioso rotativo ‘The Guardian’, en el que censuraba la mala calidad de la carne que exportan las macrogranjas españolas.
El PP (así se las ponían a Fernando VII) no ha dejado pasar la ocasión, pues el cortoplacismo del que acusan por alinearse con los grandes industriales en lugar de defender a las pequeñas explotaciones ganaderas de calidad no deja de ser otra celada cultural. Más que de apoyar a la gran industria, se trata de que un ministro que defiende los intereses de España no puede demonizar un sector como el ganadero ni hacer esas declaraciones en ‘The Guardian’, que leen en los cinco continentes, por mucho que compartamos que hay que primar la ganadería extensiva frente a la intensiva.
El PP está manejando con habilidad los tiempos. Primero fue Madrid y ahora es el adelanto electoral en Castilla y León
Eso lo sabe también Pedro Sánchez, al que Alberto Garzón le ha hecho un boquete de dimensiones considerables ante la proximidad de los comicios castellanoleoneses, a pesar de que este domingo evitó desautorizar al de Izquierda Unida en público.
El PP está manejando con habilidad los tiempos. Primero fue Madrid y ahora es el adelanto electoral en Castilla y León. Los populares han ideado los comicios del 13-F como una emboscada para el presidente del Gobierno: si este se implica en campaña como hizo ayer en el acto de Luis Tudanca, en Palencia, es bastante probable que salga escaldado atendiendo a los datos de los sondeos; y si se pone de lado para no achicharrarse como en Madrid, el gesto será mal visto por esa parte del PSOE con la que Sánchez parecía haberse reconciliado.
Para terminar de exhibir trazas de hombre de Estado, Casado debería propiciar la aprobación de la reforma laboral apadrinada por Yolanda Díaz, que no difiere en apenas nada, salvo en un puñado de detalles, respecto a la de Fátima Báñez, pero eso sería como lograr la cuadratura del círculo y tampoco hay que pasarse con la lista de deseos para el nuevo año.