Antonio Casado-El Confidencial
- El fallido líder del PP es hijo de las primarias, no del escalafón. Rajoy nunca lo hubiera designado como sucesor
Bajo la presidencia de su líder nacional, Pablo Casado, sometido a un proceso de destitución por acorralamiento, mañana se reúne en un lujoso hotel de Madrid la junta directiva del PP, depositaria de la voluntad de la militancia (entre 300 y 400 personas con cargos nacionales, regionales o locales).
El principal punto del orden del día de la reunión, precedida por otra del comité ejecutivo, también presidida por Casado, es la convocatoria de un congreso extraordinario para los próximos 2 y 3 de abril, si así lo piden al menos dos tercios de la junta. Lo harán, probablemente por aclamación, sin necesidad de votar. Solo para cambiar la dirección del partido elegida en el último congreso ordinario (julio de 2018).
Estas son las formalidades del pacto de familia que, si todo se desarrolla según el plan previsto para superar la absurda guerra fratricida, va a terminar con la liquidación política de Casado, un producto de la militancia (primarias de partido), y el salto a la política nacional de Alberto Núñez Feijóo, encumbrado por los votantes gallegos a los puestos más altos de la jerarquía política y moral del PP.
Aquella “esperanza para la refundación sin complejos del PP”, en palabras de Aznar, es ahora un hombre desamparado
Mejor para todos si el pacto evita el desmoronamiento del pilar derecho del sistema de representación de nuestro país. Lo demás es una comedia de puertas. Resulta de un cruce de pedradas entre la dirección nacional y la presidenta madrileña, Díaz Ayuso, en el que ninguna de las dos partes puso pruebas concluyentes sobre la mesa, pero alimentaron a sus adversarios políticos y avergonzaron a la opinión pública nacional.
Aquella “esperanza para la refundación sin complejos del centro derecha”, en palabras de José María Aznar sobre su antiguo jefe de gabinete, es ahora un hombre desamparado. En sus horas más amargas de la semana pasada, alguien le dijo la frase definitiva, la que mejor describe la subida al Gólgota de Casado: “Teo es lo peor que te ha pasado”.
Es la síntesis del drama. Y será una de las dos atenuantes que le permitirán sobrellevar su perecedero liderazgo hasta el congreso del 2 de abril. La otra es que llegar demasiado pronto a un puesto de tan alta responsabilidad le ha pasado factura. El fallido líder del PP es hijo de las primarias, no del escalafón. Mariano Rajoy nunca lo hubiera designado como sucesor y, por tanto, nunca la bisoñez del líder se hubiera unido al agresivo engreimiento generacional de un experto en robótica como Egea. Esa falta de memoria —memoria de país e incluso de partido— les alejó de la realidad.
Y ese es precisamente el principal mecanismo reparador que activará Núñez Feijóo cuando salga del congreso de abril como nuevo líder nacional: cubrir el espacio entre la generación de Rajoy y la de García Egea, que había quedado vacío con el apresurado desembarco de las juventudes del partido en las esferas de poder interno, tras la llegada de Pablo Casado a la presidencia.
Que Casado presida mañana con normalidad el comité ejecutivo y la junta directiva forma parte de su derecho a una salida digna
La segunda de las atenuantes también nos ayudará a entender la querencia autodestructiva del primer partido de la oposición. Es que Casado llegó demasiado pronto al cargo. Su inexperiencia, por ejemplo, no le dejó ver el rastro de agravios que su número dos había ido dejando en el tejido territorial de la organización, empezando por Madrid, la joya de la corona en facturación electoral, pero no solo.
El hecho de que, con normalidad estatutaria, Pablo Casado presida mañana el comité ejecutivo y la posterior junta directiva forma parte de su derecho a una salida digna. No ha sido mucho pedir por su parte: rendir el cargo ante quienes se lo otorgaron, los compromisarios de un congreso nacional, bajo palabra de sumarse a la candidatura de unidad sin presentar candidatura alternativa a la de Feijóo. En la hora cero del ‘nuevo’ viejo PP, absténganse los leñadores del árbol caído.